David Villanueva

Presenta su disco 'Planeta mojado' en el Teatro Fernán-Gómez, con Rafael Reig y Jordi Doce

Media hora tardaba en llegar al colegio David Villanueva (Madrid, 1968). Atravesaba descampados agrestes, en los que convivían lavadoras oxidadas, perros solitarios y los gitanos de un poblado chabolista cercano. Cruzaba ese territorio incierto armado de canciones. Tarareaba las de Antonio Vega, las de Radio Futura... Años 80. Madrid era una ciudad que sudoraba música por todos sus poros. Poco tiempo después tenía su grupo y Virgin se fijó en ellos. Surgió la oportunidad con la que tantos jóvenes sueñan pero, al final, todo resultó decepcionante. Una vez dentro de la industria, hubieron de olvidarse de ser ellos mismos. Abandonó. La espinita clavada se la está sacando ahora. Acaba de lanzar Planeta mojado, libro-disco editado por El volcán música, en compañía de Basilio Martí (piano), Ricardon Marín (guitarra) y Jorge García (percusionista). El fundador de Demipage, editorial que este 2013 cumple 10 años y en la que sigue al pie del cañón, por fin ha hecho lo que quería, su propia banda sonora para atravesar desmontes periféricos: con guitarras acústicas arropando baladas a lo Neil Young, Tom Waits y Nick Drake.



Pregunta.- ¿Volver a la música era una asignatura pendiente?

Respuesta.- Pues sí. Cuando empecé en este mundo era demasiado joven. Reniego de aquel episodio. Estabas muy supeditado a un engranaje que sólo tenía por objetivo el dinero. Aunque el grupo estaba respaldado por Virgin, que supuestamente era un sello muy vanguardista, al final no podías hacer nada cómo te apetecía realmente. Estabas muy supeditado a sus exigencias. Tenía la espinita clavada desde entonces.



P.- ¿Y ahora regresa "por puro placer"?

R.- Es que así entiendo una vocación como es la música o la literatura. Tiene que ser diversión y placer, y risas y amistad... Es cierto que luego llega el día a día, los plazos, las prisas, y esa esencia se pierde de vista y parece que al final estás en un trabajo ordinario. Pero hay que intentar evitarlo. En este disco lo que sí puedo decir es que soy responsable de todo. Así que sus errores y sus aciertos sólo cabe imputármelos a mí. Y ahí estamos: intentando compatibilizar estas dos pasiones: la de los libros y las canciones.



P.- Dice Hubert Haddad (autor de Palestina) en el libreto que pasarse ahora a la música es una traición a los primeros.

R.- Es un guiño humorístico suyo (risas). Yo le admiro muchísimo, me entusiasma su narrativa poética empleada para contar los conflictos de la historia, en particular del Oriente medio. Cuando llegó su texto, en el que intercala fragmentos de mis canciones, me hizo una tremenda ilusión. Y sí: soy un gran traidor y espero que mis autores tomen buena nota de ella para que no se duerman y me manden los mejores textos que tengan (risas).



P.- Aparte de Haddad, son muchos escritores (Francisco Javier Irazoki, Fernando Aramburu, Juan Gracia Armendáriz...) los que le han acompañado en esta nueva iniciativa de lanzar un libro disco, comentando sus canciones...

R.- En un principio no estaba pensado que fuera un disco tan literario pero ha salido así... Si no hubieran estado ellos, el disco se hubiera quedado cojo. Muchos de ellos han sido los que me han animado y me dieron alas para sacar a la luz algo que en un principio iba a ser más petit comité. Y me alegro mucho porque su aliento me sigue empujando: ya está en marcha un segundo disco.



P.- De todas formas, en cuanto a las letras, es muy contenido: escuetas, con pocas palabras que concentran mucho(s) siginificado(s).

R.- Sí, salvo un par ellas, que son historias cerradas, las demás son así. Siempre me han gustado ese tipo de letras, en las que una palabra pueda contener muchas ideas o símbolos. Lo que quiero es sugerir universos abiertos.



P.- Cuenta que el origen de todo está en los trayectos del colegio a casa. Mientras atravesaba descampados, cantaba... ¿Qué cantaba?

R.- Es así, de ese impulso infantil viene todo. De aquella energía primera de la que todavía me quedan reservas en el corazón. Y por eso creo que en Planeta mojado no hay ninguna impostura. Cantaba todo el rock y el pop de aquella época, de los 80. Antonio Vega, Radio Futura... Los iconos de la movida. Pero siempre tuve debilidad por el folk y las baladas americanas de Neil Young, guitarras acústicas como la del genio Nick Drake... Es el camino que sigo en el disco.



P.- Santiago Auserón, otro de los comentadores, dice que discos como Planeta mojado hacen "posible" de nuevo Madrid.

R.- Pues ojalá. Me enorgullece mucho que alguien como él, un verdadero artista, pueda pensar eso al escuchar mi disco. Yo veo a la ciudad muerta. Está gobernada por gente que se come la ciudad a golpe de acotamientos de todo tipo y que no le interesa lo más mínimo la cultura. No sé cómo podría resucitar. Si alguna de mi canción ayuda en algo, pues sería maravilloso.



P.- Y Demipage, su editorial, cumple 10 años este 2013. ¿Cómo lo van a celebrar?

R.- Pues quién me iba a decir a mí que 10 años después seguiría aquí, a golpe de pedal, intentando dar a conocer buenos libros, igual de ilusionado. Este año hemos sacado lo último de Hubert Haddad, Opium Poppy; y pronto publicaremosa Regis de Sa Moreira; y a Jerôme Ferrari, el último Premio Goncourt. Además, lanzaremos una antología titulada 10 bicicletas para 30 sonámbulos, en la que se recogerán relatos de Muños Molina, Luis Landero, José María Merino, Andrés Neuman...



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