Miguel del Arco
"El tan cacareado 'gran momento del teatro' se muere"
16 enero, 2013 01:00Miguel del Arco. Foto: archivo.
El director y autor estrena en el Teatro Cofidís de Madrid 'Deseo' tras el éxito de 'Veraneantes' y 'El inspector'.
Pregunta.- ¿Qué ha intentado plasmar en este texto?
Respuesta.- Me interesaba escarbar en su latencia. Incluso de aquellos que creemos haber superado o tener bajo control. Vivimos acosados por impulsos que nos alejan de la racionalidad. Pero qué es la racionalidad sino nuestra capacidad de pensar, de imaginar, de desear. Podemos jugar a conformarnos pero la maquinaria del deseo sigue funcionando más allá de nuestras decisiones. Esa insuficiencia, como decía la Yourcenar, es igual que esté en la vida o solo en nosotros porque nos hace sufrir igual.
P.- ¿Cómo ha abordado el deseo la tradición teatral? ¿Ha tomado algún referente?
R.- La tradición teatral es la historia del deseo humano, la confrontación de los deseos. Siempre me nombro a algún santo patrón al que encomendarme en los viajes profesionales. ¡El deseo no tiene límites!
P.- ¿Es la pareja el escenario ideal para abordar este tipo de conflictos?
R.- Es idónea para casi cualquier tipo de conflicto porque es donde liberamos nuestra parte más íntima. Nuestras glorias y nuestras miserias.
P.- ¿Deseo y frustración van de la mano?
R.- Siempre. Porque tras la consecución de un deseo siempre hay otro esperándonos.
P.- ¿Cómo ha dramatizado este leitmotiv en cada uno de los personajes?
R.- Tenemos una pareja de larga duración, un hombre recién divorciado y una mujer que nunca ha tenido una pareja estable. Por una parte tendemos a comunicar que nuestra forma de vida es la mejor, todos necesitamos autoafirmarnos, y por otra a envidiar la vida de los otros. Esa pugna es la que se desata en Deseo.
P.- Ha apostado por actores ya consagrados, ¿cómo ha sido el casting?
R.- Fabuloso. Cuento con cuatro actores fuera de serie. Los cuatro saben que la “consagración” en esta profesión no existe. Son conocidos por la calidad de sus trabajos anteriores, lo que puede hacer que la expectación sea grande, pero al estrenar un nuevo trabajo la cuenta se pone a cero.
P.- ¿Se escribe o se dirige igual para el teatro público que para el teatro privado?
R.- Yo escribo y dirijo por y para la historia que tengo entre manos e intento ponerla en pie con lo que la producción me permite. Tengo buenas y malas experiencias en uno y otro lado. A veces la precariedad económica en lo privado hace que las jornadas sean excesivamente duras pero el exceso de regularización en lo público puede llegar a ser incluso más frustrante.
P.- ¿Ve diferencia entre ambos?
R.- A veces se utiliza la categoría de “teatro comercial” como sinónimo de mal teatro. Para mí “comercial” quiere decir que el público sienta deseo de ver tu función ergo siempre quiero ser comercial, estrene con un teatro público o con uno privado. En los tiempos que corren, donde los teatros públicos están sufriendo recortes brutales y los privados una bajada significativa de público, nuestra única esperanza es que lo que hacemos sea lo suficientemente atractivo como para atraer al espectador. Luego podríamos entrar en lo que deberían ser las especificidades de uno y otro y el diálogo permanente que debería establecerse entre ellos.
P.- ¿Cuáles son los problemas que le preocupan del teatro actual?
R.- Administraciones en bancarrota, en su mayoría propietarias de los teatros de la red nacional, que por una parte han dejado de contratar y por otra dilatan agónicamente los pagos a las compañías. No se pueden hacer giras. Nos piden reducciones en los cachés que supondría viajar a pérdidas (y nos apasiona lo que hacemos pero no somos idiotas). También nos ofrecen ir a taquilla. Pero la subida del IVA, ¡13 puntos, señores!, no solo en las entradas que ya ha supuesto una bajada de más de un millón de espectadores desde el 1 de septiembre sino el salvaje incremento que supone en los costes de producción está mermando dramáticamente la puesta en marcha de nuevas compañías y proyectos. Esto significa dejar que muera ese “gran momento de teatro” tan cacarerado hace apenas unos meses.
P.- ¿Es el IVA un obstáculo insalvable?
R.- Yo sigo confiando en que haya una chispa de inteligencia, aunque sea artificial. Si saben sumar se darán cuenta que ahora están recaudando menos dinero de lo que recaudaban antes de la subida del IVA. El 21% de cero es cero. Una producción que no se pone en pie no supondrá ningún ingreso por impuestos. No es de recibo que paguemos el doble de IVA que la media europea. Pero parece que esa comparación solo se aplica cuando se trata de que paguemos más.
P.- Veraneantes, El inspector... ¿Qué han significado los autores rusos para usted?
R.- Siempre he pensado que los rusos y los españoles nos parecemos mucho. Cuando monté Veraneantes trasladando la acción de la Rusia de principios del siglo XX a la España del XXI bromeábamos sobre que la única diferencia es que ellos se emborrachan para adentro y nosotros para fuera. Como decía Ciorán, el ruso y el español son dos pueblos tan obsesionados por sí mismos que se erigen en su único problema. Esta “trágica falta de seriedad” es una fuente inagotable de conflictos y los autores rusos han sido maestros para reflejarlos.