El cineasta Manuel Martín Cuenca.
Siempre ha sido un director ambicioso pero con su cuarta película Manuel Martín Cuenca (Almería, 1964) ha ido un paso más allá. Caníbal es una película de terror con aire a cine de autor o un filme de terror realizado por un autor. Un Antonio de la Torre que parece actuar con los ojos interpreta a un sastre de Granada esquivo y doliente que oculta el más terrible de los secretos, es un asesino en serie que devora a las mujeres que desea. Cuenca ha querido realizar una metáfora sobre los tiempos que corren y es un filme con imágenes de una poderosa cinematografía.Pregunta.- ¿Cómo se gana al espectador cuando se parte de un monstruo como protagonista?
Respuesta.- Nunca quisimos hacer una película psiologicista. Presentamos a este personaje como un retrato del mal en el que el otro es negado. Se trata de entender la existencia de ese otro. Con un personaje realista, hubiera sido imposible. Aquí funciona como una tragedia. La única manera de que cambie es el perdón.
P.- ¿Es el canibalismo una metáfora de cómo funcionan hoy las relaciones?
R.- No solo eso, es también una metáfora de la decadencia y la corrupción que vemos hoy en día. Trata de reflejar este tiempo de confusión. La frontera del mal puede ser atravesada por cualquiera. No podemos olvidar que Europa ha sido el lugar en el que han sucedido las cosas más terribles. Es muy fácil localizar una historia como ésta en el tercer mundo, donde parece no haber ley. Pero esta película pretende demostrar cuán fina es la línea que nos separa de la brutalidad.
P.- Hay una escena muy significativa, cuando el Caníbal es masajeado y no sabe reaccionar a ese nivel de bondad.
R- Estamos ante alguien que es tocado y recibe ternura por primera vez en su vida y su reacción es huir porque no sabe lo que es el amor. Aquí es cuando comienza la historia de amor y comienzan sus crímenes. La cuestión profunda es si el amor puede cambiar a un monstruo.
P.- Es una película muy cinematográfica...
R.- El cine es una representación de la realidad, no la realidad. Es una ventana que abrimos a otro mundo. Me gustan las películas puras, esas que van a la esencia.
P.- A pesar de sus crímenes atroces, como espectadores siempre esperamos una cierta redención.
R.- Como espectadores, estamos acostumbrados a no dejarnos sorprender. Creo que no es bueno ver una película para reafirmarnos en nuestras ideas.
P.- Durante los 90 había muchos películas de psicópatas, ahora parecen menos frecuentes.
R.- La figura del asesino en serie ha sido reemplazada por la del superhéroe y un cine más infantil. Durante la gran depresión, vimos el nacimiento del cine negro y los libros de cómic. Ambos son una respuesta de la necesidad de la gente de encontrar una respuesta a la confusión moral y la tormenta económica. El cine negro no trata de dar una respuesta, es una respuesta al momento.
P.- Es una película muy física en la que la carne y lo material tienen una gran importancia.
R.- Para mí el cine es un acto físico. La puesta en escena y el plano son actos físicos. Las películas tratan sobre lo que ves, y en este sentido la acción no hay mucho diálogo y la realidad parece que puede ser tocada. El sonido, la luz etc tienen esa intención de que sea una película muy física. Pero también hay un componente espiritual, la película trata precisamente sobre un hombre que reniega de eso y finalmente es una víctima.
P.- Vemos las procesiones andaluzas y numerosos referentes católicos.
R.- Estos elementos religiosos son una parte muy importante de la cultura andaluza. No queremos extendernos mucho sobre ello, se trata de que la gente reflexione. Esto introduce la noción de espiritualidad, la presencia de la muerte...
P.- No hay mucha violencia pura y dura. De hecho, nunca vemos al protagonista matando.
R.- No creo que la muerte pueda ser filmada. No estoy interesado ni en la sangre ni en el gore. Creo que es mucho más poderoso imaginar cómo este hombre despedaza este cuerpo que mostrarlo.
P.- Nos sorprendemos con este sentido de la impunidad. Mata y mata, pero nunca paga un precio por ello.
R.- Eso es algo que sucede hoy constantemente. ¿Quién paga por los millones de desempleados? ¿Quién paga por los cien mil muertos en Siria? Nadie. Vivimos en un mundo de impunidad.
P.- Hay una visión truculenta de Andalucía.
R.- En Granada están las montañas nevadas situadas más al sur de Europa. Estoy seguro de que el espectador que conozca a Lorca y la tradición española no se sorprenderá. Andalucía es un lugar muy dramático. Cualquiera que conozca el sur sabrá de esa tradición truculenta.
P.- ¿Cómo ha trabajado el lenguaje audiovisual?
R.- Hay mucho fuera de plano, secuencias larguísimas y planos construidos con mucho cuidado, son casi como pinturas. También mantenemos una distancia conveniente. Creo en no mover mucho la cámara y no ser demasiado formalista. La puesta en escena es casi teatral. Esto podría ser teatro muy fácilmente, casi no hay localizaciones ni personajes. Todo está construido alrededor del protagonista, hasta cierto punto queríamos que el espectador fuera su cómplice.
P.- Es una historia de amor muy retorcida, pero una historia de amor.
R.- La pregunta es qué capacidad tiene el amor de cambiar el pasado y redimir a una persona. La idea clásica, o la más común, es que el amor es perfecto, que el amor puede salvar cualquier situación... No estamos tan seguros.