El bailarín y coreógrafo Nacho Duato. Foto: Carlos García Pozo

Esta tarde conversará en Madrid con el periodista Antonio San José, dentro del ciclo Conversaciones en la Fundación de la Fundación Juan March.

El bailarín y coreógrafo Nacho Duato (Valencia, 1957) lleva más de un año al frente del ballet del Teatro Mijáilovski de San Petersburgo. Es el primer extranjero en cien años que dirige una compañía rusa y se le nota ilusionado en su nueva etapa, pero aún le dura el enfado por su forzada salida en 2010 de la Compañía Nacional de Danza, a la que imprimió su sello personal durante más de 20 años. Bajo su mando, la CND se convirtió en una compañía "de autor" de gran prestigio internacional, dedicada exclusivamente a la danza contemporánea. Pero hace dos años, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) quiso darle un cambio de rumbo a la CND para incluir repertorio clásico y neoclásico, lo que precipitó la marcha de Duato al considerar que la decisión echaba por tierra todo el trabajo realizado en dos décadas. Al menos, el realizador Alain Deymier endulzó su recuerdo de la etapa final al frente de la compañía con el documental Danse la danse, que sigue al coreógrafo en su última gira por Rusia con la CND y se estrenó hace tres meses en el Círculo de Bellas Artes. "Es uno de los regalos más bonitos que me han hecho en la vida", confiesa. Hoy vuelve a Madrid, donde estará en el ciclo Conversaciones en la Fundación de la Fundación Juan March.



Pregunta.- ¿Con qué se queda de los veinte años al frente de la CDN?

Respuesta.- Con todo lo bueno. Hemos hecho muchas coreografías, hemos viajado por todo el mundo, llevé la compañía a lo más alto y eso es con lo que me quedo. Prefiero no acordarme de lo malo, de los malentendidos con el ministerio y todo eso. Ahora estoy disfrutando mucho con mi nueva compañía y eso es lo que importa.



P.- ¿Pero sigue dolido?

R.- Dolido no, enfadado. Me sabe mal la mala educación de la ministra [Ángeles González-Sinde] y del director general [del INAEM, Félix Palomero] al no tratar como es debido a una compañía como la CND y a su coreógrafo.



P.- Si todo hubiera sucedido de otra manera, ¿habría llegado a un acuerdo para que la compañía pudiera bailar su repertorio?

R.- Seguro. Lo que pasa es que no querían ningún acuerdo. No es comparable, pero cuando veo lo que le ha pasado al juez Garzón me recuerda a lo que pasó conmigo: iban a por mí fuese como fuese y les daba igual cargarse el trabajo de tanto tiempo. De hecho, ahora tienen una compañía que no saben muy bien adónde va, ni qué futuro tiene ni qué estilo va a tener, pero les da lo mismo. Lo que más me fastidia es que ellos ya no están ahí, ni la ministra ni el director general, pero ya han hecho el desastre y se dedicarán a hacer otro desastre en otro sitio. Los que nos dedicamos a la danza estamos siempre al pie del cañón y estos que vienen de paso no tienen ningún reparo en pisotear todo lo que se ha hecho antes, me parece tremendo. Esto en otro país habría sido un escándalo impresionante.



P.- ¿Por qué cree que iban a por usted?

R.- Por celos y envidias. No puedo decir exactamente por qué, pero una vez que ha pasado todo, me doy cuenta de que ha sido algo personal. El código de buenas prácticas es una mentira, ya sabían que iban a coger a José Carlos Martínez mucho antes de hacer el código. Su elección ha sido a dedo, como la del resto de los directores de los teatros nacionales. El código de las buenas prácticas es el código de las malas artes.



P.- ¿Sigue considerando definitivo su adiós profesional a España?

R.- Ya no creo que vuelva. No tengo edad como para ir cambiando más de sitio. Además, mejor que aquí no puedo estar en ningún sitio. Rusia es el Vaticano de la danza.



P.- Es el primer extranjero que dirige una compañía rusa en cien años. ¿Cómo le llegó esta oportunidad de dirigir el Mijáilovski?

R.- El intendente del teatro estaba buscando director porque Ruzimatov, que fue bailarín principal del Ballet del Kirov, dejó de dirigir la compañía. Por esas fechas yo estaba haciendo un ballet en el Stanislavski. Me hicieron varias entrevistas y reportajes para la televisión rusa, él me vio, le gustó mi trabajo y se puso en contacto conmigo.



P.- ¿Qué distingue a un bailarín ruso de uno español?

R.- Los rusos tienen el ballet en los genes, además la selectividad para entrar en la escuela Vaganova es durísima, de mil niños entran cien. Les miden y les pesan para asegurarse de que sus proporciones son perfectas, es demasiado. Están muy preparados y físicamente son excepcionales. Después de haber montado un percherón es como montar un pura sangre, aunque mis bailarines de la CND tenían mi estilo muy interiorizado y nadie como ellos puede bailar mis ballets. Aquí estoy creando un estilo nuevo, porque tengo otra harina, así que el pan me saldrá distinto aunque siga siendo panadero.



P.- ¿Cómo afecta el frío a la danza?

R.- Para empezar, te puedes resbalar y romperte la crisma. La gente enferma mucho, menos mal que tengo 160 bailarines, cada semana hay alguien con gripe. Por mucho que te abrigues hace mucho frío, apenas se ve el sol y las defensas están por los suelos.



P.- ¿Está creando obras nuevas para el Mijáilovski?

R.- Aquí hay un repertorio clásico, pero poco a poco voy trayendo mi propio repertorio y creando ballets nuevos para ellos. Es importante tener un repertorio exclusivo, así como la CND tenía un repertorio único, por eso hacíamos tantas giras. Todos los empresarios que estaban trabajando conmigo en la CND se han venido conmigo, ya tenemos giras confirmadas en Australia, Japón, Singapur, Francia, Alemania, Italia...



P.- ¿Cómo le ha acogido el público ruso?

R.- Muy bien, no se pueden creer que haya cambiado Madrid por San Petersburgo, porque saben que es difícil ser el único extranjero en todo el mundo de la danza rusa. Han valorado la valentía de venir y dejarlo todo para empezar una vida nueva en un sitio tan distinto.



P.- ¿Cuándo podremos verle en España con su nueva compañía?

R.- En 2013.



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