Edoardo Nesi

El escritor italiano protagoniza un encuentro con sus lectores en la Feria del Libro este domingo.

Edoardo Nesi (Prato, 1964) siente un profundo desdén hacia los economistas. Sobre todo hacia aquellos que se creen oráculos capaces de predecir el futuro. En los tiempos en que la Unión Europea abrió sus mercados de par en par a los gigantes asiáticos firmó la sentencia de muerte de muchos sectores tradicionales diseminados a lo largo y ancho del continente. Pero no era eso lo que se pensaba entonces. Entonces se pensaba que estábamos delante de un sustancioso pastel al que estábamos a punto de hincar el diente. Italia es uno de los mejores ejemplos de este error de cálculo. Sus empresarios, en particular los del sector textil, salivaban por la ansiedad que les provocaba la posibilidad de vender los productos Made in Italy en un mercado de cientos de millones de potenciales consumidores. El tiro, sin embargo, les salió por la culata. A ellos y a los economistas que profetizaban innumerables parabienes gracias a la apertura total de fronteras para el comercio. Lo que pasó, como ya nos contó Saviano en Gomorra, es que los chinos copiaron los tejidos y los diseños itálicos, tan codiciados ellos, e inundaron el mercado occidental con esas réplicas a precios por los suelos. Resultado: la industria textil de Prato, localidad toscana donde nació Nesi y donde dirigió la empresa de tejidos heredada de sus padres, que a su vez la habían heredado de sus abuelos, cayó en barrena. El autor italiano tuvo que venderla, lacerado por la culpa. Ahora los polígonos de esta ciudad son páramos de inactividad. Sólo algunos talleres clandestinos con ciudadanos chinos hacinados, que duermen en agujeros malsanos junto a las tejedoras, siguen fabricando en la comarca. Todo esto lo cuenta Nesi en su obra La historia de mi gente(Salamandra), con la que ganó el Premio Strega el año pasado. Antes de venir a la Feria del Libro habla -por teléfono- con elcultural.es desde Prato.



Pregunta.- Entre tanta desolación, se dijo a sí mismo que no era el tiempo para novelas, que éstas no bastaban...

Respuesta.- Sí, sentí que las novelas no bastaban cuando vi que no era capaz de contar a mis hijos qué es lo que había sucedido con nuestra empresa; por qué, después de tantos años siendo el sustento de la familia, la habíamos tenido que vender. Eso quería contarlo sin los filtros de la fabulación.



P.- Aunque luego siente complejo de culpa, por haberse convertido en una especie de Casandra en su comunidad... Lo cuenta al final del libro.

R.- Bueno, mi sentimiento de culpabilidad se debe más bien al hecho de que yo abandoné la lucha al vender mi empresa. Pero ahora creo que yo soy más útil a mi gente como escritor que como empresario. Es necesario que se conozca el drama que estamos viviendo.



P.- ¿Y el futuro como lo vislumbra? ¿Como escritor, como empresario, combinando ambas facetas...?

R.- Escritor lo seré siempre. Pero ahora me doy cuenta que es muy difícil dejar de ser empresario. Seguro que algún día volveré a serlo, muy probablemente junto con mi hijo. Aunque también creo que lo más rentable para mí estos años ha sido estarme quieto.



P.- ¿En el sector textil?

R.- En este sector sólo se puede ganar dinero ya en Italia si te dedicas a la más alta calidad, y esta esfera es muy limitada, emplea a muy poca gente.



P.- ¿Qué porcentaje del Producto Interior Bruto italiano representa la producción de esta industria de su región?

R.- Ahora es difícil de calcular, pero antes de la apertura de los mercados suponía un 50 % del total que producía el sistema industrial manufacturero italiano.



P.- No tiene mucha confianza en Monti, ¿no? Cuenta en un pasaje que ya desde hace años este economista viene diciendo que la globalización no había tenido un impacto traumático en la industria italiana.

R.- Monti es uno de los máximos paladines de la globalización en el mundo. Es alguien que, al hacer este tipo de afirmaciones, demuestra que no conoce bien Italia. La desgracia de este país es haber tenido a un presidente como Berlusconi, un político que... Bueno, todos sabemos quién es Berlusconi. Y ahora tenemos en el poder a un banquero que no conoce su país.



P.- ¿Contra quién siente más rabia? ¿Contra los diseñadores, contra los economistas, contra los políticos...?

R.- Los políticos no han entendido nada, ni aquí ni en España ni en Inglaterra... En la Unión Europea siguen estando un montón de burócratas que no han sido elegidos por la gente y que pensaban que la globalización iba a contribuir a erradicar los prejuicios entre los pueblos y, sin embargo, vemos que los está potenciando. Las identidades nacionales están resurgiendo por la crisis.



P.- Por cierto, ¿cómo ve el ascenso de Liga Norte en su región, La Toscana? ¿En qué medida se debe al aumento del desempleo y el descontento social?

R.- Lo cierto es que la Lega está volviendo a caer ahora por los escándalos de corrupción. Es una buena noticia. Ha aprovechado la coyuntura avivando el sentimiento xenófobo contra los inmigrantes. No se dan cuenta que sin inmigrantes muchas empresas italianas tendrían que cerrar mañana mismo. Pero es difícil luchar contra el populismo, muy difícil.



P.- ¿Cree que el mercado italiano, y europeo, debería restringir el acceso de los productos italianos?

R.- No, no... Lo que tenemos que hacer ahora es abrazar por completo la globalización porque ya no hay marcha atrás. Tenemos que decir a nuestros jóvenes que son ellos los que tienen que emprender nuevos proyectos empresariales. Mi generación ha visto derrumbarse todo lo que levantaron nuestros padres. Ahora nuestros hijos deben comenzar de cero. En Italia como en España.



P.- Deben poner a trabajar la imaginación, ¿no?, porque como le dijo Richard Ford sólo ésta podrá derrotar a la economía.

R.- Exacto. Ellos tienen que poner en marcha nuevas ideas, tan originales que personas de mi edad no podrán entenderla de entrada, porque si las entiende significará que no son del todo nuevas.



P.- Una curiosidad. Dice que Foster Wallace es un suicida que le ha enseñado a vivir: ¿...?

R.- La verdad es cuando lo escribí me sorprendió a mí mismo, pero es la pura verdad. Él me ha enseñado tantas cosas de la vida... Una vida que él no ha querido vivir. No sé, quizá esto sea un problema.



  • Ver otros Buenos Días