Patxi Amezcua.

El director estrena 'Séptimo', una película en la que practica una intriga clásica

Con su primer película como director, Séptimo, el navarro Patxi Amezcua ha logrado 'casi' un millón de espectadores en Argentina, donde se localiza la película. Después del éxito de crítica de 25 kilates, un convincente thriller policial, el cineasta lanza un título concebido para el gran público en el que practica una intriga cien por cien clásica. Un padre de familia separado (Ricardo Darín, tan buen actor como siempre) juega con sus hijos a que éstos bajen corriendo por las escaleras y él por el ascensor y en uno de esos juegos, al llegar a la planta baja, se da cuenta de que han desaparecido. Entre el melodrama y el terror, dos extremos que Amezcua ha querido evitar, Séptimo es una película de emociones fuertes y rápidas que funciona como una montaña rusa. Atentos al personaje de Belén Rueda como sufrida madre. Pregunta.- ¿Cómo termina haciendo una película en Buenos Aires?

Respuesta.-
Por casualidad. Nos reunimos un día con un productor de allí (Axel Kustchetazky) y un guionista, Alejo Flah y surgió el proyecto de rodar allí. Fuimos tres amigos haciendo una película. Yo no había estado nunca en Buenos Aires y me apetecía mucho. Propuse esta idea que se me había ocurrido jugando con mis hijos y a partir de aquí desarrollamos la historia. Al final teníamos un guión muy redondo, muy sólido, y todo el mundo se involucró muy rápido.



P.- Trata de construir un suspense totalmente clásico.

R.- Hacer una película de suspense era la clave. Cuando tienes a unos padres cuyos hijos han desaparecido puedes irte muy fácilmente al melodrama y tenerlos todo el rato llorando y el elemento de la desaparición inexplicable te puede llevar al terror. Yo no quería ninguno de estos extremos para centrarme en hacer un thriller. Todos los padres conocemos esa situación angustiosa en la que pierdes a tus hijos de vista unos segundos y temes perderlos. El tiempo en estos casos es un elemento clave porque cuanto más tiempo pasa más difícil es encontrarlos, las primeras 24 horas son cruciales.



P.- Vemos cómo un hecho insospechado cambia de golpe toda la realidad del protagonista.

R.- Tenemos a un padre separado que comete ese pecado habitual de los padres separados que es malcriar un poco a sus hijos. Cuando te sucede algo así lo lógico es que comiences a sospechar de todo el mundo, es parte de lo terrible. Sale el animal dentro de ti y eres capaz de cualquier cosa. Hay también un contexto de corrupción en la sociedad, de potenciales sospechosos, y todo ello está encaminado a crear esa tensión. Finalmente, está el viaje del protagonista, que se dispone a vivir un día de gloria profesional y acaba descubriendo qué es lo más importante de la vida.



P.- Ricardo Darín es un hacha.

R.- Él tiene esa cosa que puede ser un personaje que vemos que tiene un pasado dudoso y que es un poco caradura pero le tienes cariño. La película empieza con un plano general de Buenos Aires y de repente se detiene en este hombre, me gusta esa idea de ver lo que le pasa a un tipo común en una ciudad superhabitada.



P.- La ciudad tiene un papel protagónico. Destacan esos planos aéreos en los que la vemos como una megalópolis.

Yo creo que ser extranjero puede ser bueno en el sentido de que das una perspectiva de Buenos Aires que no es la más habitual. Me encantaba además verla desde el helicóptero, es inmensa, tiene esa extensión inacabable de Los Ángeles. Siempre me han gustado que las ciudades tengan un papel en las películas, en 25 Kilates me gustaba mucho mostrar lo que me gusta de Barcelona y me gustaría rodar en Madrid porque hay un Madrid que estoy ansioso por rodar.



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