El poeta Jaime Siles (Valencia, 1951) conoce en profundidad la obra de Tomas Tranströmer. Lo leyó primero en alemán, luego en francés y, finalmente, en español, cuando se hicieron las primeras traducciones en nuestro idioma. Hoy participa en el homenaje que el Instituto Cervantes hace al poeta sueco en su sede de Madrid, en el que participarán también Roberto Mascaró, su traductor, y Lasse Söderberg, poeta, editor y traductor sueco afincado en España. Siles leerá y comentará una selección de poemas representativos de la obra del último Nobel de Literatura.
Pregunta.- ¿Cuáles son los poemas imprescindibles para conocer a Tranströmer?
Respuesta.- Uno muy importante es el “Epílogo” de 17 poemas, la serie de poemas Bálticos, y luego hay un momento en el que creo que da un gran salto, en 1978, cuando después de Senderos publica La gran barrera de la verdad. Es un libro realmente importante por la investigación en cuanto a la forma y porque explicita en él muchas tonalidades. Tiene otros poemas muy importantes, como La plaza salvaje, de 1983; Breve pausa en el concierto de órgano, Seminario de sueños o Carillón.
P.- ¿Y cuáles son esas innovaciones formales introducidas por Tranströmer?
R.- Desde 1954, cuando se da a conocer con 17 poemas, hasta 1973, aproximadamente, Tranströmer busca distintos caminos de expresión, la mejor manera de representar la realidad. Una de ellas es la elegía, otra el haiku. Pero hay un momento en los 60, en el que cultuva un lirismo que no es cívico o social, sino urbano, pero distinto al que conocemos desde Baudelaire; un lirismo urbano próximo, que encuentra sus temas en lo inmediato y lo cotidiano. Luego, en La gran barrera de la verdad, su primer gran libro, hay un intento de que el poema tenga distintos desarrollos dentro de sí mismo. No lo concibe como un río, sino como un laberinto. Esto se ve muy bien en sus poemas más largos, empleando muchas coloraturas y tonalidades donde otros usan sólo una. Son poemas que funcionan como movimientos musicales.
P.- ¿Qué papel juega la música en la poesía de Tranströmer?
R.- Además de inspirarse en la música de Haydn y Schubert, Tranströmer es un gran conocedor de los grandes maestros del órgano. Es un universo muy significativo en el caso de este autor, porque hay muchos poetas que se han inspirado en la música y la han empleado como estructura, pero en el autor sueco los viejos maestros de la música son como una galería de fantasmas.
P.- ¿Cuál es el rasgo principal del autor de Deshielo a mediodía?
R.- En la poesía moderna, el yo procede del yo romántico, pero en Tranströmer es un yo poético universal. El yo romántico puede elegir distintos caminos de compromiso: cívico, político, religioso... Tranströmer tiene un compromiso moral pero es con el ser humano en su totalidad. Este humanismo es uno de sus rasgos fundamentales.
P.- La naturaleza ocupa gran parte de su poesía.
R.- Es un rasgo común de los nórdicos y centroeuropeos, en eso se diferencian mucho de los europeos del sur. Con respecto a la naturaleza, Tranströmer es un poeta que toma rumbos metapoéticos y metafísicos, sirvan como ejemplo estos versos: “El espíritu de Dios es como el Nilo: se desborda y se hunde a un ritmo que ha sido calculado en textos surgidos en épocas distintas”. Ni los místicos españoles se expresan así, los nuestros emplean el realismo. En Tranströmer encontramos un idealismo que tiene que ver con la naturaleza pero va más allá de ella. Hay una trascendencia, no necesariamente religiosa.
P.- ¿Cuál es su relación con la poesía del sueco?
R.- He sido siempre un lector de Tranströmer, primero en alemán, luego en francés y finalmente en español. Me parece un poeta muy importante y creo que éste ha sido uno de los Nobel más justos desde que tengo uso de razón.
P.- ¿Qué otros poetas nórdicos recomienda leer?
R.- Me gusta mucho Harry Martinson y, de los más jóvenes, Magnus William-Olsson. Pero los poetas suecos tienen el mismo problema que los escritores españoles con el Premio Príncipe de Asturias: se da casi exclusivamente a extranjeros.
P.- ¿Podríamos comparar a Tranströmer con algún poeta español?
R.- Los únicos autores españoles con los que he encontrado algún paralelismo son Vicente Aleixandre y Aurora Luque. Aleixandre tiene un poema titulado “La pareja”, en Un vasto dominio, que se parece a otro de igual título de Tranströmer; y Aurora Luque tiene un verso muy parecido a uno del autor sueco.
P.- Usted es catedrático de Filología Clásica. ¿Guarda Tranströmer alguna relación con los poetas griegos y latinos?
R.- Sí. Conoce muy bien no sólo la tradición clásica, sino toda la tradición occidental, porque lee en distintas lenguas. En “Latín”, dentro de su libro Visión de la memoria, que reúne varias prosas autobiográficas, cuenta cómo tardó muchos años en comprender a Horacio porque lo leyó demasiado joven. Dicen que Horacio es un poeta para hombres maduros y que Catulo es para los jóvenes.
P.- ¿Hay alguna conexión entre la poesía del sueco y la suya?
R.- Yo diría que lo que compartimos es una fuente común originaria, un río que es el gran corpus de la poesía occidental. Él ha bebido de esa fuente de manera más fructífera que yo, a juzgar por los resultados, pero cuando lo leo reconozco de dónde viene y a qué autores ha leído: aparte de los clásicos, a los románticos alemanes, a Hölderlin, a Rilke; a los expresionistas de principios de siglo; la lírica inglesa, no sólo los románticos; a norteamericanos como Pound o Eliot, padres de la poesía contemporánea; a Pessoa, o a los franceses Mallarmé, Baudelaire, Valéry...