No se trata tanto de saturación como de agotamiento. Un poco lo mismo que le está pasando a la propia teleficción norteamericana. Con el fin de Breaking Bad en esta quinta y última temporada que ahora está en marcha (y que esperaré a comentar en este espacio cuando llegue la gran finale), tengo la sensación de que otro nuevo ciclo "post edad de oro" llega a su fin en el universo de las series. Por supuesto seguirá habiendo grandes teleficciones televisivas (ahí están Juego de tronos, Treme, Mad Men, Enlightened, Boardwalk Empire... y las que todavía están por nacer), pero las rupturas ya se han producido. Especialmente en el territorio del drama, porque la comedia y la tradición sitcom pertenecen a otro universo. Las grietas que abrieron Los Soprano (en el cine de género), The Wire (en la vertiente política de la televisión), A dos metros bajo tierra (en la caracterización de personajes), Perdidos (en las posibilidades del relato), Mad Men y Deadwood (en la recreación de un tiempo y un espíritu) o 24 (en el empleo del tempo cinemático), los seísmos y expectativas que se desataron a su alrededor, son verdaderamente irrepetibles. Lo que ha venido después, sin restar méritos a sus logros y la calidad de varias series, sustancialmente se ha dedicado a estirar o perpetuar conquistas previas.



No dejaré de ver series, pero sí lo hare con más moderación y criterio selectivo. No me queda más remedio. El tiempo es limitado, y aun así me las he apañado en los últimos años para hacer malabarismos con los horarios (duermo poco, la verdad) y poder también seguir muy de cerca la actualidad cinematográfica, tanto de estrenos como de festivales. No es saturación, repito, sino agotamiento. En este punto debo decir que disfruto más sumergiéndome en el glorioso pasado que en el repetitivo presente televisivo, bien sea para descubrir series que aún desconocía (Berlin Alexanderplatz, First Person, Battlestar Galactica, etc.) o para rever otras que se han quedado incrustadas en la memoria de por vida (ahora he regresado a la tercera temporada de Los Soprano y tengo previsto volver a la cuarta de The Wire).







De izda. a dcha.: Los Soprano, Perdidos, A dos metros bajo tierra, The Wire, Deadwood y Mad Men.



Motivado por una combinación de pasión personal y de interés profesional, en los últimos dos años he empezado a ver muchas más series de las que he seguido viendo, y eso era la excepción a principios de siglo, cuando cada serie nueva era un acontecimiento y no podía abandonarse. Ya no lo es. Al menos para mí. No creo que The Walking Dead, Fringe o True Blood tengan especial relevancia hoy en día. Los canales de cable se han tomado el "boom" como una oportunidad única, y ahora nos encontramos con un paisaje televisivo en el que abundan las variaciones, los simulacros y los manierismos, en el que las ideas y los personajes y las tramas redundan sobre sí mismas, donde la atmósfera de explosión creativa ha dado paso a un periodo de perpetuación industrial sin más interés que sacar provecho del fenómeno espectatorial hacia las series o, en el peor de los casos, que rellenar parrillas de programación. Un poco como le ocurre también a Hollywood con los cómics y la literatura adolescente.



Por lo tanto, este blog, "To be continued...", después de dos años y 80 posts, cambia un poco su rumbo, pero sin tomar un sentido contrario, sino más bien ampliando sus horizontes. Seguiré escribiendo de series, por supuesto (el motivo de volver a Los Soprano tiene algo que ver con la necesidad de escribir sobre ella en este espacio, uno de mis posts ausentes imperdonables), pero también encontrarán reseñas de DVD, textos sobre películas de todo tipo, festivales, exposiciones relacionadas con el audiovisual (un territorio especialmente rico y poco explorado en los medios), asuntos de diverso pelaje que entroncan directamente con el medio cinematográfico.



Espero no perder muchos lectores en el camino. Y con suerte, ganarlos.



[Breve reflexión que no podía callarme: Un crítico muy popular se quejaba recientemente, por enésima vez, de la lentitud (yo diría negligencia) con la que trabaja la distribución española de series, especialmente en el mercado de DVD. El crítico confesaba, de paso, que no había visto la tercera temporada de Deadwood (¡es del año 2006!) porque "no es un pirata". Artículos de este tipo, a estas alturas, cuando por otras vías y un poco de voluntad se puede tener acceso a prácticamente cualquier serie, en buena calidad y sin incurrir en delitos, solo me producen estupefacción. ¿Es que yo, que sí he visto la tercera temporada de Deadwood (porque entre otras cosas es mi deber profesional hacerlo), soy un "pirata"? ¿Merezco ser perseguido por la ley por tomarme mi trabajo algo más en serio de lo que sin duda se lo toman las compañías distribuidoras?]