Concha Velasco, por Gusi Bejer
Pregunta: Con la que está cayendo, ¿no tiene pudor en ser una pluriempleada?
Respuesta: Ninguno. Me arrodillo todos los días para dar gracias a Dios. Lo que me preocupa es mi entorno, no me fío de las personas que no se interesan por la gente que le rodea. Y me preocupa muchísimo lo que les ocurre a mis hijos, que como todos los españoles están asustados porque dependen de mamá. Mamá tiene 72 años.
P: ¿Y su salud, no piensa en jubilarse?
R: Me gusta muchísimo mi profesión. Mi lema es “nunca digo NO a ningún trabajo”. Para mí los trabajos no son alimenticios, son fundamentales para vivir a todos los niveles. Si derrocho salud es porque madrugo mucho, estudio mucho y descanso poco. Y tengo una genética heredada de mi padre, don Pío Velasco, que murió con 86 años de un ataque de fabada.
P: Usted es de las pocas actrices de hoy a la que le han escrito papeles a medida.
R: He tenido la suerte de que lo hiciera Antonio Gala. Yo me defino como ‘una mujer corriendo detrás de alguien'. No me da vergüenza confesarlo. Quizá sí en el terreno amoroso porque siempre he sido la que se enamoraba. He ido detrás de los hombres que he amado para que me quisieran; unos lo han hecho, otros no. Pero cuando yo me he enterado de un proyecto de teatro, de cine o de televisión que me interesaba, he llamado a todas las puertas.
P: Y ha desafiado a los que dicen que no hay que hacer teatro cuando se hace televisión.
R: Antonio Gala decía que si la gente te veía en la televisión no iban a ir a verte al teatro. Yo creo que lo que quema es no trabajar. Lo que hay que hacer es interesar al espectador y no creer que la televisión es una caja tonta. En este país siempre echamos la culpa a los otros: los que no nos ven, es que son tontos. Yo no, soy muy realista, la gente no es tonta, ve lo que quiere ver. Hacía televisión y cuando la obra interesaba, se me llenaba el teatro. Y si no, pues no iba.
P: Sé de su buen olfato para detectar si funciona una obra.
R: Pues sí, pero he tenido fracasos estrepitosos.
P: Como el de Hello Dolly.
R: Con ese musical perdí todo lo que tenía: el chalet de La Moraleja, mi casa de la avenida de San Luis, que compré con 26 años en el mejor momento de mi vida. Mi apartamento de Cullera. También fue un fracaso Matahari, dirigida por Marsillach y con música de García Abril; tuvo críticas maravillosas en el extranjero, pero ni tres meses estuvimos. Y en televisión también los he tenido. Soy la única persona de esta profesión que cuenta los fracasos. Y es muy bueno decirlos porque una vez que lo admites, eres capaz de todo.
P: Debuta en Mérida con Hélade. Con su carrerón ¿y no había pisado este teatro?
R: Me han ofrecido cosas. Mi pobre marido, que en paz descanse, Paco Marsó, hizo grandes montajes allí, como Golfus de Roma, que dirigió Mario Gas, un musical que costó un dineral y del que fui coempresaria. Luego hizo Lisístrata, cuando ya estábamos separados, y me lo ofreció pero no quise. Ahora me toca por fin, voy a interpretar pequeños trozos de Las Troyanas. Me hubiera encantado hacerla entera. Es un montaje en el que está José María Pou, Lluís Homar, Maribel Verdú y esos músicos extraordinarios como Ara Malikian y Toti Soler.
P: ¿Por qué no actúa en los teatros públicos?
R: Nunca me lo han ofrecido desde Luis Escobar, cuando dirigió el Español. Yo creo que como siempre estoy trabajando, no me lo piden. También es verdad que se cobra menos y yo tengo éxitos que duran tres años.
P: ¿Es verdad que es futbolera?
R: Lo de la Selección es una maravilla, ha hecho que nos unamos todos, que saquemos la bandera de España. Creo que es la opinión de todos, vamos a ver si nos unimos ya de una puñetera vez y valoramos a la gente en su justa medida. Y hay que apoyar al gobierno de España, sea del partido que sea, en estos tiempos tan críticos. No nos queda otra. Y digo esto no porque tenga 72 años, sino porque siempre he tenido la cabeza muy bien puesta.