Sigrid Kraus. Foto: Santi Cogolludo

La editora de Salamandra ha vuelto a dar la campanada con 'El abuelo que saltó por la ventana y se largó', uno de los libros más vendidos en la última Feria del Libro de Madrid.

Hace 12 años, la editora alemana Sigrid Kraus y su marido, Pedro del Carril, compraron la filial española de la editorial argentina Emecé, que acababa de ser fagocitada por Planeta. Sobre esa base fundaron Salamandra. Él se encarga de los números y ella pone su finísimo olfato. En sus inicios, Kraus apostó por una historia sobre un niño mago después de que grandes editoriales la rechazaran. Era Harry Potter. También publicó el popular El niño con el pijama de rayas y ahora ha vuelto a dar en la diana con El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Jonas Jonasson, que ha cosechado un enorme éxito en Europa y ha sido uno de los libros más vendidos en la recién terminada Feria del Libro de Madrid. Estos bombazos periódicos son el sustento de la editorial y le dan a Kraus aún más libertad para practicar su estilo editorial basado en el (buen) gusto personal y la intuición, con el punto de mira en los autores más interesantes en lengua extranjera.



Pregunta.- ¿Por qué apostó por El abuelo que saltó por la ventana y se largó?

Respuesta.- No fue una decisión fácil, porque el libro estaba en sueco, así que no lo podía leer. Me enviaron un resumen muy completo del contenido que me gustó mucho, luego encargamos una traducción "relámpago" de unos capítulos del libro y llamé a una amiga editora en Suecia que casualmente lo acababa de leer y me lo recomendó muchísimo. Todo esto más el entusiasmo contagioso de las agentes me convencieron que debía escuchar mi intuición e ir a por él.



P.- Su habilidad para dar la campanada combinando buen ojo y buen gusto está más que demostrado. ¿Cómo trabaja su intuición?

R.- Ay, si lo supiera... Lo único que sé es que para que una persona pueda seguir su intuición en la vida, tiene que sentirse arropada por los que la rodean y con la libertad de poder seguirla, estas condiciones se dan en Salamandra y creo que son un privilegio del que pocos de mis colegas disfrutan.



P.- Ahora seguramente no, pero en los comienzos de Salamandra, ¿era difícil convencer a distribuidores y libreros de que un autor desconocido merecía la pena?

R.- Sí, por supuesto, la confianza es algo que se gana a lo largo del tiempo y poco a poco, para esto es fundamental la honestidad a la hora de presentar los libros.



P.- ¿Por qué las editoriales más grandes no arriesgan tanto?

R.- Los editores que trabajan en grandes grupos están obligados, como es lógico, a justificar sus inversiones en derechos. La mejor justificación es, o bien que un libro se parece mucho a otro que ha tenido mucho éxito, o contratar a un autor que ya ha demostrado que vende, de allí el afán de algunos de "robar" autores a otras editoriales, lamentablemente, es algo que a sus jefes les parece una inversión "segura".



P.- ¿Habría más variedad en los estantes de las librerías si sólo hubiera editoriales independientes?

R.- No necesariamente; mientras se mantenga el precio fijo, creo que la diversidad de títulos está garantizada. Lo que sí es probable es que cambiaran los criterios de algunos libreros, especialmente en las grandes superficies, sobre qué títulos resaltar en las librerías. Cada vez más nos encontramos con que el único criterio para conceder un espacio preferente a un determinado título, son los descuentos y demás ventajas que les ofrecen las editoriales y no el potencial de venta real que pueda tener ese libro.



P.- ¿Se han planteado incluir más autores en español a su catálogo?

R.- De momento, no.



P.- ¿Cómo les ha ido este año en la Feria del Libro de Madrid? ¿Qué importancia tiene esta cita en las ventas de Salamandra?

R.- Es importante por las ventas y por la función de escaparate que tiene. En nuestra caseta estamos un 15% por debajo de la cifra del año pasado. Si se tiene en cuenta que hemos tenido uno de los títulos más vendidos de la feria, no es un buen resultado. Evidentemente el sector está notando la crisis y la feria coincidió con uno de los meses más negros en la historia reciente de España. Teniendo en cuenta todo esto, ¡quizás deberíamos celebrar que al menos los españoles siguen comprando libros!

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