Magda Bellotti en la galería de Algeciras, en 1995. Fotografía: Manuel Rojas

La exposición 'Más al sur. 1982/2012' su espacio madrileño conmemora sus treinta años como galerista

Fue un jueves, el 14 de octubre de 1982. Magda Bellotti, con una carrera de filosofía y una fascinación por el arte que compartía con amigos artistas, entre ellos su propio hermano, Evaristo Bellotti, inauguraba una nueva galería en la entreplanta de un local en Algeciras, "un lugar completamente alejado de cualquier manifestación artística de calado, que contaba con unas pésimas comunicaciones con el resto de un país que además vivía en una auténtica penuria económica, casi como ahora. Aquello era una locura visto ahora en pleno siglo XXI. Y, sin embargo, resistí allí 19 años", explica. En 2001 dio otro giro a su vida y trasladó su galería a Madrid, aunque hoy vuelve Más al sur en la exposición que conmemora sus 30 años como galerista. Reúne a todos los artistas con los que trabaja. Tiene claro lo que le pide a un artista: "Tiene que existir detrás de cada obra un discurso que la mantenga. Ocurrencias tenemos todos, pero el arte es otra cosa".



Pregunta.- ¿Cómo echa a andar una galería en un lugar como Algeciras hace treinta años?

Respuesta.- Mis padres tenían un local en pleno centro de Algeciras, fue natural abrir la galería allí. En ella hice grandes exposiciones, me traje todo lo que pude de Madrid. Juana Mordó me ayudó mucho y me cedió obras de Guerrero, Campano, Broto... sin pedirme nada a cambio. Era generosa e inteligente. Se me ponen los pelos de punta el pensar cómo llegaron esas obras a Algeciras. Entonces no había transportes especializados y me traje todo eso en un vagón de tren, junto a cajas y bultos de lo más variopintos. Norberto Dotor y Juana de Aizpuru también me ayudaron mucho en aquel momento. Finalmente me vine a Madrid porque no me quedaba otra. Hacía tiempo que sabía que tenía que hacerlo y lo hice en cuento pude.



P.- ¿Qué significa ser galerista hoy?

R.- Estamos desplazados y no sabemos realmente cuál es nuestro sitio, actuamos por inercia. Estamos sumidos en una gigantesca crisis que no es solo económica, lo que es más grave aun. Seguimos trabajando con patrones del XIX y no nos hemos dado cuenta de que estamos en otra era, que tenemos que trabajar desde otras perspectivas, que debemos ser más flexibles más rápidos. Somos los primeros ojos, lo que nosotros decidimos exponer en nuestros espacios es lo que alimenta nuestros museos, somos generadores de patrimonio, por eso nuestro trabajo es tan importante. La verdadera categoría de un galerista la da esa capacidad de ver dónde hay un verdadero artista. Un galerista tiene que ser una persona culta e inteligente acompañado de una extraordinaria sensibilidad, entonces ahí se produce el milagro. Todo lo demás se puede aprender.



P.- Y, ¿cómo ha visto cambiar el sistema del arte en todo este tiempo?

R.- La aparición en los noventa de las ferias de arte es un hecho que no podemos olvidar tampoco. Son importantes para difundir el trabajo de nuestros artistas pero hemos comprobado que hay mucho más que ferias de arte. Las galerías abrimos prácticamente todos los días del año y, sin embargo, tenemos pocas visitas a pesar de que contamos todos con estupendos espacios en los que no se cobra la entrada. La labor de difusión del arte que hacemos es algo que debería estar considerado, deberían de ser las galerías "espacios protegidos". No olvidemos tampoco que cada galería es única, que imprime un sello, una manera diferente de enfrentarse al hecho artístico, por eso somos todas importantes.



P.- ¿Cómo está influyendo la actual crisis económica al sector del arte?

R.- Está afectado de una manera profunda. Todo aquello por lo que hemos luchado tantos años está a punto de desaparecer y no hay nada que lo reemplace. La situación de los artistas de nuestro país, de la inmensa mayoría de ellos, es catastrófica. No se les considera, nos se les respeta, todo el mundo se atreve a hablar y opinar sin saber. Somos definitivamente un país muy inculto.



P.- Arte español en los museos españoles... ¿Cree que es el gran reto pendiente?

R.- Sí, aquí vale esa fórmula de que aquello que viene de afuera es mejor... ¡Es que 40 años de franquismo no nos lo quitamos de encima de un plumazo! Pensamos que ya hemos superado muchas cosas y no es así. Efectivamente, si protegemos lo nuestro nos irá mejor, nos valorarán más y tendremos más poder para defendernos fuera, porque tendremos, entre otras cosas más recursos económicos. Si los visitantes de los museos españoles ven obras de artistas nacionales colgados en sus salas, pues lógicamente esto nos beneficia muchísimo.



P.- Como galerista, ¿qué debate plantearías a otros colegas de profesión?

R.- Se tiende mucho en nuestro país a ver la diferencia como oposición. O te unes al grupo o eres enemigo y esto no siempre tiene que ser así. Uno de los problemas que tenemos los galeristas en nuestro país es que no hablamos y cuando hablamos no siempre decimos lo que pensamos realmente. La presión es brutal, opinar significa destacarse y posiblemente no salir en la foto. No hay debate serio en nuestro sector, no cuestionamos nada, y así nos va. Yo he propuesto discutir los verdaderos problemas del sector, que no pasan por hacer fiestas, si no por todo lo contrario: por abrir debates, analizar desde la base cuáles son nuestros problemas y, sobre todo, qué podemos hacer para mejorar.



P.- En 1982 todo era revolucionario en el arte, todo estaba por hacer. ¿Y ahora? ¿Qué revolución es la más urgente?

R.- Hoy la revolución pasa por los nuevos medios de comunicación, no solo en cómo nos comunicamos, sino también en cómo los artistas utilizan toda esa información y la incorporan a sus trabajos. Esa es una revolución que ya ha comenzado. Hay un cambio en la generación de artistas mas jóvenes y en cómo quieren gestionar su trabajo, que no necesariamente pasa por una galería.

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