Image: Manuel Jabois

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El Cultural

Manuel Jabois

"Para mi hijo quiero una infancia salvaje, de pueblo"

10 junio, 2013 02:00

Manuel Jabois. Foto: José Aymá.

Acaba de publicar 'Manu', crónica-relato en el que narra la experiencia de la paternidad

Dice Manuel Jabois (Sangenjo, 1978) que no se toma demasiado en serio ni escribe para trascender. Por eso no se pone místico cuando cuenta la experiencia de ser padre en Manu (Pepitas de Oro), su último libro: "Me gusta recordar el embarazo así: una expectación tan agradable como la que sentí antes de las finales de la Champions del Madrid". Aunque la procesión va por dentro, claro. Reconoce también que en esta crónica larga (124 páginas), en la línea de su anterior volumen, Irse a Madrid, se ha tenido que tragar muchas metáforas que casi le salían por las orejas. Pues lo de tener un hijo despereza al más pintado el sentimiento lírico de la vida. A lo que no ha puesto barreras es al humor, en muchas ocasiones de corte escatológico, ya marca de la casa. La llegada del neno no es el único cambio sustancial que ha experimentado Jabois en su vida últimamente. Acaba de trasladarse a Madrid desde su Galicia natal tras fichar por El Mundo como columnista. Mucha responsabilidad de golpe. "Ahora me toca dejar el subgrupo de los despistados".

Pregunta.- Tuvo algo de inconsciencia la manera en que engendró a Manu. ¿Es sólo así como pueden procrear los miembros de nuestra generación, a la que le cuesta tanto madurar y es tan hedonista?
Respuesta.- Bueno, lo del embarazo de Ana fue consecuencia de un proceso de maduración inconsciente. Estábamos bien juntos y no gustó la idea de tener un hijo. No lo tuve para escribir el libro, conste (risas). Pero por deformación profesional empecé a tomar notas durante esos meses. Aquello era una gran exclusiva y decidí plasmarla en una larga crónica, para que Manu, un día, pueda saber cómo vivimos su llegada al mundo.

P.- Aunque dice que la crónica le ha salido demasiado bestia y no podrá leerla hasta que cumpla al menos 30...
R.-No es un cuento para niños, desde luego. Pero creo que lo podrá leer cuando tenga 12 o 13 años.

P.- Gistau le dijo, lapidariamente: "A partir de ahora no vas a escribir una puta mierda". ¿Se ha cumplido el vaticinio?
R.-Manu tiene ya 10 meses. Los cuatro primeros ha sido muy complicado. Pero Ana está absolutamente volcada. Yo ayudo en lo que puedo pero soy un poco torpe y despistado. Le pongo el pijama sin los pañales y cosas así. Por eso es mejor que me dedique a escribir. Aunque también hay que decir que por pura necesidad vas aprendiendo y es muy estimulante ver cómo vas creciendo como padre.

P.- Camilleri cuenta que el escribe con sus nietos saltando por encima del teclado y que ya no sabe hacerlo de otra manera: que cuando está solo, no arranca.
R.-Yo tampoco tengo problemas por el ruido y el alboroto a mí alrededor. El otro día escribí una crónica de la final de copa en el Bernabéu, con 80.000 personas gritando a mí alrededor. Y creo que estoy tan acostumbrado que podría escribir también en una discoteca a las cuatro de la mañana. Pero es cierto que ahora no se le puede quitar ojo al niño. Así que fuera de los horarios de trabajo sí que es complicado ponerse manos a la obra.

P.- Se pregunta: "¿Qué quiero para mi hijo?". Aparte de que se rompa varias veces el brazo (deseo expresado explícitamente), ¿le gustaría que fuera periodista?
R.-Será lo que él quiera. Si quiere ser torero, pues torero, aunque sea contra mi voluntad. Lo de los brazos es un poco provocación. Es una metáfora para decir que sí me gustaría que tuviese una infancia salvaje, como la que tuvimos en el pueblo. Y que sea más valiente que su padre. Yo la verdad es que era un poco miedica cuando se trataba de saltar cercas y demostrar destrezas físicas así.

P.- Aparte de la paternidad también habla mucho de periodismo y de su manera ejercerlo. Es muy autoparódico y sincero al reconocer sus carencias.
R.-Me gusta señalar mis carencias para que luego me las señalen a mí. Es una manera de dejar claro que ya sé cuáles son y que no hace falta que me las restrieguen; un truco. La verdad es que no me tomo demasiado en serio y no escribo para trascender. Tampoco aspiro a convencer a nadie. Yo expongo mi punto de vista y ya. No me identifico con eso que pomposamente llaman 'generador de opinión'. Para nada.

P.- Pero sí sigue la estela de los que así están considerados, de los "guays".
R.-Eso de seguir a los "guays" [Jabois cuenta en el libro cómo los periodistas jóvenes al terminar un congreso de periodismo en Huesca, ya de noche, seguían a los veteranos y famosos: Sindo Lafuente, Escolar Pérez de Albéniz...] es una posición demasiado cómoda, la de ser un eterno aspirante. Ya tengo una edad y escribir en un diario como El Mundo me obliga a dejar ese subgrupo de los despistados.

P.- Aunque revela cuáles son sus gurúes en el columnismo (Arcadi, Gistau...), concluye que su máxima influencia es usted mismo.
R.- Sí, es un extravagante onanismo. Escribo muy suelto, con mucha naturalidad, y eso es peligroso. No se puede publicar todo lo que uno escribe porque a veces se te va la mano. Por eso me releo tanto. Y al final creo que es así: que quien más influye a Manuel Jabois es Manuel Jabois. Empieza a gustarme lo que escribo. Esto debo leerse en ese código autoparódico porque por supuesto sigo aprendiendo de muchos otros.

P.- ¿Le ha costado mucho llegar a gustarse?
R.- Pues 13 años. Lo que he escrito antes de 2009 prefiero no revisitarlo. A partir de ahí me leo con cierto gusto. No quiero decir que agité pompones ni letras con mis iniciales cuando lo hago. Tampoco es eso.

R.- Escribió una pequeña novela de juventud hace años de la que se siente muy alejado. ¿Le pesa no haber escrito otras novelas?
R.- No sé si tengo el talento suficiente. Desde luego que me atrae la idea pero no tengo urgencia ni me provoca mala conciencia. Veremos.

P.- ¿Ha empezado a echar de menos a Mourinho?
R.- Pues no, porque he acabado un poco saturado del tema. Su final ha sido demasiado intenso y excesivo. Parecía que su figura lo ocupaba todo. Aunque seguiré defendiéndole siempre.

P.- ¿Y su 'careo' con la capital cómo va? ¿Quién puede a quién de momento?
R.- Llevo poco más de un mes. Conocer una ciudad así es una experiencia muy interesante, más para un escritor como yo, con inclinación al costumbrismo. Estoy todavía agazapado pero pronto saltaré sobre su chepa.

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