Su fiera careta de guerrero ocultaba a un hombre inadmisible: un poeta frustrado, homosexual y alcohólico con una vida recorrida de balas, de bencedrina, de orgías. Medio finlandés y medio americano, gay atrapado en el aparato comunista de Stalin, pendenciero de día, en la trinchera, pero tierno y enamoradizo al caer la noche, la vida de Bill Aalto fue una ortodoxa tragedia. Luchó en la Guerra Civil española, regresó a EE UU y acabó perseguido por McCarthy. Murió destruido, pero leal. Autodestruido y solo, como tantos héroes. Jorge M. Reverte reconstruye ahora su terrible historia en Guerreros y traidores (Galaxia Gutenberg), que es también, y sobre todo, un compacto compendio del último siglo.
Pregunta.- Bill Aalto como personaje es fascinante.
Respuesta.- Desde luego: sin ser un grande de la historia, tiene muchísimo interés. A través de él se explica muy bien quiénes eran los brigadistas americanos que vinieron a España. Pero también todo ese espanto que suponía la homosexualidad en aquel ambiente, en aquella época.
P.- Extraña que pagando tan cara su homosexualidad, Aalto guardase una lealtad tan absoluta al partido, que fue el que no le dejó ser lo que era.
R.- Sí, y ahí está su grandeza. De todas formas, que él no dejara nunca de ser comunista es comprensible: les ocurría a casi todos. Había pocas conversiones. Más raro es que fuera leal a quienes le habían traicionado y se negase a delatarlos al FBI, pese a que a él le destrozaron la vida.
P.- El hombre que lo delata, Irving Goff, a quien en el libro se define como "comunista irredento, macho y homófobo", es un personaje de mucho peso en la biografía de Aalto, y no solo por esa delación.
R.- Goff es un personaje interesantísimo también, pero desde otra variante: él es el hombre unidimensional y no sufre ninguna crisis en sus creencias, muere muy mayor, a los ochenta y muchos y se muere pensando exactamente lo mismo que pensaba a los veinte años. Es un comunista irredento, efectivamente, muy rocoso. Y es también un tipo muy valiente, que aquí en España completa mil hazañas y de vuelta en EE UU vive en la clandestinidad, lucha por los derechos de los negros...
P.- No obstante, su vida palidece ante la vida de Bill Aalto.
R.- Desde luego, le faltan todos esos ingredientes fascinantes, esa otra faceta de Aalto, representada en su relación con los grandes poetas de la época o en su padecimiento de la homofobia, que fue realmente cruel.
P.- Fue precisamente el episodio de Aalto persiguiendo con un cuchillo en la mano al poeta James Schuyler, entonces su amante, una de las escenas que le atrajo al principio del personaje.
R.- Ese episodio da la idea del proceso final de su autodestrucción. Pero esa historia de amor entre Bill y Schuyler tuvo también sus momentos de ternura. Ahí está ese poema de Schuyler en el que dice cómo sigue soñando con Bill años después, cómo amó a ese hombre encantador... Y eso que al final, en los últimos dos versos, dice: "cuídate de los finlandeses. Son / asesinos cuando beben".
P.- Él, Aalto, además, quiso ser poeta. Sentía gran atracción hacia ese modo de vida rufianesco de los poetas.
R.- Claro, y por ahí, por esa frustración, viene su otra gran desgracia. Él vivía con ellos, eran sus amantes, pero no estaba nada dotado, carecía de talento para la poesía.
P.- Siendo un personaje tan literario.
R.- Lo es, pero por otras razones: por ser un guerrero nato, un luchador. Su vocación poética supuso una gran frustración para él, porque quiso desarrollarse al lado de poetas de la talla de Auden o Schuyler.
P.- ¿Cómo eran los brigadistas? La historia los ha juzgado como auténticos héroes.
R.- Sí, y muchos de ellos eran ciertamente héroes, pero su idealismo no es el que nos han contado. Ellos luchan por cosas como la libertad, pero lo hacen bajo el paraguas de los ideales comunistas y bajo una fuerte disciplina. Era un tipo de idealismo que yo a veces lo he comparado, aunque hay a quien le parece ofensivo, con el de los yihadistas.A los yihadistas nosotros les odiamos porque nos quieren matar, pero sus correligionarios consideran que, bajo su punto de vista, son generosos, valientes... Los brigadistas, además, cuando empiezan a tener información sobre la URSS, miran para otro lado.
P.- El verdadero drama lo vivieron muchos de ellos al volver a EE UU, durante la caza de brujas.
R.- Claro, aquello fue durísimo y, para Aalto, ese drama se multiplicó porque estaba perseguido por su condición sexual. El macartismo fue algo horrible.Aquello fue la persecución por parte de unos psicópatas, como McCarthy o Hoover, de gentes de la cultura o gentes que habían luchado contra el fascismo.
P.- Hoover o McCarthy son inmisericordemente retratados en el libro.
R.- Es que eran unos auténticos psicópatas: yo creo que ahí coincide todo el mundo. En el caso de Hoover, esto está agravado por su homosexualidad encubierta, siendo como era persecutor, a la vez, de homosexuales.
P.- Por último, Aalto acaba destruido por esa persecución y muere prácticamente solo.
R.- Él muere rodeado de muy pocos amigos, pero son amigos de ese lumpen, gentes fundamentalmente perseguidas por su homosexualidad que acabaron entregados a las drogas, al alcohol y alguno también a la poesía, aunque por lo general llevaban todos unas vidas horribles.