Julia Navarro (Madrid, 1953), periodista de profesión, comenta haber llegado a la novela "por casualidad". Comenzó en el mundo periodístico en la etapa de la Transición, un periodo duro en la historia de España que marcó un antes y un después en el futuro del país. Ahora, en plena crisis económica y con una situación escalofriante, la escritora madrileña que ha sido traducida a múltiples idiomas con su anterior novela Dime quién soy, se lanza al mercado editorial con su último trabajo, Dispara, yo ya estoy muerto. Una novela que retrata varias generaciones de dos familias con un paisaje de fondo situado en la franja de Gaza que nos llevará hasta Rusia. Pero no es una novela política sino una reflexión sobre cómo el lugar y el momento en el que nacemos condiciona de por vida nuestro futuro.
Pregunta.- ¿Dónde surge la idea de este libro? ¿La chispa que encendió su deseo de contar esta historia?
Respuesta.- Es una novela muy orteguiana, yo quería escribir sobre cómo las circunstancias van marcando las vidas de los seres humanos y a veces asumimos papeles que no hemos escrito nosotros. El lugar dónde naces, la religión, las circunstancias socio-económicas van marcando tu existencia sin poder haber elegido quién eres.
P.- Para escribir la saga familiar que retrata en Dispara, yo ya estoy muerto, ¿Se ha basado en algún hecho real, familiar, que le haya servido de guía e inspiración?
R.- No, es una novela que es fruto de la imaginación y nada más. Es verdad que para preparar las novelas viajo a los lugares, hablas con la gente, te relacionas. Al vivir las experiencias de esos lugares y gentes vas acumulando vivencias y estas quedan en la recámara. Soy periodista y al viajar tanto cuando te sientas a escribir las experiencias que has vivido van a florando.
P.- Sus últimas novelas tienen un componente cosmopolita muy marcado. Supone un gran esfuerzo de investigación. ¿Por dónde se empieza a hacer una investigación? ¿Se impone viajar a todos los lugares, a todos los rincones y edificios que saca a relucir?
R.- Todas son bastante cosmopolitas. Soy poco localista y creo todo está interrelacionado. No me interesa solo que sucede a mi alrededor sino también lo que pasa más allá porque tiene repercusión en nosotros. Intento que mi visión sea amplia, no solo ver lo que sucede en nuestras cuatro paredes.
Supone un esfuerzo de documentación. La suerte que tengo es que al ser periodista es que estamos acostumbrados a manejar mucha información. Y, claro, leyendo muchísimo y de todo, leyendo historia, memoria, etc que ayuda a conocer el contexto histórico.
P.- Trata el tema del pasado, del odio, del antisemitismo…de reflexión. Aborda el tema de Israel y Palestina, una de las rencillas más susceptibles que puede haber ahora. ¿Siente esperanza en la pacificación de Palestina? ¿Dónde diría usted que está la clave para alcanzar un nivel mínimo de entendimiento en la zona?
R.- No queda más remedio que entenderse. Israel no podrá sobrevivir si se asienta sobre la injusticia que supone que haya una parte importante, la palestina, que está sufriendo. Están condenados a entenderse. De todos modos no quería que fuera un libro que tratara sobre política. He escogido el escenario para hablar de cómo la gente se encuentra en situaciones que no ha elegido sino que le han venido dadas.
Es una historia de personajes, del laberinto de seres humanos que se encuentran en un determinado momento, en un determinado lugar y en unas condiciones políticas que son las que marcan su vida. Tengo la sensación de que las personas somos actores de un guión que no hemos escrito nosotros mismos y que tenemos que interpretarlo.
P.- Oriente Próximo sigue estando en estado de agitación. El punto de mira ahora es Siria… ¿Qué opina de que EEUU quiera entrar militarmente y planea un ataque?
R.- Tenemos que creernos, o no, lo de la institución y la ONU, es imprescindible. Hay que decidir. Es insoportable el uso de armas químicas y las imágenes que hemos visto son aberrantes. La comunidad internacional tiene que hacer algo y si la ONU existe de verdad tiene que decidir.
P.- Una de las protagonistas de su novela trabaja en una ONG. ¿Por qué ha querido que el protagonista perteneciera a este entorno?
R.- Es un recurso para contar la historia. En Dime quién soy el protagonista es un periodista, es tan solo un recurso que me venía bien. Tenia clara la historia que quería contar y tenía que dotar de oficio a una de las voces protagonistas del relato. Podría haber sido periodista de nuevo pero no me quería repetir.
P.- Desarrolló su faceta de escritora en el año 2004 con su primera novela. Desde entonces no ha parado de escribir con gran éxito, sobre todo con Dime quién soy. ¿Se esperaba esta acogida y la traducción del libro a tantos idiomas?
R.- He tenido mucha suerte. Desde la primera novela los lectores han sido muy generosos. Para mí fue una sorpresa la suerte que tuve con La hermandad de la Sábana Santa. Fui la primera sorprendida. Amplié el número de lectores con Dime quién soy y tengo la sensación de que con cada novela te la juegas, al final son los lectores los que tienen la ultima palabra. Y los libreros son, también, los principales editores.
P.- Además supuso el punto de inflexión en su literatura.
R.-
Fue un salto adelante. Era más personal, eran recuerdos de tipo familiares.
P.- ¿Cómo ve el futuro del periodismo en España? ¿Es de las que se considera una romántica sobre la profesión?
R.- Tengo un sentido romántico sobre el periodismo y la profesión no está en su mejor momento. Con las nuevas tecnologías nos ha faltado sabernos adaptar o prever lo que podía suponer. Me horroriza pensar en la polarización del periodismo y de los medios. O vas con uno o vas con otros. Y me preocupa mucho la situación de los jóvenes periodistas. Muchas veces hay gente con talento pero mileurista que si se quejan se arriesgan a quedarse sin trabajo. Es una pena.
Estoy muy entusiasmada y espero que a los lectores les guste Dispara, yo ya estoy muerto. Sobre todo insisto en que se basa en hacer esa reflexión de que las circunstancias son las que determinan nuestro futuro y que mi intención no era hacer una novela política.
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