José Sanchis Sinisterra. Foto: Javier Barbancho.
El dramaturgo estrena en La Abadía hoy, Día Internacional del Teatro, su versión de 'Las tres hermanas' de Chejov
Pregunta.- "Una obra maestra del teatro universal vista con otros ojos". Así se promociona la obra. ¿Qué ojos son esos?
Respuesta.- Los de un hombre de teatro del siglo XX (aunque comprometido con el siglo XXI), que ha sido testigo y a menudo cómplice de algunas transgresiones de la verosimilitud y del principio mimético dominantes en la escena occidental. O, dicho de otro modo, con los ojos de alguien que duda de que la realidad (¿?) pueda ser llevada al teatro sin replantearse las formas heredadas de la tradición.
P.- Su versión se concentra en las tres hermanas. Los personajes que las circundan "aparecen a través de un juego de continuos quiebros". ¿En qué consisten esos quiebros?
R.- La expresión no es mía, pero supongo que alude al hecho de que la acción de la obra es evocada y convocada desde un tiempo fluctuante, como si el pasado y el futuro se entrelazaran en un presente inmóvil, fragil, quebradizo. Y cuando, además, la soledad arrecia, los "otros" se van transformando en vestigios que flotan alrededor, como psicofonías que nos habitan. Hay mucha gente que vive así, ¿no cree?
P.- ¿Puede afirmarse que ha cogido las tres hermanas de Chejov y las ha colocado en una obra de Beckett?
R.- En la medida en que, a mi entender -y no solo al mío-, Chejov anticipa, en cierto modo, a Beckett, pero también a Pinter y a otros importantes renovadores del teatro del siglo XX, podría decirse que sí. Pero, más exacto que "en una obra de Beckett", sería "en un territorio vagamente beckettiano".
P.- Su intención era conectar la emblemática pieza de Chejov con el mundo de hoy. ¿Cómo ha intervenido en el texto para conseguir ese efecto?
R.- Desde el punto de vista de la forma dramática, el texto aspira a sintonizar con el modo fragmentario, discontinuo, acausal y, en cierto modo, caótico con que percibimos el mundo. Y tal opción permite resaltar algo que ya se insinúa en la obra original: la erosión de la voluntad y el deterioro de la acción comunicativa.
P.- En esta versión parece que recuerdos e imaginación acaban enredándose sin saber donde terminan unos y comienzan los otros, ¿no?
R.- De ahí, en parte, su realismo y su actualidad. A estas alturas de la vida, todos sabemos que la memoria es una gran fabuladora, benévola unas veces, maligna otras, interesada siempre.
P.- Introduce injertos de reflexiones del propio autor. ¿Qué tipo de reflexiones? ¿Qué papel quiere que jueguen?
R.- Algunos de tales injertos han sido parcialmente "podados" o atenuados en este montaje, pero me interesaba insinuar que, por mucha verdad que pretendamos insuflar en un universo dramático, la obra de arte es ante todo un "artefacto", un artificio que solo puede aspirar a remedar la vida.
P.- ¿Cuál diría que es el peso específico de Las tres hermanas dentro de la obra global de Chejov?
R.- En opinión de algunos estudiosos, esta sería "la más chejoviana" de sus obras. Ahora bien, si me preguntara usted qué quieren decir con tal adjetivación, me pondría en un aprieto… Yo me limitaría a considerarla como la que suscita una empatía más compleja en el lector/espectador. Pero esto no deja de ser una opinión más.
P.- ¿Por qué no deja de crecer la onda expansiva chejoviana con el paso de los años? ¿Por qué es tan grande Chejov?
R.- Sus obras logran conciliar el rigor clínico y la compasión en el tratamiento del ser humano, como si fuera posible -y en él lo es- encontrar un equilibrio entre materialismo e idealismo. Además, supo dotar al drama de la densidad y complejidad de la novela, cosa que aún hoy resulta infrecuente.
P.- Lleva ya varios años volcado en su Nuevo Teatro Fronterizo. ¿Cómo valora la marcha hasta la fecha de este proyecto?
R.- En cuanto a la marcha del Nuevo Teatro Fronterizo, confieso que produce en mí valoraciones contrapuestas. Por un lado, a veces me irrita la indiferencia de las instituciones ante la labor que estamos realizando desde hace tres años. Por otro, y más a menudo, me gratifica y me estimula la creciente "onda expansiva" de solidaridad y complicidad que percibimos en nuestro entorno. El balance, pues, sería positivo, pero incierto. Sobre todo, con respecto al futuro. ¿Hasta cuándo podremos resistir?