Albert Espinosa. Foto: David Arquimbau
Dirige 'Els nostres tigres beuen llet' en el Teatre Nacional de Catalunya
Pregunta.- Fútbol, cine y familia se unen en Els nostres tigres beuen llet. ¿Son amores indivisibles?
Respuesta.- Sí. Tenía muchas ganas de crear algo diferente, de rendir un homenaje a los tres mundos. El padre en la obra es director de cine, y los hermanos tienen nombres de personajes de Rocco y sus hermanos. La madre, por su parte les pone nombres de actores de cine clásico. La historia habla de lo que somos de mayores y de pequeños.
P.- En la obra desaparecen las barreras entre teatro y cine y ya está lista para llevarla a la gran pantalla.
R.- Eso es, en junio rodaremos en Italia, cerca del lago Como. La verdad es que estoy muy contento de poder trasladar la historia teatral al mundo cinematográfico, es una gran sensación crear una familia teatral y luego llevarla al cine. Y los actores también, ha sido un lujo trabajar con ellos, y repetir con algunos con los que ya había coincidido antes. Conseguí mezclarlos con gente con la que quería trabajar desde hacía tiempo. Además, sentía que era el momento de mezclar ambos mundos, y los personajes tenían ese punto chulo compatible con los dos. Y la obra me permitió recuperar el fútbol, algo que había perdido junto con la pierna. Tenía ganas de volver a jugar, y poder hacerlo en el escenario es muy interesante. No sólo juego yo, jugamos todos los actores.
P.- Warren Beatty, Marlon Brando, James Dean... ¿Son una inspiración, además de un homenaje?
R.- Por supuesto. Son iconos. Es interesante, porque el padre educa en el neorrealismo de Rocco y sus hermanos, y la madre en la magia del cine. El título de la obra está inspirado además en un poema de Wislawa Szymborska, una escritora polaca que ganó el Nobel de Literatura. El poema dice "Nuestros tigres beben leche/ nuestros halcones van a pie".
P.- La obra se aleja de sus relatos más llenos de niñez para mostrarnos a un Espinosa más maduro, aunque sin abandonar uno de sus temas principales: la superación
R.- (Se ríe) Bueno, lo de la madurez, no sé, no sé... Es una historia tierna, habla del camino que he hecho yo, y sigue buscando al niño interior, como en toda mi obra. Habla del mundo de la búsqueda de las raíces, que hace el tronco más fuerte. Y la superación está ahí, es los puntales.
P.- Cinco hermanos que se enfrentan a la muerte de sus padres. ¿Es su dolor menos autobiográfico?
R.- Sí, mis padres viven. La obra se centra sobre todo en el mundo de los hermanos, habla de la fuerza que tiene un hermano sobre ti, de su influencia, tanto positiva como negativa. Con mis hermanos, afortunadamente, tengo muy buen rollo, pero siempre hay conflictos interesantes que te llevan a entender muchas cosas.
P.- La presentación se celebró en el Camp Nou y el estreno es en la Sala Gran del TNC. ¿Se siente más catalán que nunca?
R.- Me siento muy honrado. Yo soy del Barça, y que los jugadores vengan a ver la obra es increíble. Los dos eventos unen mis dos pasiones, teatro y fútbol, y es todo un honor. Además, estrenar en la sala Gran, la más grande de Cataluña, es toda una responsabilidad. Lo importante es mantenerse vivo, porque la gracia del ciclo [cuatro autores catalanes de menos de cuarenta años pasarán por la sala Gran] es que los cuatro estamos vivos.
P.- Además de dirigir, también actúa. ¿Cómo está resultando la experiencia?
R.- Bien, es una situación en la que me siento cómodo. En las catorce obras que he hecho he actuado, así que no era un gran problema. Tenía ganas de aunar ambas facetas.
P.- El 14 de enero se estrena la segunda temporada de Pulseras rojas, y se ha anunciado que Spielberg se encargará de la versión americana. El sueño de todo guionista se hace realidad.
R.- Es increíble, un premio brutal. Que les haya interesado la historia te lleva a una felicidad completa. Será muy bonito. Voy a ir un mes a Estados Unidos para ayudar en el rodaje, porque se basa en mi experiencia, para resolver dudas y asesorar. Y voy a conocer a Spielberg, todo un sueño, nunca me lo hubiera esperado.