Andrea Camilleri: "Los bailarines y los pianistas ensayan a diario, ¿por qué habríamos de ser diferentes los escritores?"
El autor italiano recibe el premio Pepe Carvalho 2014 en la novena edición de la BCNegra
7 febrero, 2014 01:00Andrea Camilleri. Foto: Antonio Moreno
A las siete de la tarde de ayer, y en el solemne marco del Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, el carismático Camilleri recibió en una ceremonia tan cálida como entrañable el preciado premio, que lleva el nombre del protagonista de las novelas de su admirado amigo y colega Manuel Vázquez Montalbán. "Aún recuerdo el día en que murió Manolo. Me enteré por los periódicos y la noticia me golpeó como una pedrada. Esa misma tarde recibí en mi casa un paquete que contenía el último libro suyo publicado en Italia. Curiosa coincidencia ¿verdad?". Arrollador y vital, fumador empedernido, aficionado a la buena mesa, lector voraz hasta hace poco (sus problemas de visión no le permiten leer mucho rato seguido), admirador del género femenino e impenitente conversador, el autor siciliano se muestra feliz con el premio y encantado de haber viajado a Barcelona, hasta dónde le han acompañado familiares, amigos e incluso un par de vecinos de calle, y dónde ha podido visitar a la viuda y al hijo de Vázquez Montalbán. Su alter ego y protagonista de sus novelas, negras por contenido y planteamiento pero luminosas y mediterráneas por su contexto, no es otro que Salvo Montalbano, cuyo apellido es fruto del homenaje que el autor siciliano decidió rendirle a su amigo y maestro. "Montalbano es un detective atípico (afirma Paco Camarasa, impulsor de BCNegra y comisario de la misma desde sus orígenes). Es un agente culto, aficionado a la lectura, con un gran sentido del humor, lleno de vitalidad, vulnerable a las tentaciones y siempre detrás de la verdad. A él lo que le mueve no es cerrar un caso sino descubrir lo qué ocurrió en la realidad, al margen de lo que le exijan sus jefes, con los que suele llevarse mal. Y de eso se entera en la calle, hablando con la gente, fijándose atentamente en la mirada del interlocutor y prestando atención a lo qué cuenta y en cómo lo cuenta". El jurado, compuesto por Jordi Canal, Andreu Martín, Rosa Mora, Sergio Vila-Sanjuán y el propio Paco Camarasa decidió por unanimidad "otorgar el premio Pepe Carvalho 2014 al autor italiano creador de Salvo Montalbano, el comisario protagonista de una de las sagas negrocriminales más leídas en el mundo entero". Y Andrea Camilleri (Porto Empédocle, Sicilia, 1925), cuyas obras las publica Salamandra en castellano, se suma así a la lista de los premiados en la que figuran Maj Sjöwall, Petros Markaris, Andreu Martín, Ian Rankin, Michael Connelly, PD James, Henning Mankell y Francisco González Ledesma. Director teatral y de televisión, guionista, escritor y miembro activo del Partido Comunista Italiano (lo que impidió su entrada en la RAI), Andrea Camilleri se inició en el mundo literario con montajes de obras de Pirandello, Ionesco, T. S. Eliot y Beckett. En 1978 debuta en la narrativa con su libro El curso de las cosas, y dos años después sale a la calle una de sus novelas más desconocidas por el gran público pero más valorada por la crítica, Un hilo de humo, una obra deliciosa ambientada en una ciudad imaginaria de la Sicilia de finales del siglo XIX, en la que el autor recrea la vida cotidiana en la isla italiana. El éxito le llegará cumplidos los 67 años con La forma del agua, la primera obra de la serie protagonizada por Montalbano, el comisario responsable de que su autor haya sido traducido a más de 35 idiomas y se haya convertido en el escritor más leído, amado y admirado en Italia, dónde lleva vendidos más de 22 millones de ejemplares. La rueda de prensa que concedió ayer tarde en Barcelona, poco antes de recoger el premio, fue un encuentro tan distendido como concurrido, una de las citas más esperadas de la temporada literaria, y en ella las preguntas se sucedieron una tras otra seguidas de respuestas largas y amenas que arrancaron risas y sonrisas aquí y allá. Ligeramente encorvado y algo lento al caminar, pero sonriente y feliz de encontrarse con la prensa, este casi nonagenario autor demostró sentirse en plena forma y con muchas ganas de conversar. Camilleri, que confiesa no conocer la fórmula del éxito ni el secreto del interés que despiertan sus obras, afirma escribir "bajo la imperiosa necesidad de contar una historia que tengo armada e imaginada en mi cabeza. Sólo cuando experimento esa sensación empiezo una novela. Y la historia arranca siempre a partir de una frase real, que he leído o escuchado en alguna parte. Sé que Montalbano conecta con la gente, lo supe desde el principio. Y es así porque parece alguien real, al que podrías conocer, al que invitarías a comer o con el que te irías a tomar una cerveza para charlar un rato. Tiene connotaciones positivas, es amigable, le gusta la gente, no se deja mandar cuando las órdenes son absurdas e irracionales, rechaza el poder y defiende la justicia y la verdad". El humor y la ironía, siempre presentes en sus obras, responden a algo tan íntimo como la simple circunstancia de ser siciliano. “En mis novelas describo ambientes sórdidos, es cierto, pero lo hago desde la ironía y el humor porque, como decía Leonardo Sciascia, esa es la perspectiva indispensable para afrontar circunstancias difíciles. Y los sicilianos tenemos esa lección bien aprendida, porque en nuestra historia a menudo nos hemos topado con situaciones adversas”. Reconoce ser disciplinado y riguroso en su oficio de escritor, porque se considera "un empleado de la palabra y la escritura", por eso se sienta cada mañana, sobre las siete, frente al ordenador después de haberse duchado, afeitado y vestido correctamente. "Siempre lo he hecho así, por respeto a mí mismo y a mis lectores. No sabría escribir en pijama y zapatillas. Tengo la costumbre de leer en voz alta la página que doy por terminada. Sólo así soy capaz de reconocer si la prosa tiene buen ritmo y se lee con facilidad. Y cuando no tengo una novela entre manos escribo de todos modos. Es la única forma que conozco de mantenerse en forma y lograr una escritura fácil y fluida. En ocasiones he llegado a escribir hasta cartas a personajes que no conozco, por el mero hecho de estar entrenado. El otro día, sin ir más lejos, le escribí una larga misiva a un señor al que acababa de ver en el kiosco y al que jamás había visto antes. Naturalmente luego eliminé el texto, pero al menos ya estuve entrenando un buen rato”. Interrogado acerca del futuro de Montalbano, al que los lectores empiezan a ver algo cansado, su respuesta fue contundente y tranquilizadora. “Es cierto que ya tiene una edad, puesto que nació en 1950, y a veces demuestra cierto hartazgo al verse rodeado de asesinos imbéciles. Pero le queda cuerda para rato. Él sabe que si deja de trabajar la perspectiva que se le abre es la jubilación y eso no le seduce en absoluto”.