Hay veces en la que la crueldad del ser humano no tiene límites. Bajo el refrán 'el fin justifica los medios' se han desdeñado los planes más macabros. Una de esas historias es la de los bebés robados en España durante los años 60 y 90. Antonio Muñoz de Mesa (Madrid, 1972) escribió Una vida robada en la que habla precisamente de eso. La obra se representa en el Teatro Fernán Gómez y Carlos Álvarez-Nóvoa (La Felguera, Asturias, 1940) encarna al Doctor Nieto, un personaje lleno de contradicciones pero inteligente que se refugia en su incipiente Alzheimer para tratar de evadir un encuentro que le puede hacer sufrir. Pregunta.- La trama de la historia es el caso de los bebés robados ¿cómo ha preparado el personaje? Respuesta.- Efectivamente, la historia se desarrolla en ese entorno pero no es una obra de documento o denuncia sino que en ese paraje se construye el recorrido de unos personajes que se entrecruzan. Mi personaje, el Doctor Nieto, es la referencia que da sentido al conflicto. Me interesa la historia y la conocía con la información que todos tenemos de lo que sucedió en España en aquella época. Pero me preocupaba más el perfil humano de este personaje tan contradictorio que se ve involucrado en esta trama. Así que traté de ver sus motivaciones y antecedentes. En este caso el motor es el temor a enfrentarse con la verdad y en ese enfrentamiento encontrarse con el personaje de Ruth Gabriel, Luz, quien investiga su procedencia. P.- Se habla también de la pérdida de la identidad. R.- Está apuntado pero tampoco es fundamental, se alude a esa pérdida de memoria pero el Doctor Nieto conserva la lucidez para que no se distorsione el recorrido. Está más en la búsqueda del origen de Luz y en Nieto los descubrimientos le llevan a tirar por tierra lo que él creía y cómo pensaba que ocurrió. P.- ¿Se podría decir que, en cierto modo, los personajes vienen a transmitir facultades? (el dolor, la mentira, la curiosidad de saber la verdad) R.- Yo creo que la construcción del texto se ha buscado la humanidad y que los personajes sean de carne y hueso. Sí que hay que algo simbólico incluso en los nombres de algunos de los personajes. Olvido, el personaje de Asunción Balaguer, es quien lo sabe todo y Luz es quien está buscando su origen. Es una metáfora. En cuanto a mi personaje, son varios los elementos que se entrecruzan. No podría decir cuál es la facultad que transmite. La contradicción en la que vive y el querer justificar un pasado oscuro y vivir dentro de esa oscuridad. Esa luz le hace a Luz soñar con que todavía está a tiempo de vivir de otra manera pero al final, las respuestas que encuentra la sumergen en más oscuridad. P.- Se intercala, también, una historia de amor. R.- Es otro motor fundamental de la obra. Luz hace que Nieto reviva una antigua historia suscitada por el recuerdo de otra muchacha con la que hay una oscura historia de amor y muerte. Diría que este personaje es de los que más apetece hacer. Nos suelen dan personajes nobles, bondadosos pero este no lo es y le tienes que justificar, pero al mismo tiempo arranca en clave de comedia y es un reto que me planteo cada noche. No se quiere dar algo moral sino algo humano, mi reto es empatizar con el público. Es un personaje horrendo. A Olvido la maltrata y yo en los ensayos, a veces, tenía que parar porque me sentía mal y tenía que darle dos besos a Balaguer y decirle lo guapa que es. Sin embargo, tengo que lograr esa empatía y cuando se explica todo el público, a pesar de no poder aceptarlo, tiene más difícil condenar a una persona que te gusta. Nieto es verdugo y víctima de sus actos y remordimientos pero me he encariñado con él. P.- ¿Cree que sería posible que ocurriera algo parecido a día de hoy? R.- Me parece difícil. Lo mismo que ahora es más difícil cometer tantos fraudes financieros, hay más alerta, atención y conciencia social. Lo terrible es que sucedió. Y lo malo es que hay personas que se beneficiaron económicamente de ello alegando esa falsa moral del fin que justifica los medios. P.- Su personaje, el Doctor Nieto, es quien sabe toda la historia. Pero tiene Alzheimer. ¿Se aprovecha de ese estado para hacer y decir a su antojo y poder ocultar respuestas? R.- Si, el grado es inicial y pasa por un asesoramiento. Hay pérdida de identidad y da saltos al pasado. A ratos cree que revive o está viviendo como si estuviera pasando lo que ocurrió hace muchos años. Es un hombre inteligente y hábil y a medida que va sospechando el cerco que se estrecha contra él utiliza como estrategia el Alzheimer. Da juego escénico. Pero es diferente tener Alzheimer que pérdida de memoria (selectiva). P.- La verdad es la que nos libera, aunque duela. En definitiva, todas las familias tienen sus cosas, mentiras y secretos. ¿Se configura como una tragedia griega actual? R.- La referencia a Hesíodo de alguna manera da esa pista. Por otro lado lo que define a la tragedia frente al drama, el hecho de que los acontecimientos sucedan sin que la voluntad de los hombres pueda modificarlos, como algo que les empuja al final. El montaje es de comedia, de obra de Chéjov o Ibsen. Los personajes son de un ambiente muy real aunque haya una neblina alrededor. No es como Bodas de sangre de Lorca que todo te recreaba la tragedia clásica. Aquí, ese tono trágico no está en las formas teatrales pero sí subyace en el comportamiento de los personajes y la historia que les toca vivir. P.- ¿Hay esperanza? R.- Es una obra que aunque reúne estos elementos, sin embargo, no es una obra densa en la que al finalizar el espectador queda sobrecogido. Hay algo esperanzador, por muy dura que sea la verdad es ella la que proporciona al ser humano el poder continuar con sus vidas con nobleza. La mentira es una apariencia. En este sentido me parece que los personajes terminan afrontando la verdad y el momento en el que están. Ahora que parece todo tan oscuro, a pesar del daño que podemos hacer o nos pueden causar, con la verdad podemos seguir con nuestra vida y alcanzar la felicidad que todos merecemos.
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