Iván Martín, Rafael Chirbes, Miguel Zugaza
Cada vez que viajo procuro visitar lugares donde se juega el deporte nacional. Siento que percibo algo que no puedo encontrar en ningún otro rincón, que las barreras que se levantan delante del turista se vienen abajo. El béisbol en Cuba lo es todo: el ron, la caña de azúcar, el son, la trova... y la política. Pero, sobre todo, un juego de niños. Una metáfora. En mi segunda visita al estadio fui solo. Terminé abrazado al vecino de al lado cuando Germán Mesa voló por el aire y capturó una bola imposible. Asistí a un milagro, me convertí en niño. Y amé el béisbol.
Rodé mi primera película allí (El juego de Cuba). Trataba del béisbol sobreviviendo a todo: a la manipulación, al complot, a la política, al dinero. Me aprendí cada rincón del estadio y pisé la hierba del terreno. Lloré cuando un famoso pelotero de los 80, Rey Vicente Anglada, me confesó, con una sonrisa, cómo el régimen había destruido su carrera metiéndolo dos años en la cárcel por "peligrosidad social". Lloré porque, a pesar de todo, él seguía siendo un niño amando el béisbol.
Manuel Martín Cuenca (Almería, 1964) es cineasta. Debutó con el documental 'El juego de Cuba' (2001), si bien fue con 'La flaqueza del bolchevique', adaptación de la novela de Lorenzo Silva, con la película que se dio a conocer. Después del filme coral 'Malas temporadas', realizó el documental-entrevista sobre Santiago Carrillo para la película 'Últimos testigos' (2009). Su último trabajo, 'La mitad de Óscar' (2010), obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Miami.