Sergi Belbel. Foto: Domenec Umbert.

El director teatral estrena hoy La punta del iceberg, de Antonio Tabares, en el Teatro La Abadía de Madrid.

Al director teatral Sergi Belbel (Tarrasa, 1963) se le queda corto el diccionario para elogiar a Antonio Tabares, un dramaturgo canario que hasta ahora había permanecido oculto para el teatro peninsular. A Belbel le llegó un texto suyo, La punta del iceberg, y aún no se recupera del asombro. La obra trata de una serie de suicidios ocurridos entre los trabajadores de una multinacional, que envía a una directiva para investigar si las muertes tienen relación con los "reajustes" llevados a cabo por la empresa. Dos años después de leer el texto y tras "venderle" la propuesta a José Luis Gómez - "Pero ¿quién es este Tabares?", le dijo justo antes de leerla y quedar igualmente entusiasmado-, el director lleva la obra a las tablas del Teatro de La Abadía de Madrid con un elenco de actores encabezado por Nieve de Medina.



Pregunta.- Antonio Tabares es un desconocido a quien usted pone por las nubes. Háblenos de él.

Respuesta.- Conocerle ha sido una gran sorpresa para mí. Leí su texto por correo y me apasionó, cosa que me pasa pocas veces. Incluso sentí rabia por no haberlo escrito yo. Me puse en contacto con él, le dije que me gustaría montarlo y se puso muy contento. Al cabo de dos años se ha hecho realidad, gracias también a la confianza de José Luis Gómez, porque es una producción de La Abadía. Es un tiempo corto tal como están las cosas. Una vez que el proyecto ya estaba en marcha, me mandó cuatro textos más, a cuál mejor. Estamos ante un gran autor por descubrir.



P.- ¿Y qué le hace tan bueno?

R.- Es un autor diferente, con un sentido de la réplica y de la escritura muy fino y diferente en cada obra, no se repite. Tiene una sensibilidad que roza la exquisitez en el buen sentido. Es muy potente y muy simple al mismo tiempo. Ésa es su mayor virtud.



P.- ¿Cómo ha concebido la puesta en escena?

R.- De la manera más simple, dejando toda la responsabilidad a los actores, Nieve de Medina y los otros "cinco magníficos": Eleazar Ortiz, Montse Díez, Luis Moreno, Pau Durà y Chema de Miguel. Ellos han sido el centro de mi trabajo, para que al meter la mano en el guante del texto, guante y piel sean la misma cosa. Sería feliz si al ver la obra dijeras que la puesta en escena es invisible.



P.- Entonces, ¿qué elementos veremos en el escenario además de los actores?

R.- La escenografía es más simbólica que realista, con unos muebles vacíos de oficina, un espacio sonoro muy trabajado por Javier Almela y la luz de Kiko Planas, nada más.



P.- A juzgar por el contenido de la obra, ¿diría que Tabares es un autor de compromiso social?

R.- Tabares es un autor total. Con mucho compromiso pero nada panfletario. A mí el teatro panfletario me da grima. Para eso te vas a un mitin. También evita el documentalismo, que para eso ya están los documentales y los ensayos. En sus otras obras trata todos los temas, los grandes temas. La punta del iceberg trata sobre la fina línea que separa lo laboral de lo personal. Muchas veces cuando hablamos de temas laborales, nos vamos a las cifras, a la macroeconomía. Pero él dice: "Perdona, estamos hablando de personas". Si hay un ERE de 120 trabajadores, él se preocupa por esas 120 personas, qué pasa con cada una de ellas.



P.- ¿Cuál es el papel de Sofía, la directiva de la multinacional enviada para investigar los suicidios?

R.- Tiene un doble papel. Uno es realizar una investigación para encontrar la relación entre los suicidios de los tres trabajadores y los reajustes realizados por la empresa, y al mismo tiempo realiza un viaje hacia su propio pasado, al contrastar cómo ha llegado a la cima de la empresa y darse cuenta de lo que ha tenido que tragar por ser mujer.



P.- ¿Qué otros proyectos tiene en su agenda?

R.- Inmediatamente después de esto, voy a hacer Los días felices, de Samuel Beckett, en el Lliure, y luego haré un Pinter. O sea, dos maestros del siglo XX después de uno del siglo XXI, Antonio Tabares...



P.- ¿Se siente más ligero desde que dejó el Teatre Nacional de Catalunya?

Libre como el viento, como era antes de 2006. Puedo dirigir ahora aquí, ahora allí, ahora contigo y ahora con el otro, que es como más se aprende.



P.- Desde que abandonó la gestión del teatro, tendrá más tiempo. ¿Ha vuelto a escribir?

R.- Aún no, pero estoy en ello.



Ver otros Buenos Días