José Luis Corral. Foto: Mitxi.

Acaba de publicar 'El enigma de las catedrales. Mitos y misterios de la arquitectura gótica'

Las catedrales góticas son libros en los que convergen diversos idiomas simbólicos. Muchos de ellos ya no somos capaces de entenderlos. Son herméticos al hombre contemporáneo. Aun así todavía podemos sacarle mucho jugo a su contemplación. El catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza José Luis Corral (Zaragoza, 1957) desarrolla muchas claves para penetrar en esos textos de piedra y cristal en El enigma de las catedrales (Planeta). El autor de éxitos de la novela histórica como El Cid y La prisionera de Roma plantea un viaje con escalas en Chartres, León, Bolonia, Durham, Cuenca, Reims, París..., en el que se choca con situaciones que recuerdan mucho al periodo actual. Durante la baja Edad Media la construcción de estos templos también provocó una burbuja de orgullos desatados ("cada ciudad quería tener la más grande") y endeudamientos inasumibles ("gran parte de la banca europea quebró en el siglo XIV y muchas catedrales se quedaron a medias"). Como en Seseña, pero con más altura estética.



Pregunta.- ¿Cómo nació su interés por las catedrales?

Respuesta.- Me pasó algo parecido a lo que cuento en el libro que le sucedió al poeta Paul Claudel cuando entró en la catedral de Nuestra Señora de París. Vivió una especie de revelación, y pasó de ser un descreído a profesar el catolicismo. Yo todavía conservo mis dudas en cuestiones de fe pero también sentí una especie de revelación a los 9 años en la catedral de León. Mis padres son de Zamora y algunos veranos nos acercábamos a León. Luego, al ser un medievalista, he estado muy en contacto siempre con las catedrales. Había publicado varios reportajes sobre ellas en revistas como National Geographic pero llevaba tiempo intentando escribir un libro monográfico sobre catedrales. Ahora por fin he podido, tras diez años de investigaciones.



P.- Dice que las catedrales hay que leerlas, que son textos semióticos.

R.- Exacto. Son textos en los que confluyen diversos lenguajes simbólicos. De algunos hemos perdido por completo la capacidad de entenderlos. Es como si dentro de quinientos años nuestros sucesores no entendiesen la convención de los colores de los semáforos. Hoy todavía interpretamos los juegos de luz, como en el crucero hay una zona iluminada (la sur) y otra a oscuras (la norte), la orientación del ábside hacia el este, por donde sale el sol... El colorido lumínico que generan las vidrieras. La luz siempre se ha asociado con la divinidad. También el lenguaje del poder. Son una manifestación de omnipotencia. En la baja Edad Media las casas de las grandes ciudades no superaban los ocho metros, mientras que las torres de las catedrales podían llegar a los 100 metros y la cúpula, por dentro, los 45 ó 50 metros. Una desproporción brutal que lanzaba un mensaje claro.



P.- En esos años se produjo también una especie de burbuja inmobiliaria con las catedrales...

R.- Cierto. En el siglo XIII hubo una locura generalizada por construir la catedral más alta. Hasta municipios modestos entraron en la competición. Es el caso de Beauvoix, al sur de París, que quería construir una catedral de 170 metros de longitud. ¡Dos campos de fútbol! Al final la crisis provocó la interrupción del proyecto. En el XIV se produjo la quiebra de la banca europea. La catalana, en 1381, por eso a la catedral de Barcelona le faltaba la fachada, que tuvo que ser terminada en el siglo XIX. Igual pasó con la de Colonia, y la de Cuenca. Esta se remató en el XX. Aquella situación recuerda mucho a la de hoy en día.



P.- ¿Cuál es la principal aportación de las catedrales góticas sobre las románicas?

R.- El románico es fantástico pero tiene una limitación técnica. Se basa en el arco de medio punto, de modo que la proporción que ofrece siempre es la misma, uno por dos [radio/diámetro]. El arco ojival del gótico provoca una revolución en este sentido, ya que abre un abanico de proporciones. Eso permite, junto con los arbotantes y los contrafuertes, abrir vanos tremendos en el interior de la nave y eliminar los muros de piedra, que pueden ser sustituidos por vidrieras de cristal.



P.- ¿La arquitectura de ahora, con tanto edificio fálico disparado hacia el cielo, no le llega a la suela de los zapatos a la de aquella época?

R.- Es asombroso cómo con los medios técnicos de que disponían llegaran a construir aquellas maravillas. La verdad es que no tiene nada que ver con la de ahora.



P.- ¿Cuál es la catedral con más carga esotérica y más encriptada?

R.- Chartres. Allí encontré una escultura en la fachada norte que representa un arca con ruedas, con la misteriosa inscripción "Arca Cederis Hic Amititur". Está abierta y pueden verse algunos utensilios, uno parece un matraz de alquimista, de los que utilizaban para obtener la piedra filosofal. ¿Es el arca de la alianza? ¿Esa inscripción podría entenderse como un mandato de Dios para que las tablas de la ley se custodien en esta catedral?



P.- ¿Qué lugar ocupa España en el escalafón de las catedrales góticas?

R.- La verdad es que a España el gótico llegó tarde. Cuando el maestro Mateo esculpía el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, perteneciente al estilo románico, en Francia ya llevaban construyendo catedrales góticas medio siglo. Entró luego por el Camino de Santiago. Y tenemos ejemplos maravillosos como la de León. Y la más grande, la de Sevilla.



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