Joaquín Leguina. Foto: David Asencio.

Hoy recibe el Premio José Luis Sampedro del festival Getafe Negro.

Joaquín Leguina (Villaescusa, Cantabria, 1941) fue durante doce años Presidente de la Comunidad de Madrid y durante once, secretario general de la Federación Socialista Madrileña. Su extensa -e intensa- carrera política no le impidió ir fraguando, en paralelo, una carrera literaria que hoy ve reconocida con el Premio José Luis Sampedro del festival Getafe Negro. Hace pocos días publicó El camino de vuelta (La Esfera de los Libros), en el que da su "versión impresionista" de la historia del PSOE en los últimos 30 años, desde el triunfo de Felipe González en 1982 a la actual crisis del partido.



Pregunta.- ¿En qué se diferencian el PSOE de ahora y el de hace 30 años?

Respuesta.- Principalmente en la profunda y larga crisis de electorado que atraviesa ahora. Hace 30 años el partido estaba en plena gloria. Y este divorcio con los electores no es coyuntural. O el PSOE entierra el zapaterismo -los modos, las maneras, el baile de la yenka- o el zapaterismo enterrará al PSOE. Y también habría que poner en los estatutos que sea necesario haber trabajado por cuenta propia o ajena para desempeñar un cargo en el partido. Trabajar es la forma natural de estar en el mundo, lo raro es no haber trabajado en la vida y ser representante de la ciudadanía.



P.- ¿El punto de inflexión fue la "prejubilación forzosa" de la generación del 68?

R.- Ese fue el gran objetivo interno de la generación zapateril. Eran expertos en todos los trucos internos, zancadillas y la endogamia que se venía gestando desde hace mucho tiempo. El fallo de la generación de Felipe González es que no supo prevenirlo. Ahora la selección de los líderes no tiene que ver con la valía y la capacidad, y se impide la entrada de nuevas gentes. Si usted quiere entrar en el PSOE, no ya en el organigrama, sino como simple militante, no le van a dejar entrar. Le pondrán pegas y le darán largas.



P.- ¿Y hacia dónde va el partido?

R.- De momento, nadie está dispuesto a dar el giro radical que necesita el PSOE. No puede ser que un partido se suba a todas las bicicletas que se mueven. ¿Cómo pueden apoyar las huelgas de metro en Madrid, que son un asunto puramente corporativo? O eso de subirse al carro de los sindicatos, precisamente ahora que no están en su mejor momento de prestigio social. Ni tampoco se puede tener ese discurso de lengua de madera de decir que todos los males de la crisis y los recortes se deben a la mala voluntad del partido del Gobierno. Aunque tampoco defiendo las acciones de Rajoy.



P.- ¿No hace algo parecido el PP al decir que todos los males se deben a la herencia recibida?

R.- Sí, pero ese rollo se le va a acabar ya. Un ejemplo de cómo funciona la política en este país: al PP se le propuso un pacto para reformar la educación cuando Ángel Gabilondo era ministro, y se negó con tal de que el PSOE no se apuntara un tanto. El desastre de la educación se debe a que cada vez que un partido entra en el Gobierno cambia las leyes educativas. Es inconcebible.



P.- Hoy le dan el premio José Luis Sampedro de Getafe Negro, que se concede como reconocimiento a sus valores literarios y humanísticos. ¿Cómo valora que le otorguen este galardón?

R.- Cuando uno llega a una cierta edad está expuesto a que le premien... Estoy muy agradecido. Tengo una obra literaria ya consolidada y pienso seguir consolidándola.



P.- Uno de los géneros que ha transitado es, precisamente, el de la novela policíaca. ¿Cómo se aficionó a él?

R.- He leído novelas policíacas desde muy joven. Era un lector muy intenso y muy poco selectivo. Por supuesto, he leído a los grandes norteamericanos, como Chandler y compañía. Mis personajes son de color local, todo transcurre en el viejo Madrid, con un toque castizo incluso. Lo más difícil del género negro es la trama, y si uno lee con atención, es difícil encontrar una que sea redonda.



P.- Durante su carrera como político, ¿cómo compaginaba el ejercicio de un cargo público como el de presidente autonómico con la escritura?

R.- Cuando uno es el jefe de algo, es el que pone los horarios. Siempre he sacado tiempo para escribir, y no me ha ido mal frente al público. No podría vivir de esto, eso sólo lo consiguen Arturo Pérez-Reverte, Javier Marías y unos cuantos más que escriben novela histórica, un género al que confieso no ser aficionado, salvo por Galdós.



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