Alex Pina.
El director estrena hoy Kamikaze
Pregunta.- Lo que más llama la atención es hacer una comedia sobre un terrorista suicida. ¿Cómo surge?
Respuesta.- Estaba con el coguionista de la historia, Iván Escobar, en Tenerife y se cerró Barajas por un temporal de nieve. Deambulando por el aeropuerto dijo Iván: "¿Te imaginas qué pasaría si eres un terrorista suicida y te cancelan el vuelo?". Yo añadí: "Y tienes que pasar unos días con los pasajeros". A partir de allí empezamos a desarrollarla y la primera pregunta es el género. Estaba el drama o el thriller, que hay muchos, y optamos por una comedia. Muy peregrino todo pero fue saliendo.
P.- Siendo una película claramente comercial, es sorprendente que no justifique sus acciones.
R.- Lo audaz es que el terrorista sea empático. Lo complicado para convencer a distribuidores y productores fue que este señor te va a caer bien. Muchos pensaban que no podía caer bien. La clave es que el espectador esté con él. También queríamos explicar que el terrorismo es repudiable y allí entra la evolución del personaje.
P.- Vemos a un hombre que ha perdido a toda su familia y actúa por revancha: ¿terrorista o vengador?
R.- Lo han dejado sin patria, sin nada, y se pone en manos de unos terroristas y todo esto en una comedia es complicado. Es una película ambiciosa que parte de un análisis. Con Fuga de cerebros vas a un público muy concreto que solo quiere divertirse. Quizá Kamikaze tiene que ver con Intocable, tiene una ambición muy similar, divertida y muy arriesgada al mismo tiempo. Queremos hacer cine para todo el mundo con una premisa clara pero valiente. Queremos hacer pensar no sobre el terrorismo sino sobre cómo algunos se sobreponen a la amargura y otros no. No claudicar o claudicar. Es un canto a la resistencia.
P.- El romance con Verónica Echegui pone a dos personas al límite.
R.- Ahí está esa escena en la que ella se quiere cortar las venas, él la descubre y en vez de disuadirla le cuenta cómo se hace bien. Ella piensa, ¡por fin alguien como yo! En el agujero negro se encuentran dos personas. Él está en el corredor de la muerte y ella ha estado a punto de suicidarse.
P.- Hay muchos elementos de la comedia clásica, por ejemplo, en esa coralidad con secundarios pintorescos.
R.- En España hay una gran tradición. Cuando vemos a Eduardo Blanco con unos zapatos de mujer en seguida nos lleva a eso. Ese personaje verborreico es muy reconocible en nuestro cine. Trabajamos más el personaje que la situación. Por ejemplo, Leticia Dolera representa a alguien frívolo en una situación que no es frívola. Fuimos viendo hasta dónde podíamos subir a uno u otro y en montaje algunos crecieron.
P.- Destaca el ritmo trepidante.
R.- Ha sido plano a plano, un montaje muy laborioso. Vamos todo el rato de drama a comedia y ese tono solo funcionaba a ritmo demoledor de crucero. Estuvimos dedicados a ello muchísimo tiempo. Quitamos muchas cosas para que no parara ese ritmo y hay alguna secuencia que lamento que no salga pero era mala en el conjunto.
P.- Está ese elemento de tensión clásico, esa bomba debajo de la mesa de Truffaut y Hitchcock está bajo el suelo y en cualquier momento puede estallar.
R.- Mantienes constantemente vivo y te genera una expectativa. Potencia además el giro del tercer acto cuando aparecen otros terroristas. Aviva mucho la película y la mete en nervio.
P.- Es curioso porque da la impresión de que pasan muchas cosas pero hay un solo escenario y en realidad la acción solo aparece al final.
R.- Es la manera que tenemos de competir con el cine americano. El espectador las tiene totalmente asumidas. La película tiene algún ejercicio de película de acción americana pero metida en nuestra idiosincrasia. Después vives de cosas más pequeñitas, de un hotel, de desayunos que te dan la sensación de que pasan cosas aunque no vayas a treinta países y quemes catorce aviones. Se trata de hacer una película con un presupuesto pequeño. La gente la ve como si fuera una película grande con una factura grande y la hicimos en Pirineos de manera mucho más sencilla.
P.- Kamikaze lleva a pensar eso de "qué majos somos los españoles".
R.- No podíamos hacer esa torre de Babel porque ya hay muchas nacionalidades, pero esa gente buena que lo acoge son españoles. Estoy de acuerdo, quizá hubiera sido mejor que fuera más cosmopolita pero era un lío de subtítulos. Sí encuentras a gente como Carmen Machi que tira para adelante. La película es una fábula y no encontramos otra forma de hacerla. Te diré además que yo viajo mucho y que en general caemos bien, no tenemos esa arrogancia de los italianos o los franceses.
P.- ¿Es muy distinto el cine de la tele?
R.- Manejan el mismo tejido narrativo, tienes que contar cosas. Vemos una televisión americana muy creativa y un cine más anquilosado. Estamos en el mismo barco y se trata de llevar a la gente al cine. Tres metros sobre el suelo cumple un papel.