La apuesta por el cine español del Festival de Cine de San Sebastián es innegable. Ya en su primer año como director del certamen, en 2011, José Luis Rebordinos repartió quince largometrajes españoles por todas las secciones, fueran de carácter competitivo o no, acaparando así un gran protagonismo. De hecho, el filme de inauguración en su debut en la dirección fue Intruders, de Juan Carlos Fresnadillo, como si fuera un aviso para navegantes. Sostiene Rebordinos que esto responde, por un lado, a la necesidad de quitarnos varios complejos, pues al igual que hace Cannes con el cine francés, Venecia con el italiano y Berlín con el alemán, es completamente lógico y natural que el festival de clase A de nuestro país también priorice su “producto nacional”. “Es un matrimonio que queremos que funcione”, asegura Rebordinos. Y está funcionando. Hasta el punto de que un filme en principio tan “difícil y marginal” (como algunos se empeñaron en etiquetarlo) como Los pasos dobles, de Isaki Lacuesta, se alzó con la Concha de Oro el año pasado, al tiempo que María León se llevaba el premio a la Mejor Actriz por su papel en La voz dormida. Por otro lado, se da la circunstancia de que en los últimos años el cine español ha ampliado su espectro creativo, con una oferta de cine que engloba a todo tipo de públicos, desde el cine de género al que busca nuevos caminos y encuentra nuevas voces. En ese necesario equilibrio se ha disputado la apuesta de Donosti con nuestro cine.
Enrique Urbizu, Benito Zambrano, Isaki Lacuesta, Nacho Vigalondo, David y Fernando Trueba, Eduardo Chapero-Jackson, Manuel Huerga, José Antonio Bayona, Pablo Berger, Javier Rebollo, Eduard Cortés… La nómina de cineastas españoles que han presentado sus últimos filmes en la cita donostorria es amplia y variada, inyectando proyección internacional a un cine que, generalmente, carece de los medios necesarios para su promoción. Este año no será menos. Mañana se anunciarán en rueda de prensa los títulos españoles que participarán en la 61 edición del certamen, que se celebrará entre el 20 y el 28 de septiembre, si bien podemos especular, prácticamente sin margen de error, que al menos cuatro títulos españoles tendrán una presencia importante: Las brujas de Zugarramurdi, de Álex de la Iglesia; Murieron por encima de sus posibilidades, de Isaki Lacuesta; Caníbal, de Manuel Martín Cuenca, y La herida, de Fernando Franco. [De los tres últimos hemos informado puntualmente de sus rodajes en El Cultural, como pueden comprobar pinchando en sus títulos].
Protagonizada por Mario Casas, Hugo Silva, Carmen Maura y Macarena Gómez entre otros, con Las brujas de Zugarramurdi Álex de la Iglesia seguirá destilando la esencia macabra de la cultura española a través del cine fantástico y el humor negro. Narra la historia de dos parados que, huyendo de la policía tras su atraco a un banco, se internan en los bosques de Navarra y caen en las garras de una horda de mujeres enloquecidas que se alimentan de carne humana. No deja de ser curioso cómo los filmes de Lacuesta y de Martín Cuenca conectarán con el último largometraje del autor de El día de la bestia, casi como si fuera un plan diseñado por el festival que dará el pistoletazo de salida a la temporada 2013-2014 del cine español. Si Murieron por encima de sus posibilidades busca también en la comedia negra el modo de canalizar la indignación social, mediante un tipo de clase media venido a menos que forma una banda para hacer la revolución por su cuenta y secuestrar a un banquero, en Caníbal, el director almeriense también encuentra en un relato de canibalismo la esencia más cruda y arcaica de la España profunda. Berlanga y Buñuel, según han confesado los propios directores, parecen estar en la base de influencias de sus respectivos largometrajes.
Si mañana se confirman los rumores, habría que llamar especialmente la atención sobre la inclusión en la sección competitiva de La herida, algo realmente extraordinario en el festival donostiarra, pues la tradición sostiene que las óperas prima están destinadas a medirse por el premio Nuevos Directores del certamen o a participar en la sección paralela Zabaltegi. Algo muy inusual habrán visto los programadores en el primer largometraje de Fernando Franco, uno de los montadores más solicitados de la industria (responsable de la edición de filmes como No tengas miedo de Armendáriz o Blancanieves de Berger), para que La herida se haya abierto camino hasta la sección oficial, en pugna por la Concha de Oro. La última vez que el debut en el largometraje de un cineasta español compitió por el gran premio del Festival de San Sebastián fue en 2008, con El patio de mi cárcel, de Belén Macías, una historia de protagonismo femenino coproducida por El Deseo de Pedro Almodóvar y por Warner Bros. La influencia que pudieron ejercer estos grandes coproductores para que el debut de Macías entrara en la terna competitiva no es desde luego con la que ha contado La herida, una producción independiente de Koldo Zuazua realizada con un presupuesto más bien modesto, de menos de un millón de euros. En todo caso, ni Macías era una completa desconocida para la industria, ni tampoco lo es Franco, pues ambos han desarrollado una larga y exitosa carrera en el terreno del cortometraje.