Entre la admiración y el rechazo, entre la diversión y el aburrimiento, entre la fascinación y todo lo contrario… Lo cierto es que la serie American Horror Story, cuya primera temporada vi completa hace unos meses, me produjo toda suerte de sensaciones. No es que hasta ahora no haya tenido la oportunidad de escribir sobre ella, es que realmente no me apetecía hacerlo. Mala señal. El principal problema de la serie es que no logra ser más que un cocktail más o menos sabroso de muchas cosas que ya hemos saboreado antes. Y que, además, la mezcla casi nunca es convincente. No es que no encuentre su tono, es que muchas veces da la sensación de que no sabe qué tono debe encontrar.
Ryan Murphy y Brad Falchuck, los mismos creadores al frente de las series Gleey Nip/Tuck, se las apañan para convocar en American Horror Story todos los clichés posibles en torno a casas encantadas y relatos de terrror, mezclándolo con algunas gotas de soft porn tan propias del género y con los dramas más recurrentes en cualquier familia disfuncional: repetidas infidelidades, embarazos interrumpidos, adolescencia díscola con tendencias suicidas... Esta familia es la de los bostonianos Harmon, que se trasladan a California para recomponer sus vidas. Compran una casa que se vende a la cuarta parte de su precio real porque, evidentemente, nadie quiere ocuparla. Luego la madre de familia, Vivien (Connie Britton), descubre que su casa es un lugar de parada del tour de los horrores de la ciudad, pues aseguran las leyendas urbanas que allí se han cometido todo tipo de crímenes inefables. De hecho, cada episodio comienza con la descripción de uno de estos crímenes y hechos sobrenaturales acontecidos en la mansión en algún momento de su historia -que corre paralela a la historia americana-, y que al fin y al cabo vienen a presentar los distintos fantasmas que habitan la casa y que irán haciendo imposible la vida de los nuevos inquilinos.
Aparte de la familia formada por Vivien, el psicólogo Ben (Dylan McDermott, una mezcla entre Clive Owen y David Schwimmer) y la adolescente Violet (Taissa Farmiga), habita también en la casa Moira, la ama de llaves... bueno, las amas de llaves. Es la misma persona, pero mientras las mujeres de la casa ven en ella a una señora más o menos siniestra (Frances Conroy), los ojos de los hombres ven a una sexual pelirroja de amplio escote y falda muy corta, cuyo comportamiento ninfomaníaco siempre está tentando a Ben. Completan el reparto principal la misteriosa Constance (Jessica Lange), la vecina de al lado, que irá adquiriendo mayor y mayor trascendencia en la trama, y el joven Tate (Evan Peters), un paciente de Ben que se enamora de Violet.
Siendo hiperbólicos, puede que ni siquiera sumando los repartos de Community, The Big Bang Theory y Freaks and Geeks podamos reunir tanta excentricidad en la pantalla. Desde su intro de corte experimental, los esfuerzos que hace la serie para ser "excéntrica", de hecho, son más que visibles, y en muchos casos traen consigo su perdición.
Como indica el título, la serie alimenta sus historias, aunque sea de modo ciertamente tangencial, con algunos de los episodios más macabros de la historia del terror americana (dando especial predilección a la matanza en el instituto Columbine), al tiempo que mimetiza las formas y fórmulas más reconocibles del género cinematográfico. De hecho, uno de los juegos más divertidos que propone AHS consiste en buscar las referencias (de escenas, personajes, mitologías, tramas, fetichismos, etc.) que maneja: Los inocentes, El resplandor, Seven, El sexto sentido, Psicosis, La semilla del diablo... incluso dialoga con las series True Blood y A dos metros bajo tierra, especialmente en la relación entre vivos y muertos de esta última, incluyendo directamente a dos de sus actores: Frances Conroy y Morris Chestnut. Aunque la cadena FX ha promocionado la serie como una redefinición del género, en verdad no trasciende el mero collagede influencias del horror. Más que una revisión o un homenaje al género, de hecho, AHS trata de construir un thriller psicológico a partir de innovaciones formales ya conocidas.
Del rotundo éxito de la serie en Estados Unidos se ha hecho eco Canal +, que ya ha emitido la primera temoporada, y en breve se estrenerá en abierto en Cuatro. Los planes que el canal FX han desvelado ya de la segunda temporada en principio no son de los más estimulantes. Mientras hasta ahora hemos seguido el relato de los misterios de la mansión a través de la mirada de los vivos (los inquilinos), dados los acontecimientos del último capítulo, uno imaginaba que la segunda temporada propondía el punto de vista de los muertos. Se antojaba como una intersante inversión de persepectivas, que podría dar lugar a un fasinante entorno narrativo, si bien la serie va a cambiar radicalmente de protagonistas y de escenario. Será Constance, el personaje de Jessica Lange (que se llevó el Globo de Oro por su intepretación), la que tome el proptagonismo de la serie, que trasladará su mansión a la Costa Este de Estados Unidos.