Rafael Doctor

Dirige el volumen 'Arte español contemporáneo. 1992-2013' (La Fábrica) en el que trabaja con otros nueve historiadores en la cartografía de la creación nacional de las dos últimas décadas

Rafael Doctor (Calzada de Calatrava, 1966) es uno de los nombres más solicitados cuando se trata de hablar del arte español de los últimos 20 años. No es de extrañar que haya sido él quien aborde por primera vez en un volumen de esta envergadura el "qué ha pasado con" y "quién es quién" de nuestra creación plástica más actual. Arte español contemporáneo. 1992-2013, editado por La Fábrica, es un libro de 500 páginas, ilustrado con más de 500 obras de 300 artistas que han recopilado entre 10 expertos, comisarios y críticos de arte, dirigidos por Doctor. A quien, además, podemos ver estos días en la Fundación Lázaro Galdiano recorriendo con los visitantes su colección de fotografías sobre el cuerpo en el marco de PHotoEspaña. Y eso no es todo: acaba de publicar novela y "estoy deseando que llegue julio y encerrarme en Níjar a escribir una nueva novela que me está bullendo el cabeza desde hace meses y que quiere salir ya", nos dice.



Pregunta.- Más de 20 años separan el principio del libro del final, ¿cómo ha cambiado el panorama en estos años?

Respuesta.- Se ha multiplicado el número de artistas, de instituciones, de medios y formatos... pero esencialmente seguimos en un lugar similar. Es la eterna postmodernidad camaleónica que no deja cambiar la esencia de las cosas.



P.- ¿Por qué ha fijado el comienzo en 1992? ¿Qué pasó ese año para marcar la pauta de lo que vino después?

R.- 1992 marca un punto de inflexión para la mentalidad española por diferentes motivos que todos conocemos. No obstante, no hemos sido rígidos a la hora de abordar las fechas y se podría decir que el inicio de un nuevo periodo en España se produce entre 1989 y 1992. Es el final de una transición que hoy ya vemos que no acabó del todo y el inicio de una conciencia de madurez como sociedad.



P.- ¿Qué conclusión sacará el lector de este volumen?

R.- Que el arte español contemporáneo es un lugar riquísimo en propuestas que merece la pena estudiar y valorar. Mucha gente estos días me comenta que no entiende que hayamos hecho tantas exposiciones, tantos museos y centros y haya tantos departamentos en las universidades y que hasta la fecha no se haya intentado un ejercicio de contarnos a nosotros mismos como es éste.



P.- ¿Qué le sobra y que le falta a nuestro sistema del arte contemporáneo?

R.- Le falta autoestima. Le faltan personas con puestos importantes de responsabilidad que entiendan que es necesario trabajar al máximo por el propio contexto. Le faltan también coleccionistas que se comprometan con los artistas cercanos. Pero, sobre todo, le falta una ley de mecenazgo que nos prometieron y que olvidaron. Y sobrarle, esencialmente le sobran algunos egos mal llevados que acaban con proyectos enteros y un IVA demoledor que parece instalado para hundir al sector entero.



P.- Ha trabajado en esta cartografía de nuestro arte reciente con otros nueve especialistas, críticos y comisarios, ¿cuál era la consigna para la selección de artistas?

R.- Todos los historiadores que han escrito han tenido absoluta libertad a la hora de abordar su tema y el resto ha podido siempre sugerirle ampliar o cuestionar los autores elegidos. Ha sido un ejercicio abierto entre los diez que escribimos y todos hemos escuchado el trabajo de los demás y hemos sabido aportar lo que hemos creído oportuno.



P.- Fue director del MUSAC durante siete años desde su fundación, supongo que verá con tristeza todo lo que está pasando. ¿Cómo valora la actuación del nuevo director del centro Manuel Olveira?

R.- Si no hay ética no merece la pena nada. ¿De qué vale que una persona haga un sacrificio real y arriesgue su carrera, su prestigio, su economía incluso si luego va a llegar alguien cercano y se va a poner en su lugar como si no pasase nada? ¿Con qué credibilidad vamos a hablar de nosotros mismos como sector si permitimos que este tipo de historias sucedan? El ansia de poder convierte a algunos en miserables capaces de traicionar a su propio hermano o amigo y sé bien de lo que estoy hablando. Ahora me preocupan las personas que realmente llevan el MUSAC, el magnífico grupo de profesionales que durante este tiempo ha ido sufriendo diferentes varapalos y que ahora tienen que digerir todo esto. No es justo para ellos.



P.- Estos días muestra también su colección de fotografías sobre el cuerpo en la Fundación Lázaro Galdiano, Taxonomía del caos, y acompaña a los visitantes todas las mañanas, ¿cómo está resultando esta experiencia?

R.- Estoy experimentando un nuevo formato de exhibición y lo hago a través del material más personal que poseo que es la colección que he ido haciendo durante los últimos veinticinco años. Fue Gerardo Mosquera el que me invitó a hacer algo para su proyecto sobre el Cuerpo en esta edición de PHotoEspaña. Le propuse esta locura y la captó desde el principio. Finalmente encontramos a los perfectos cómplices en el equipo del Lázaro Galdiano, un museo antiguo que en estos momentos lucha por ser un museo nuevo en el que se dialoga de formas diferentes con el coleccionismo. Esta siendo una experiencia agotadora pero fascinante. A partir de aquí me replantearé varios proyectos, posiblemente ir como un feriante de museo en museo mostrando de esta forma directa la colección y hablando con las personas del fascinante mundo de la historia de la fotografía.



P.- Además acaba de sacar su nueva novela, La tormenta de amor, esta vez autoeditada por usted mismo, ¿qué le llevó a sacarla de este modo y cómo la distribuye?

R.- Esencialmente el de hecho de ser dueño de todo el proceso. Es una novela que he vendido solo yo y de una forma directa. Es una edición completa de 500 ejemplares con todas las portadas distintas y pintadas por mi, lo que redunda en la valoración el objeto libro que es algo que me preocupa realmente. Adoro los libros y mi vida sin ellos sería sin duda otra vida. La experiencia ha sido tan positiva que ya estoy preparando la edición de mis primeras tres novelas conjuntamente con la misma idea de libro único. Será la Trilogía del Exceso y la componen Masticar los tallos de las flores regaladas, que ya publiqué en Almuzara hace ocho años, Ya no me quieres y Una maravillosa historia de amor. Así pues me convierto en editorial de mis propias cosas, la he llamado Ediciones Únicas RDR y aunque he empezado conmigo mismo ya estoy pensando en expandirlo a otras personas que quieran mantener este compromiso de convertir al libro en un objeto diferencial y único.



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