Un marcado tono elegíaco distingue al poeta Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932) de sus coetáneos de la Generación del 50. Su gran preocupación ha sido siempre el paso del tiempo y lo sigue siendo ahora que se ha convertido en octogenario. Esta tarde ofrece en la Residencia de Estudiantes de Madrid una "antología pública leída", una selección de poemas de todos sus libros, desde Las brasas (1960, Premio Adonais) a La última costa (1995, Premio Fastenrath), así como algunos poemas inéditos que aparecerán en su próximo libro.

Pregunta.- ¿Qué temas trata en estos nuevos poemas?

Respuesta.- El mismo de siempre: el tiempo. Toda mi poesía gira en torno a las preguntas que me hago desde la reflexión o el asombro ante la vida. Pero con el paso de los años, estas preguntas tienen respuestas distintas o matizadas, según la edad y las circunstancias que me han sobrevenido. En el próximo libro el lector encontrará todo lo que ha encontrado en los anteriores, pero en esta ocasión visto en un tiempo último, he cumplido 80 años y me encuentro en un decenio premonitorio.

P.- ¿Y cómo son esas respuestas ahora?

R.- Nunca hay respuestas afirmativas, al menos en mi caso. A veces hay respuestas que son otras preguntas, otras veces son aventuradas, y en muchas ocasiones desearía que las respuestas fueran distintas a las que hallo.

P.- ¿Qué le queda por escribir?

R.- El poeta no dicta los temas, sino que es la poesía la que se introduce en la persona que escribe y dice lo que ella quiere decir. Uno sabe lo que ha dicho porque lo lee, se desdobla en lector. Pero las respuestas son certeras, al menos en el momento en que han sido escritas, aunque luego el poeta tacha y corrige lo que no le satisface. Vamos escribiendo por medio de la intuición, que es inteligencia súbita. Los sabios científicos también tienen intuiciones, pero el poeta puede ser contradictorio según el momento y pide por parte del lector un asentimiento a lo que escribe porque escribe desde la verdad.

P.- ¿Cómo ve el panorama actual de la poesía española? ¿A qué autores jóvenes lee?

R.- Es muy arriesgado dar nombres porque en vez de complacer a los que nombras, ofendes a los que dejas fuera. En España nos ha tocado la lotería con la poesía, sobre todo en el Siglo de Oro y el XX, que fue magistral. Con una base tan buena, el valor poético surge inmediatamente en las nuevas generaciones. Por eso el siglo XX ha tenido en todas las generaciones grandes poetas, y sigue ocurriendo. Los poetas que ahora tienen 40 o 50 años ya son maduros y hay varios nombres magníficos. Y los que han venido detrás apuntan con toda firmeza otros nombres. Vivimos un momento muy bueno para la poesía porque ya no hay dictaduras de gusto. Cada uno puede escribir lo que quiera como quiera y no será invalidado por ello, como pasaba antes, que había una coacción explícita o tácita.

P.- Este año se conmemora la figura de Pepe Hierro al cumplirse una década de su muerte y nueve de su nacimiento. Usted que fue uno de sus grandes valedores, ¿qué aspectos de su poesía destaca?

R.- Su verdad al escribir y su maravillosa forma. Pepe Hierro es un poeta entero que puede ser equiparado a los mejores poetas de las generaciones anteriores. No sólamente él, porque en su generación hay otros grandes poetas como Blas de Otero, Vicente Gaos, Carlos Bousoño o Pablo García Baena.

P.- Como miembro de la RAE, en breve le tocará elegir entre dos candidaturas femeninas para ocupar el sillón 'n': María Victoria Atencia o Carme Riera. ¿Se decanta por alguna de las dos?

R.- Las dos son merecedoras del puesto, Atencia desde el campo creador y Riera desde la parte crítica y ensayística. Además son muy amigas.

P.- Ayer coincidió en otra lectura de poemas, en la Fundación Mapfre, con el poeta Vicente Gallego.

R.- Vicente es otro poeta muy bueno. Su poesía enlaza maravillosamente con el último Juan Ramón. Hemos tenido la suerte de tener en Juan Ramón a tres grandísimos poetas diferentes: el de la poesía adolescente, el de la poesía intelectual y el de la poesía metafísica. Esta última etapa está influyendo muy directamente en los poetas jóvenes.