Rosa Ribas

Ha publicado 'Don de lenguas' (Siruela) junto a Sabine Hofmann.

Un asesinato en la Barcelona de 1952, una cronista de sociedad y un policía un tanto dictatorial son los ingredientes de Don de lenguas, la novela policíaca que Rosa Ribas (El Prat del Llobregat, 1963) ha escrito a cuatro manos con la alemana Sabine Hoffman, a la que conoció en la Universidad de Frankfurt, donde reside desde hace ya 22 años. Cada una de las autoras se encargó de determinados personajes y capítulos, y de la traducción a su propio idioma, que ha experimentado algunas variaciones para adaptarse a las dos vertientes de lectores. La colaboración hispano-germana, aunque trabajosa, ha dado buen resultado, a pesar de las amplias diferencias de método de trabajo. "Parecíamos dos tópicos", ríe Ribas.



Pregunta.- Los españoles en general no tenemos mucho don de lenguas, ¿no?

Respuesta.-La verdad, en mi condición de profesora, tengo que decir que no. Para mí fue un contraste con los estudiantes alemanes, que hablaban 3 ó 4 idiomas. En el caso de los españoles, es por culpa de la timidez que les produce emitir sonidos extraños, no por falta de facultades. Les da vergüenza, por eso les cuesta.



P.- ¿Cómo es escribir una novela a cuatro manos?

R.- Es un proceso muy difícil comparado con lo anterior que había escrito. Hay que compartir y negociar mucho más. Activa otra forma de creatividad, porque cada una puede tener ideas diferentes y al exponerlas al final llegas a una tercera solución. Es trabajoso ir coordinando, y tener que aceptar ideas que no son tus preferidas. Aunque a veces eres tú la que consigue que se imponga tu propuesta.



P.- ¿Se ha notado el método alemán de Sabine Hofmann?

R.- Yo lo he notado mucho, porque no soy muy estructurada. Cuando escribo, sé adónde quiero llegar, pero mi plan suele ser más laxo. Parecíamos dos tópicos. Su manera de trabajar es muy diferente, busca las consecuencias de cada acción, y ha tenido que aprender que a veces los planes no funcionan de la forma en la que te esperas. Pero en el resultado final se nota que está muy elaborado y trabajado.



P.- Cada una ha asumido la responsabilidad de la novela a la hora de traducirla a su idioma. ¿Cuánto ha variado el texto?

R.- Los cambios se notan en cuanto al estilo, al tono. Sabine ha tenido que ampliar referencias que en España son muy claras, pero que un lector alemán no tiene por qué conocer, como la Falange o la Sección Femenina. Además, ha suavizado el lenguaje. Según qué tacos a un alemán le pueden sonar muy duros, y se hubiese quedado muy chocado.



P.- El producto es un thriller filológico, casi un subgénero nuevo. ¿Cómo se les ocurrió?

R.- El concepto de thriller filológico lo acuñó Lorenzo Silva, y me hizo mucha gracia. Queríamos que la lengua tuviera un rol muy importante, que fuera clave para resolver el misterio y para la supervivencia de las protagonistas. Es su única arma, pero su conocimiento se demuestra increíblemente valioso.



P.- La novela se sitúa en el Congreso Eucarístico de 1952. ¿Una fecha clave?

R.- Sí, se da un giro, es un momento en el que termina la carestía económica, aunque sigue habiendo mucha hambre y mucha miseria. Pero la posguerra empieza a cerrarse. Es clave de cara al reconocimiento internacional del régimen, porque entonces es cuando la gente se ve obligada a admitir que la dictadura va para largo.



P.- Es una suerte de legitimación frente a la comunidad internacional.

R.- Exacto, porque el régimen deja de estar marginado y se ve legitimado, también ante la Iglesia.. Fue un momento desesperanzador, incluso para muchos que habían apoyado el golpe de Estado.



P.- Una de las protagonistas es periodista. ¿Cómo aborda la censura?

R.- Ella trabaja en ecos de sociedad, porque una mujer periodista era una rareza y tenía que dedicarse a temas femeninos. También ha trabajado de negro, así que domina los mecanismos retóricos. Sabe lo que puede contar, y lo que no, y se va autocensurando. Llegados a cierto punto, se plantea la función del periodista y acaba admitiendo que si quiere llegar a algo se va a tener que ensuciar. La época no le da otro opción, no se puede pasar por encima. La única alternativa es el exilio interior.



P.- ¿Qué diferencias hay entre la posguerra alemana y la española?

R.- En Alemania hubo un proceso de desnazificación más o menos, aunque ahora se está replanteando, porque no se persiguió con la dureza esperada a algunos que había que perseguir... Pero hay un constante trabajo de reflexión histórica que aquí ha faltado. La política de borrón y cuenta nueva ha tenido consecuencias muy malas, no se puede olvidar una guerra.



P.- ¿Piensan a convertir Don de lenguas en una saga?

R.- Al principio no lo contemplamos, pero a medida que trabajábamos con los personajes y la época nos dimos cuenta de que tenían mucho potencial. Estamos pensando en llevarla a 1956, con una protagonista más hecha, con más tablas, para ver cómo ha cambiando el país. De momento estamos recopilando material.



P.- ¿Se está notando el éxodo de españoles en Alemania?

R.- Una tercera parte de la población de Frankfurt es extranjera, pero veo mucha más gente joven. Yo conocía a la primera generación de emigrantes, la de los 60, pero la nueva oleada es de gente preparadísima. En Alemania se están buscando trabajadores cualificados. Sin embargo, las condiciones laborales no son maravillosas. Hay mucho minijob y mala remuneración. Y el idioma es un gran problema, porque aísla mucho y requiere dedicación.



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