Gonzalo Capellán. Foto: Sergio Enríquez-Nistal.

Uno de los cerebros de La Rioja Tierra Abierta 2013 es Gonzalo Capellán de Miguel, Consejero de Educación, Cultura y Turismo del Gobierno de La Rioja. Recorremos con el también profesor titular de la Universidad de La Rioja las principales perlas del proyecto.

"La luz, ya sea real o metafórica, es el mejor instrumento para definir los contornos de las cosas, para hallar sus verdaderos límites y para captar los brillos y los reflejos de los que son capaces los materiales de los que está compuesto el mundo". Con estas palabras presenta el Consejero de Educación, Cultura y Turismo del Gobierno de La Rioja Gonzalo Capellán de Miguel (Haro, 1972) la muestra que sobre el pintor Enrique Paternina puede verse en Haro dentro de esta sexta edición de La Rioja Tierra Abierta 2013. Su elogio de la luz puede hacerse extensible a la idea que emana de un proyecto en el que Haro "es mucho más que bodegas".



-¿Cómo definiría Haro, Luces de la Modernidad 2013?

-Es el título muy expresivo de una exposición que, a la vez, requiere descodificarlo. Es la llegada a Haro de la luz como metáfora y de la luz en sentido literal. De cómo la temprana llegada de las luces a Haro tiene que ver con el progreso científico y tecnológico, pero también con las luces de la razón y la cultura, la Ilustración. Esa llegada supuso, por ejemplo, la construcción del Barrio de las Bodegas, junto a la estación del ferrocarril, único en todo el mundo. Y es que a través de Haro se puede hacer un viaje por la Europa del siglo XIX.



-¿La frase Haro, París y Londres podría resumir la filosofía del proyecto?

-No queremos hacer una exposición local, sino mostrar la modernidad política y cultural del siglo XIX, porque la historia de Haro en ese tiempo no se entiende sin conocer ese contexto europeo de progreso y avance científico. Sin la llegada del ferrocarril en 1863 no es posible entender la creación de las bodegas, y sin éstas el Banco de España, la Estación Enológica y el capital francés que transformó toda la ciudad. Ahí está para recordarlo la bodega de Cune con su arquitectura de hierro obra de Gustave Eiffel.



-De las exposiciones que pueden verse, ¿qué nos ofrece Luces de la Modernidad en el Palacio de Bendaña?

-La exposición tiene piezas de gran calidad procedentes de colecciones públicas y privadas. En muchos casos, nunca se han visto antes. Nos encontramos bronces de Benlliure y la obra extraordinaria de Sorolla y Madrazo, etc. Pero, sin duda, la obra que ha despertado más interés es un cuadro de Goya que pertenece a una colección privada de Londres y que no se exponía desde hace muchos años. Es un retrato de Pedro Gil de Tejada, un riojano amigo de los Duques de Alba que muere en el levantamiento contra los franceses.



-Otra es la dedicada al legado de Enrique Paternina en el Museo del Torreón. Allí nos encontramos a un artista destacado poco conocido. ¿Cree que la exposición servirá para colocarlo en el lugar que se merece su obra?

-Eso dependerá de la crítica, que podrá analizarlo, ponerlo en valor y situarlo en el arte contemporáneo español. Es uno de los puntos fuertes de la muestra, ya que por primera vez podrá verse la obra de un pintor no demasiado difundido por una serie de factores curiosos. El primero y principal es porque como era rico de familia no necesitó vender sus cuadros para vivir. Y segundo, porque dejó su patrimonio a un legado benéfico que no ha expuesto su obra. Por eso, de Enrique Paternina casi sólo se conoce un cuadro, La visita de la madre, que pertenece al Prado. Esta situación cambia ahora, pues hemos restaurado 66 obras suyas para que pueda apreciarse la enorme calidad plástica que tiene y reivindicarlo, como hicieron en su tiempo colegas suyos, entre los que está el joven Picasso, por su novedoso dominio de la luz, el dibujo y su fuerza expresiva.



-¿La exposición va más allá de su dimensión artística?

-Sí, porque no sólo recupera sus cuadros, sino gran parte de su patrimonio, formado por 2.000 documentos. Entre otros, las cartas con Zuloaga. Su figura nos sirve para dar coherencia a la exposición. De alguna forma es su guía.



-La exposición en la Estación Enológica es sobre fotografía, con una gran importancia a la publicitaria...

-Se muestra así el cambio que supuso la fotografía, el impacto real que produjo en la gente sobre su forma de ver el mundo y su relación con el arte, las modificaciones que trajo, abriendo el camino para el impresionismo, entre otros movimientos pictóricos, que ya no tenían que reflejar fielmente la realidad, porque la fotografía lo hacía mejor. Y cómo ambos, la fotografía y el arte, dialogaron. También, como dice, puede verse la trascendencia que tuvo la aparición de la publicidad y la importancia de la imagen, facetas ambas en las que Paternina también fue un pionero. Haro, por el esplendor bodeguero, cuenta con un archivo fotográfico del vino a finales del siglo XIX y principios del XX singular en todo el mundo. Es de una calidad extraordinaria.



-La Estación fue un hito para la investigación vinícola en Haro. ¿Harían algo parecido en la actualidad?

-La llegada de los franceses a Haro, motivada por la plaga de filoxera en sus vides, causó un impacto tremendo. Significó la creación de la Estación Enológica en 1892 y colocarse en la vanguardia de los análisis del vino y el control de la viticultura. Ahora sigue desarrollando una labor fundamental, adaptada a los nuevos tiempos y complementada en otras áreas de investigación a través del Instituto de Investigación de la Vid y el Vino del Gobierno de La Rioja, Universidad y CSIC.



-¿Qué ideas pretenden lanzar al futuro con este tipo de iniciativas?

-Nuestra idea es lanzar dos grandes mensajes. Uno es que hay que volver a la filosofía de las Luces, la que confía en la razón, educación y cultura como motores del progreso humano. El segundo es que podemos enfrentarnos a los nuevos retos. Hay que mirar la historia para proyectarse al futuro, y ver cómo Haro fue un modelo de desarrollo que, en momentos de cambios bruscos, superó el desafío con éxito. La exposición debe ser un revulsivo para la ciudad, que debe ser una ciudad del siglo XXI. Debemos liderar el enoturismo, incorporar las nuevas tecnologías al desarrollo turístico, ser un destino "inteligente". Para su apertura decidimos, por ejemplo, no hacer una inauguración al uso sino un espectáculo de videomapping que proyectamos con tal éxito que vamos a repetirlo una vez al mes.



-¿Qué ha significado para la recuperación del patrimonio artístico de la ciudad?

-Haro es un ejemplo de lo que es la puesta en valor del patrimonio histórico-artístico. Aunque es mucho más que bodegas, éstas son fundamentales en su vida, la riqueza patrimonial de estas centenarias bodegas privadas es extraordinaria y están muy bien conservadas. Hay muchos ejemplos, pero un caso curioso es el del pabellón modernista de López Heredia que luego se ha completado con una intervención de la arquitecta Zaha Hadid.



-Calahorra, Nájera, Logroño, Santo Domingo de la Calzada, Alfaro, Haro... ¿Cuál será el siguiente paso de La Rioja Tierra Abierta?

-Arnedo, para 2015, pero aún no se ha decidido el tema: es una sorpresa que habrá que descubrir visitando La Rioja en ese año.