Leandro Navarro.
El galerista muestra su colección particular en el Museo Lázaro Galdiano
Pregunta.- ¿Cómo surge esta exposición de sus piezas particulares?
Respuesta.- La comisaria de la muestra, Lola Jiménez Blanco, conocía mi casa y coincidió que estaba trabajando también en el museo y me propuso mostrarla. Para mí es un honor excesivo, éste un sitio maravilloso. No cabía la colección completa, de unas 200 obras, porque los espacios que tiene el museo son limitados. Se podrán ver unas 75 piezas.
P.- ¿Y de qué épocas?
R.- Creo que tiene tres etapas bien diferenciadas. La primera, la que a mí me toco vivir cuando inicié la colección: Escuela de Madrid, Palencia, Zabaleta, Cossio, Martínez Novillo… Pero pronto empiezo con los abstractos, Millares, Tàpies, Rivera, todos los pintores del Grupo el Paso que me gustaron tanto. Por otro lado está el realismo que me ha interesado mucho como galerista y como coleccionista: Antonio López, Carmen Laffón, Julio López Hernández y Paco López. Hay también en la exposición una zona dedicada a las esculturas de Pablo Gargallo, Eduardo Chilida o Julio González. Y quizá una parte más internacional, con Picasso, Calder o Miró de quienes no he podido comprar grandes óleos pero sí algunos dibujos fantásticos de las vanguardias históricas. Se verán también cosas difíciles de encontrar como un dibujo de Freud cuando al final hizo muy poco dibujo. Es un recorrido muy completo por el gusto de un aficionado que llegó a ser profesional.
P.- ¿Qué destaca de su colección y de su pasión por el arte?
R.- Seguramente mi mayor aportación ha sido al mundo de Solana, representado aquí con cuatro óleos y varios dibujos en color, pero que aquí, por primera vez voy a verlos colocados al lado de Goya, y es que es Solana quien mejor sigue esa tradición tan española que representa el aragonés. Mi suegro, Juan Valero, fue el coleccionista más importante de Solana y mi mujer y yo heredamos sus obras y su pasión y juntos hemos trabajado mucho en la defensa de este pintor.
P.- Antes fue coleccionista que galerista, ¿cuál fue su primera compra?
R.- Fue un Benjamín Palencia, El sobrino de Hermógenes, que vi en una exposición del Círculo de Bellas Artes. Fui a casa de Palencia donde me recibió el pintor quien, al principio, no quería venderla. "No lo vendo -me dijo- pero si lo hago será el más caro que he vendido nunca", y así lo hizo, me lo vendió por 15.000 pesetas, y, al final, yo creo que un poco apurado por el precio, me regaló también un dibujo precioso.
P.- Las colecciones suelen contar una historia, ¿cuál es la suya?
R.- Mi historia entera está en esa colección porque he hecho de todo, he sido escritor, procurador de los tribunales y luego galerista, y en las distintas épocas de mi vida y de mi colección se ve que lo que me gustaba era la pintura moderna y los muebles antiguos, y por eso creo que encaja todo tan bien en estas estancias del Lázaro Galdiano.
P.- ¿Cree que por asegurar la inversión en tiempos complicados, la vanguardia histórica ha adquirido importancia en las ferias y en el mercado galerístico?
R.- Sin duda. Además en este momento somos muy pocas las galerías españolas que nos dedicamos a investigar las vanguardias. En uno de los primeras ediciones de ARCO monté un stand con Serge Poliakoff, (Moscú, 1900 - París, 1969) que aquí ni se conocía. Hemos hecho una labor importante en este sentido.
P.- La feria Frieze este año abre nuevas perspectivas para las galerías que se ocupan de la vanguardia y ha montado Frieze Masters prueba también de este interés creciente.
R.- Yo creo que en España somos más bien olvidadizos y enseguida pasamos página pero hay que recordar el origen de lo que ahora se pinta, sin Schwitters, por ejemplo, hoy no se podría entender el collage.