El vicedirector de El Mundo y escritor Casimiro García-Abadillo. Foto: Alberto Di Lolli
La palabra historia emerge constantemente en esta entrevista con Casimiro García-Abadillo, vicedirector de El Mundo, periodista que ha estado en muchos de los grandes casos abordados en esta casa -de Filesa al 11-M-, ensayista y, desde este verano, ágil narrador de ficción. Perseguir una buena historia, investigarla, que una buena historia te devuelva a la vida, ahí hay una buena historia. A este thriller suyo sobre periodismo se le escapa el periodismo a borbotones. En él, Guillermo Salcedo, redactor en horas bajas, se ve envuelto en una turbia investigación gracias a la que recupera el gusto por su oficio, una profesión que hoy también atraviesa un mal momento y a la que el autor de La trampa (La Esfera) le dedica una carta de amor, pues, no en vano, esta primera incursión suya en la literatura es también una soterrada biografía de experiencias profesionales. "El periodismo hoy tiene que volver a su esencia, a lo que era hace 200 años", sostiene convencido.P.- ¿En qué momento decidió sucumbir a la literatura y escribir una novela, esta novela?
R.- Llevaba tiempo pensando en escribir algo de ficción pero es muy difícil con el ritmo de trabajo que llevamos... y luego tienes también la pereza mental de ponerte. La ficción es siempre un reto para un periodista, da un poco de miedo, pero la última semana de agosto del año pasado me dije: me voy a poner, salga lo que salga. Quería escribir una novela policíaca, que es un género que me gusta mucho, y al principio la concebí como la historia de un asesinato, pero luego cogió su ritmo y al final esto es lo que ha salido, que tiene poco que ver con lo que me imaginaba. A medida que avanzaba, iban surgiéndome nuevas ideas y el personaje se iba convirtiendo cada vez más en lo que es Guillermo Salcedo, un periodista de investigación que pasa por un mal momento y que vuelve a la vida gracias a una buena historia.
P.- La trama está muy contextualizada en el momento actual del periodismo. Tanto en las partes buenas (las nuevas tecnologías, las vías que abren...) como en las malas (la crisis). Y, sin embargo, es muy optimista, porque a fin de cuentas habla de un periodista que se va a la base del oficio, a tirar del hilo.
R.- Muchos piensan que las nuevas tecnologías son la muerte de este oficio pero yo creo que hoy sin ellas el periodismo es inconcebible. Además, nos obligan a ir a la esencia de lo que es un periodista, porque las máquinas no van a ser capaces de hacer lo que hace una persona, que es investigar una historia, contarla, saber cosas que los demás no saben. Los medios van a tener que apostar por la información propia y el periodista va a ser un buscador de historias, lo que era hace 200 años pero ahora con unas tecnologías que le facilitan el trabajo y que a la vez le impulsan o le obligan a no conformarse con la evidencia, a ir más allá.
P.- Es un tema que se trata abundantemente en la novela.
R.- Sí, porque es muy importante que los periodistas, los que quieren dedicarse a esta profesión, conozcan la importancia de las fuentes. Es decir, la capacidad que tiene que tener un redactor en todos los ámbitos, la política, la economía... para encontrar a la persona que sabe lo que estás buscando o que te puede dar una pista para llegar a ello.
P.- Se diría que ha puesto al servicio de la literatura toda su experiencia en este oficio, algo que también se palpa el en ágil ritmo de la narración.
R.- Como estamos obligados siempre a constreñir lo que sabemos, a ahorrar espacio, a prescindir de lo superfluo, tenemos una ventaja y es que podemos escribir una novela con ritmo periodístico. Para mí era importante que en una obra de este tipo, que es una especie de thriller, la tensión no solo no bajara sino que fuera en aumento.
P.- ¿Ha acudido a referentes de la novela negra? ¿Lee frecuentemente este tipo de historias, hoy tan de moda?
R.- Siempre procuro tener una novela policíaca cerca para intercalarla con lo que estoy leyendo, para desintoxicarme. Le Carré es un maestro, pero Raymond Chandler y Dashiell Hammett están también entre mis favoritos. O Chesterton, o Conan Doyle... hay muchos autores que son maestros en esta narración que durante una época estuvo muy subvalorada. Para mí no es un subgénero, es una manera de contar historias en la que hay un reto con el lector, que nunca tiene que saber cómo va a acabar. Tienes la obligación de mantener la tensión durante toda la novela. Hacer eso no es fácil.
P.- Su Guillermo Salcedo tiene maneras de protagonista de saga. ¿Volverá a él?
R.- Creo que el atractivo fundamental es que es real, creíble. No es un héroe ni un mito pero su gran virtud es que ama su profesión y es capaz de cualquier cosa por seguir una historia. De hecho, lo que le devuelve a la estabilidad emocional y a enamorarse es estar tras esta gran historia. El final de la novela es muy abierto y eso me permitiría reencontrarme con los personajes. Guillermo Salcedo puede dar mucho juego.
P.- Encuentro un punto en común clarísimo con la trilogía Millenium: en un mundo en el que el periodismo está desprestigiado, una fuente le pide a un redactor de a pie que investigue sobre un caso complejo.
R.- Sí, hay alguna similitud, pero también hay diferencias. En Millenium, que es sin duda una maravilla, hay una carga ideológica que mi novela no tiene. Si a alguien se le preguntara si el periodista es de izquierdas o derechas, no sabría decirlo. Salcedo tiene sus propias ideas y no le preocupa si no se pueden enmarcar tras una ideología o un partido, por ello a la hora de publicar una información no se plantea a quién perjudica o a quién beneficia. Conscientemente he trazado un perfil nada ideológico, que no quiere decir que el personaje no sea comprometido, porque lo es y mucho.
P.- Hay muchos parecidos con la realidad en la descripción y el proceder de otros protagonistas del libro. Incluso imagino que Salcedo y usted, como poco, tienen gustos similares: la música que salpica todo el relato, el arte, los lugares en los que recala...
R.- Todos los personajes que aparecen son reales pero están disfrazados. En el protagonista hay muchas cosas que tienen que ver conmigo. Otras no, por supuesto. Pero desde luego en los gustos sí, incluso en la forma de ver la realidad, el ser una persona muy inconformista que necesita siempre tener algo que le motive. Como digo en el prólogo, se necesita pasión en la vida y este personaje así lo refleja, vive apasionadamente su profesión, sus relaciones personales...
P.- Ubica la trama en el Levante español, ¿por qué?
R.- La sitúo allí porque empecé a escribirla allí y, bueno, pues era un poco homenajear a Levante. Y también porque ese primer bosquejo de historia tenía que ver con el asesinato de una anciana en Alicante. Luego dije, vamos a mantener por lo menos el escenario. Según se iba desarrollando iba viéndola como una película, hay muchos cambios de escenario, muchos viajes... que hacen que la trama sea más entretenida. Yo espero que se lea de una forma muy visual.
P.- ¿Le gustaría verla convertida en una película?
R.- Pues es un argumento, sí. Tiene muchos elementos de película de suspense, y tiene muchos escenarios y personajes. Como yo también soy muy cinéfilo...
P.- He leído que Pérez-Reverte le motivó para escribirla.
R.- Bueno, me animó en el sentido de que él, que era periodista también y que le gustaba escribir, se decidió a dar el paso valientemente y utilizó todas sus experiencias para desarrollar una forma de narrar historias y de crear personajes que tienen que ver mucho con la realidad. Todos los que aparecen en sus libros existen, de Alatriste a los más malvados. Y a mí eso me dio una idea porque, claro, cuando llevas mucho tiempo en esta profesión y además te has movido en muchos ámbitos, conocido a muchas personas y escrito sobre muchas historias, tienes mucho background en la cabeza. La ficción te permite reordenarlo todo mezclando personajes, situaciones que son reales y que a veces son muy atractivas no sólo por lo bueno sino también por lo malo.
P.- De alguna manera, podría decirse que es una especie de biografía de experiencias profesionales.
R.- Sí, lo es. Hay en el libro cosas que no pude publicar en su momento, que se me quedaron ahí, porque a veces no tienes el convencimiento suficiente. La trampa podría haber sido una historia publicable, tiene mucho de realidad. El personaje Estratega (el que le brinda la historia al personaje principal) existe, por ejemplo.