De repente aquel verano me vi navegando por las Baleares cumpliendo de este modo ese sueño de litoral que alentamos todos los marineros en tierra que en el mundo somos, especialmente los nacidos en Madrid, incongruentes piratas mesetarios. Sí, me vi a bordo de la pequeña embarcación de un afable empresario mallorquín conocido de mi padre que tuvo la gentileza de invitarnos a una inolvidable travesía náutica por Les Illes. En aquel barco se me reveló Brahms en todo su esplendor a pesar de que la vibrante interpretación de su Cuarta Sinfonía a cargo de Karajan con la Filarmónica de Berlín se dejara escuchar a través de un precario reproductor de cintas casette setentero... Con todo, ya digo, sufrí una imborrable conmoción: los imponentes acantilados de Llucmajor sucediéndose rítmicamente al compás del Allegro giocoso del tercer movimiento, el azul vibrante de las aguas como inusitada cristalización de un imponente monumento sonoro capaz de hermanar el drama y lo festivo, la serenidad clásica y el arrebato romántico, una latente exultación vital tamizada por un halo de melancolía... Naturaleza y Arte reconciliados en la percepción de un adolescente retraído que desde entonces ha buscado en el teatro una emoción similar.




Ernesto Caballero, (Madrid, 1958) estudió Letras en al Universidad Complutense de Madrid y se graduó en Interpretación por la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD). Es uno de los herederos directos de la primera generación de autores y directores de la Transición Española. Compagina las facetas de directos y escritor habiendo sido galardonado de diversos premios como el Max por 'El señor Ibrahim y las flores del Corán'. Fue director de Centro Dramático Nacional en 2011. Entre sus obras podemos encontrar' Te quiero…muñeca', 'Pepe el romano' y 'En la roca'.



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