Benet Casablancas. Foto: Juan Lucas

Hoy estrena en el Palau de la Música 'Darkness visible', interpretada por la Filarmónica de Londres, y 'Dove of Peace. Homage to Picasso' en Madrid.

El mes de febrero ha querido destacar la importancia del compositor catalán Benet Casablancas (Sabadell, 1956) en el panorama internacional de la música contemporánea, con el estreno casi simultáneo de cuatro de sus obras más recientes. El día 21 tuvo lugar en París el estreno mundial de Júbilus, homenaje a su colega y paisano Jordi Savall; el sábado pasado, los Seattle Chamber Players estrenaron en EEUU Seis glosas sobre textos de Cees Nooteboom, en el marco del festival Icebreaker VI: New Music from the Mediterranean; y hoy se estrenan dos obras más en España: en el Palau de la Música de Barcelona, en primicia mundial, Darkness visible. Nocturno para orquesta, a cargo de la Filarmónica de Londres, y el estreno madrileño de Dove of Peace. Homage to Picasso (Concierto de Cámara núm. 1 para Clarinete y Ensemble), en el Reina Sofía, de la mano del solista Joan Enric Lluna y el grupo Modus Novus, dirigidos por Santiago Serrate. Para Casablancas, que es además musicólogo y director académico del Conservatorio Superior de Música del Liceo, la ilusión de estas cuatro citas se suma a la que le produce su próximo y mayor reto musical: la composición de su primera ópera, Io, junto al escritor Rafael Argullol.



Pregunta.- ¿Qué siente cuando se estrena una obra suya?

Respuesta.- Todo estreno, ya sea absoluto o una reposición, es una gran alegría, porque supone que la obra que has creado en soledad llega a su destinatario, y esto es un factor que a veces en la música no se pondera lo suficiente. Es lo que mi amigo el poeta Antoni Marí define como "voluntad expresiva". Tiene que haber un feedback del público.



P.- ¿Cree que esa voluntad expresiva puede ser captada por cualquier público de forma natural o hay que estar familiarizado con los códigos específicos de la música?

R.- Los músicos tendemos a quedarnos dentro de nuestro círculo, pero a mí me gusta pensar en un público melómano con actitud abierta, que siente delectación por descubrir algo nuevo. Yo espero del público que deje de lado todo tipo de prejuicios y estereotipos para que la mente se deje fascinar. Es el tipo de público que abunda también en el teatro, diferente a otro tipo de público más clásico. Se trata de intentar alcanzar el milagro de la empatía entre los intérpretes y el público a través de la obra.



P.- Casi todas sus obras se inspiran en obras de creadores de otras disciplinas: Paul Klee, Shakespeare, Milton, Picasso, Rothko, Nooteboom...

R.- La formación musical suele ser ensimismada, ardua. No me gusta quedar confinado a los límites de un oficio ya de por sí muy absorbente. Siento una gran afinidad por las demás expresiones artísticas, pienso que son disciplinas hermanas. Me gusta proporcionar al público estímulos cruzados, se trata de sumar sensibilidades.



P.- ¿Y cómo traslada las palabras de un poema o los trazos de una pintura a una partitura?

R.- Hay tres formas de hacerlo. El nivel más básico sería la inspiración: se produce una epifanía, una sacudida interior que genera una fuerza y unas vibraciones determinadas. Así fue como compuse Four darks in red, que parte del cuadro homónimo de Rothko. El siguiente nivel sería un ejercicio de analogías plástico-musicales: ver hasta qué punto los ritmos, los colores, las proporciones, pueden tener algún tipo de correlato con elementos musicales. Tengamos en cuenta que muchas disciplinas comparten términos con la música. Así, en arquitectura o pintura hablamos de composición, cromatismo, ritmo... Estas analogías, que traducen la tensión generada por la perspectiva, por el contraste entre masas de color, etc., son el método que empleé en mi obra inspirada en Paul Klee. Por último, el tercer nivel es simbólico. Por ejemplo, Picasso emplea las ideas de guerra y paz, ideas abstractas con contenido simbólico. Esto también puede traducirse a la música, sin necesidad de que sea descriptiva o programática, se puede buscar un equivalente musical de la guerra por medio de la tensión o la violencia, y con una resolución catártica, lúdica o esperanzadora se puede transmitir la idea de paz.



P.- ¿Cómo afronta el reto de componer su primera ópera?

R.- Es un reto tremendo que había acariciado por mucho tiempo porque notaba que tenía que crecer como músico. La idea surgió hace unos años con Rafael Argullol, que es el autor del libreto. La presentamos al Liceo y lo vieron con buenos ojos. Ahora tenemos dos años largos por delante, va a ser un trabajo titánico porque va a ser una ópera de gran formato. Además, la ópera es un género que en sí mismo es la culminación de todas las formas de música, poesía e imágenes.



P.- ¿Cuál será el argumento?

R.- Es una historia de amor, dolor y pasión, un canto a la capacidad del hombre para trascender su condición humana y sus limitaciones, un reflejo de ese impulso por "rozar el absoluto", como decían los románticos alemanes.



P.- Usted compone para orquesta, cuartetos, solistas... ¿Tiene un formato preferido?

R.- Algunas de las obras más extraordinarias de la música son óperas, me apasiona la gran tradición del lied, y he trabajado mucho el género de la gran orquesta. Pero he de decir que el cuarteto de cuerda es el género más exigente, el que menos se presta a todo aquello que no sea esencial. No admite medias tintas, es la depuración absoluta, son cuatro voces desnudas que, como dijo Goethe, expresan la idea de la Ilustración: cuatro personas intercambiando argumentos.



P.- Como docente, ¿qué opinión tiene sobre las condiciones de la enseñanza musical en España?

R.- Por suerte en los últimos años hemos reducido la gran distancia que nos separaba del resto de Europa. Un ejemplo del gran progreso reciente de nuestros músicos más jóvenes es la Joven Orquesta Nacional de España, que marcó un antes y un después. Aunque parezca mentira, hace unos años no todo el mundo que enseñaba música tenía pasión por la música. Ha entrado energía nueva y renovada a borbotones. Pero no podemos dormirnos, tenemos que afianzar una estructura pedagógica solvente, al máximo nivel, sin ningún tipo de deriva ni improvisación, porque los grandes referentes mundiales de la pedagogía musical tampoco se han adormilado y continúan mejorando.