Miguel Narros. Foto: Esther Lobato.
Estrena hoy 'La dama duende', de Calderón de la Barca, en el Festival Clásicos en Alcalá.
Pregunta.- ¿Cuál es la fuerza oculta del teatro de Calderón?
Respuesta.- La de sus textos. Todos los genios son genios por su capacidad de variación y porque están llenos de cosas en su interior que les hacen intempestivos. Lo que une todas sus creaciones es el reflejo de las necesidades del ser humano. En sus obras, el hombre y la mujer se entienden mejor.
P.- ¿Enredo y azar son en este montaje una misma cosa?
R.- Bueno, van cogidos de la mano. La protagonista, doña Ángela, se aburre muchísimo y decide vivir lo que ha ideado. El enredo no hace sino meterla en ese juego. Es la primera vez que una obra se escribe a favor de los derechos de la mujer. Durante toda la función el erotismo está presente. Hay cuatro historias de amor paralelas que muestran al solitario fogoso, al romántico, al realista y al carnal.
P.- ¿Qué nos dice La dama duende en estos días de crisis y subidas de IVA?
R.- Que por muy malos que sean los tiempos hay que seguir haciendo las cosas de la mejor manera posible. El arte no debe estar sometido a recortes. Los políticos tienen que ser conscientes de lo que cuesta hacer las cosas. Deben tener sensibilidad a la hora de tomar ciertas decisiones...
P.- Desde su experiencia, ¿cómo ve el teatro en estos momentos?
R.- Fatal. Se lo están cargando con una forma de pensar que es errónea. En el teatro hay una parte que es entretenimiento y ocio pero otra que también tiene por función hacer pensar a la gente. Y esto no se puede obviar. La subida del IVA estrangula a compañías y teatros. No hay forma humana de poder hacer frente a esta iniciativa. Los políticos han de reaccionar. Por eso creo que las administraciones tienen la obligación de proteger el teatro ya que un pueblo sin cultura es un pueblo que agoniza.
P.- ¿Ve diferencia entre el teatro público y el privado?
R.- Sí, el teatro público debe abordar proyectos que desde la empresa privada nunca se harían. No sólo es cuestión de dinero. Algunos textos y el trabajo de muchos dramaturgos nunca verían la luz sin el teatro público. Me resultan reconfortantes las nuevas formas de hacer teatro en estos momentos de escasez porque significa que la gente tiene necesidad de seguir haciendo cosas. Las nuevas tecnologías, por ejemplo, están ayudando a que el teatro evolucione al mismo tiempo que lo hace la sociedad.