Los encargados #2, 2013

Galería Helga de Alvear. Dr. Fourquet, 12. Madrid. Hasta el 2 de marzo.

Siete Mercedes Benz negros circulaban, a velocidad de cortejo fúnebre, el pasado 15 de agosto por las calles de Madrid. Cada uno lleva sobre el techo un enorme retrato cabeza abajo. Son cuadros en blanco y negro, hiperrealistas pero con acabado crudo, casi de fotos policiales, del rey Juan Carlos y los seis presidentes de España desde la reinstauración democrática. Una performance que es el punto central de la nueva exposición de Santiago Sierra y Jorge Galindo en la galería Helga de Alvear.

El proyecto Los encargados (un vídeo, siete cuadros, diez fotografías) está dedicado a los cientos de miles de ciudadanos que en las manifestaciones corean: "lo llaman democracia y no lo es: ¡no lo es!". Y también está dirigido a todos los que se han ido sumando a la constatación de que la modélica Transición española fue un fiasco y que la única posibilidad para nuestro futuro depende ahora de que este país deje de estar al servicio de unos partidos políticos conchabados y corruptos.



Es cierto que en las manifestaciones se está revelando la creatividad de las últimas generaciones mejor formadas en España. Entre la multitud, que no masa, abunda el ingenio en las pequeñas pancartas y en las performances individuales y colectivas, sin olvidar a las bandas de cientos de percusionistas que, dirigidos por secciones como una auténtica orquesta callejera, marcan el ritmo de la revolución en ciernes. Pero se echaba en falta un gran pieza por parte de agentes del arte contemporáneo que sintetizara esa amarga decepción, la protesta actual ante los descarados abusos del posfranquismo contra el Estado de derecho y el deseo de enterrar a los encargados de mantener secuestrada a nuestra España en el blanco y negro de las procesiones de dictadores.





Vídeo de Los encargados, 2013



En el vídeo, el cortejo fúnebre que porta, a modo de féretros erguidos, los retratos invertidos del Rey Juan Carlos seguido por los seis Presidentes de Gobierno hasta hoy, se inicia desde la plaza de España con el lento ascenso por la Gran Vía madrileña mientras se va elevando el coro de la Varsoviana, que se cantó por primera vez en 1885, en una manifestación obrera polaca y pasaría después a la revolución rusa y al movimiento de la internacional: en la España republicana, aunque más conocida como ¡A las barricadas!, al himno del anarcosindicalismo se renombró como Marcha triunfal.



Y como una parodia de los triunfos durante el Barroco tal servicio de la monarquía absoluta y despótica, la acción continua con su descenso hacia la Plaza de Cibeles, como una cadena de naipes cuesta abajo. Gracias a la imagen desdoblada en dos y tres pantallas, con la calle vista patas arriba para contemplar los rostros al derecho, observamos sus miradas incrédulas ante el precipicio, confirmado al final, cuando los bastidores se retiran humillados, mientras irrumpe una bocina de ambulancia, con la que volvemos a la urgencia del presente. De manera que memoria y futuro terminan enlazándose como solución, sin dejar resquicio al desánimo.



Como toda gran obra de arte político, es precisa en sus objetivos, denigra al enemigo, sin ser obvia se pertrecha en la mejor historia de las imágenes y, al final, llama a la acción. Puede accederse a una versión en Youtube, que mientras escribo ha recibido ya más de nueve mil visitas. Sin embargo, para los que recalen en Madrid será un placer disfrutar de la gran proyección, y la excelente calidad de la factura de vídeo y fotografías, junto al montaje de la solemne sala con los cuidados siete lienzos en gran formato, colgados a lo baselitz, como una doble negación, del verismo en la representación de la pintura figurativa y de la fiabilidad de los retratados.





Los encargados #8, 2013



Los encargados de este proyecto, que presta imagen al rechazo de las mayorías frente a una crisis que en España además de económica es, sobre todo, institucional, son los artistas Jorge Galindo (Madrid, 1965) y Santiago Sierra (Madrid, 1966), que llevaban años hablando de colaborar juntos, y la coleccionista y galerista Helga de Alvear, que ha asumido los gastos de un proyecto de un año de duración, un rodaje con quince cámaras y, en conjunto, un equipo de casi medio centenar de profesionales. Los tres, premiados y respetados aquí e internacionalmente, unidos por el compromiso. Nadie puede dudar del patriotismo de Helga de Alvear, excepcional embajadora de España en la escena internacional y que ha donado al Estado español una de las mejores colecciones privadas de arte contemporáneo a través de su Fundación en Cáceres. Ni de la honestidad de Sierra, que dejó fuera de juego tanto a la administración de Aznar con su polémica intervención sobre la política de emigración en el pabellón de España en la Bienal de Venecia, como a la de Zapatero, al renunciar al Premio Nacional de Artes Plásticas; su gigantesco NO, que paseó por las ferias internacionales, es el que hoy portan miles de manifestantes. Para Galindo, cuyas imágenes venían siendo cada vez más corrosivas, supone también el colofón de una década de pintura figurativa, ante su inminente vuelta a la abstracción que coincide con su traslado, desde la galería Soledad Lorenzo.



Tenía que salir bien. El vídeo fue rodado con los permisos necesarios el 15 de agosto, mientras autoridades y agentes de seguridad se encontraban en las celebraciones de la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid. Los encargados pone sobre la mesa la pertinencia del arte crítico ahora. Y en evidencia tanto a los desaprensivos que están abrazando el mercado sin ni siquiera dar la cara ante la subida del IVA, como a quienes respaldan una producción artística supuestamente social y política, protegida en el archivo y fiel guardiana de la parálisis, que es sacudida en este brillante trabajo.