Coworkers en el centro Utopic_US de calle Duque de Rivas en Madrid.

De "solos, pero no a solas" a "juntos y revueltos", según el gusto de cada cual. Entre uno y otro extremo, ambos incluidos, se sitúa el espíritu del coworking, la palabra de moda entre profesionales autónomos, emprendedores y pymes. Esta nueva filosofía laboral apuesta por el uso compartido de un mismo espacio de trabajo para desarrollar sus proyectos de manera independiente, fomentando al mismo tiempo la creación de proyectos conjuntos.



Los sectores más propensos a este tipo de organización son las industrias creativas y culturales, asegura Manuel Zea, uno de los pioneros del fenómeno en España -fundó Working Space en Alcobendas en 2007-, creador de la revista y directorio online Coworking Spain y autor del libro Living Coworking. Arquitectos, diseñadores gráficos, desarrolladores web, gestores culturales, representantes y agentes de prensa son los perfiles más habituales, pero también otros profesionales liberales más "serios" como los abogados, que asociamos más con muebles de anticuario y placas doradas en la puerta, encuentran acomodo en estos nuevos espacios de trabajo compartido. Por sexo y edad, el perfil habitual del coworker incluye a hombres y mujeres en la misma proporción, de 25 a 45 años.



La crisis ha sido el caldo de cultivo para la proliferación de los centros de coworking en España. Muchos profesionales no pueden pagarse un despacho propio y en ellos encuentran la flexibilidad que necesitan: por una cuota mensual o incluso bonos de varias horas sueltas, tienen un puesto de trabajo, conexión a internet, recepcionista, zonas comunes para descansar o comer, salas de reuniones y hasta servicios de contabilidad y asesoría legal en algunos casos. No obstante, Zea asegura que la mayoría de los usuarios vienen de trabajar en sus casas, de modo que su motivo no es el ahorro, sino las ventajas que ofrecen estos servicios y la posibilidad de relacionarse con otros profesionales y multiplicar su red de contactos.



Por convicción o por necesidad, lo cierto es que muchos de quienes prueban el coworking ya no se imaginan trabajar en un ambiente aislado. Es el caso de Mati López, gestora cultural y coworker en Lanau Espacio Creativo. Es miembro de Agetec y Smartib, dos cooperativas de gestión cultural con sede en este centro madrileño. "Conocí Lanau a través de una de las socias. Necesitaba salir de casa, conocer gente y relacionarme con otras personas que se dedicaran a cosas parecidas a lo mío. Aquí cada uno tiene su proyecto pero formamos una pequeña familia. Puedes apoyarte en los demás, compartir experiencias y conocimientos y a menudo surgen proyectos de colaboración muy interesantes. Por ejemplo, ahora estamos organizando unos desayunos en los que ponemos en contacto a profesionales de las industrias culturales -coworkers o no- para crear sinergias y reflexionar sobre el sector", explica López.







Mucho más que una mesa con internet

El fenómeno tiene pocos años y aún está por definir, pero lo que está claro es que montar un centro de coworking es mucho más que tener un local grande y alquilar mesas con conexión a internet. "Se trata de generar una comunidad organizando cursos, talleres y eventos culturales, fomentando la interacción y la lluvia de ideas entre los socios", explica Óscar Pastor, coordinador de proyectos de Lanau. Lo que distingue a este centro de los demás es que ofrece una modalidad que han bautizado como "cotrueque": la posibilidad de no pagar cuota a cambio de colaborar en tareas y funciones del centro.



Una prueba sólida de que llevar un espacio de coworking no es algo tan sencillo la aporta Rafa de Ramón, de Utopic_US, el mayor proyecto de este tipo en España, con tres centros en Madrid y uno en Zaragoza: "Nosotros damos cursos de formación para gestores que quieren abrir su propio espacio y cuando acaban, la mitad de los alumnos no se atreve a seguir adelante".



La profesionalización de esta nueva filosofía de trabajo es el objetivo de simposios como la Global Coworking Unconference Conference, que celebrará su próxima edición en Kansas, EEUU, a primeros de mayo; Coworking Europe, cuya tercera edición tuvo lugar en Barcelona en noviembre de 2013; y la Coworking Spain Conference, que celebrará su tercera edición en Madrid a finales de abril, organizada por Coworking Spain en colaboración con Utopic_US, Transforma_BCN y Madrid Impact Hub.



España, tercer país coworker

El coworking no tiene un origen preciso, pero el término se acuñó en San Francisco, explica Zea. El boom en nuestro país, recuerda, fue en 2012, y el siguiente fue el año en que empezó a profesionalizarse. "España es el tercer país del mundo con más espacios de coworking, sólo por detrás de EEUU y Alemania. Ya hemos superado el 'me sobra espacio, le pongo la palabra coworking y me siento a esperar que se forme una fila de emprendedores en mi puerta'. Ahora se conoce mejor qué significa coworking, y los gestores se forman y se preparan para ello".



Los primeros centros que se abrieron en España lo hicieron de forma improvisada. "Cuando empezamos, hace cuatro años, no teníamos ni idea de que esto que hacíamos se llamaba coworking. Éramos diez tíos con ganas de hacer las cosas de manera diferente. Al poco tiempo, ya éramos 70", reucerda De Ramón. Lo mismo le pasó a Zea. Arquitecto de profesión, tenía un local familiar y quiso que sus amigos se fueran a trabajar con él. "Cuando vi que no se animaban, fue cuando me planteé abrirlo al público", confiesa.



Ahora los nuevos centros crecen como las setas en Madrid, y en otras grandes ciudades como Barcelona (Pipoca, Space&Co, Gracia Work Center...) o Valencia (Obsolete Rufaza, Wayco...). Las instituciones públicas también están apostando por este modelo, como la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela, el centro cultural La Térmica de la Diputación de Málaga o Matadero Madrid, que abrirá un espacio de coworking en los próximos meses. En otros países como Uruguay, Argentina, Brasil, México, Francia, Italia y el Reino Unido el fenómeno también está en fase de expansión, y empieza a dar sus primeros pasos en India, Tailandia, Indonesia o Singapur, explica Zea.



Hacia la especialización

A medida que el fenómeno se va expandiendo, también se va especializando. Así, surgen centros orientados a creadores que requieren mucho más que un portátil y una mesa: artistas plásticos, diseñadores de moda y hasta músicos y actores. Estos profesionales encuentran su sitio en lugares como Lanau Espacio Creativo, que ofrece, además de la zona de trabajo "de oficina", espacios amplios donde ensayar, pintar, esculpir, exponer arte o exhibir obras de teatro.



Lo mismo sucede en Utopic_US, uno de los centros de coworking más activos y generadores de sinergias, orientado sobre todo a las industrias culturales y creativas (ICC) -un término que empleó por primera vez Theodor Adorno en 1948 y que, según la UNESCO, engloba estas actividades: publicidad, arquitectura, arte y mercado de antigüedades, artesanías, diseño, diseño de moda, cine y vídeo, softwares interactivos de entretenimiento, música, artes escénicas, edición, software y servicios de computación, televisión y radio-. Además, el fundador de Utopic_US, Rafa de Ramón, proyecta el espíritu que gobierna su centro de coworking en Zinc Shower, un encuentro que organiza junto a otros profesionales del sector cultural y coproducido por Matadero Madrid. El objetivo de este meeting show es dar visibilidad a 100 proyectos empresariales del ámbito de las ICC. Tras un proceso de selección -la convocatoria está abierta hasta el 28 de marzo-, un jurado de 30 expertos dará asesoramiento integral a los proyectos elegidos y éstos se expondrán en el evento, que tendrá lugar en Matadero del 23 al 25 de mayo, acompañado de una extensa programación cultural.



"Madrid es la cuarta ciudad de Europa con más profesionales de las industrias creativas y culturales, sólo por detrás de París, Londres y Milán. Tenemos tres veces más gente dedicada a ello que Berlín, por ejemplo, pero no lo sabemos y no lo explotamos. Por eso hacen falta eventos como este que den a este sector la visibilidad que se merece", sentencia De Ramón.