Alicia Martín junto a una de sus instalaciones
El libro es uno de los signos distintivos del trabajo que Alicia Martín (Madrid, 1964) lleva realizando las dos últimas décadas, en forma de grandes instalaciones. Es un lenguaje reconocible, impactante a nivel visual. Una tormenta cíclica que siempre vuelve. Con ellos sigue trabajando aunque en las obras que ahora presenta en la galería Bacelos de Madrid no los vemos. Para Pareidolia, título de la exposición que comparte con June Crespo (Pamplona, 1982), muestra algunas de sus obras menos conocidas: escultura, dibujo y fotografías que alejan del libro aunque no de su esencia: almacenar tiempos y espacios.Pregunta.- Vemos en la galería Bacelos algunos de tus trabajos recientes, que han ido a la par de otros trabajos más reconocibles. Háblanos de ellos.
Respuesta.- En la Galería Bacelos presento los primeros trabajos de la serie T16, una nomenclatura que se refiere al índice de calidad que establece la ejecución en las piezas industriales. Va de la más precisa T01, al T16 con las que se nombra las piezas sin ajuste. Esta propuesta hace referencia a lo que se mueve fuera de eje, a un equilibrio inestable entre el hacer, el pensar y el ejecutar.
P.- Aquí, el dibujo y el proceso de trabajo son fundamentales, ¿verdad?
R.- Sí, los trabajos se disponen en la sala como un trípode, cuya base es el dibujo como proceso de pensamiento. Una escultura en la pared representa el intento de sujetar un volumen. Un dibujo con tiza, material impreciso, representa el desajuste entre dos planos y las fotografías en blanco y negro son la imagen de la mezcla de coronillas humanas que completan el dibujo en espiral, movimiento como búsqueda en el proceso vital...
P.- Y el error, ¿cómo lo interpreta? ¿Cómo algo productivo?
R.- El error es la máxima tolerancia en el desajuste, algo que hace referencia a "lo humano" así como a la relación de la nomenclatura en el proceso industrial con la ejecución de lo manufacturado.
Una de las obras en la exposición
P.- Cuéntenos sobre su día a día, sobre tus dinámicas de trabajo. ¿Cómo llegan las ideas a tu cabeza? R.- Reflexionando sobre lo que me rodea, tanto personal como profesionalmente. Apunto en un cuaderno ideas, conceptos que me interesan, noticias, imágenes... Una colección de intuiciones. Es en el estudio donde tomo las decisiones en el proceso de formalizar la idea. Necesito un espacio donde trabajar los materiales, hacer/deshacer, construir /destruir. El proceso de materializar esa intuición es definitivo. En el proceso físico de hacer/deshacer surgen uniones aparentemente contradictorias con el objetivo de ver las cosas de otra manera y detenerse en el tránsito, en lo cambiante. En el momento de empezar a entender lo contrario.
P.- Los primeros trabajos con libros son de principios de los 90. ¿Le ha llegado a "pesar" el hecho de trabajar con este material?
R.- El libro ha sido una constante desde los primeros trabajos en los que sustituía el texto por distintos materiales, buscando la relación con lo sensual al leer y al manejar el libro, hasta las últimas esculturas, en las que los libros se agrupan como restos orgánicos. En todos estos años el libro ha sido una excusa como símbolo de pensamiento y reflexión. Es un objeto con una carga simbólica universalmente reconocible. Nunca deja de ser un libro, aunque "lo tritures", siempre es el resultado del pensamiento humano y esto es lo que ha sido el eje central de todas mis propuestas con este objeto.
P.- ¿Qué hay de obsesión por ellos?
R.- En cuanto a la obsesión, sí me ajusto a una de las definiciones de la RAE de "obsesión: idea que con tenaz persistencia asalta a la mente" sí, soy tenaz pero nunca como "perturbación anímica producida por una idea fija", otra definición de la RAE.
P.- El libro es un objeto que almacena y registra tiempos y espacios, como la memoria. ¿Qué papel tiene el tiempo en su trabajo?
R.- El tiempo en mi trabajo es la constante que transforma la materia, lo que fija la memoria, algo tan efímero e intangible.
P.- ¿En qué proyectos está trabajando?
R.- En el estudio, sigo desarrollando la serie T16 y por otro lado, tengo tres propuestas de intervención en la calle, proyectos efímeros que se adaptan a la arquitectura. Desde la escultura realizada en 2003 en La Casa de América de Madrid, un chorro de libros que sale de la ventana del Palacio de Linares, han surgido a lo largo de estos años propuestas en otras ciudades. Se realizan con el equipo y materiales de la ciudad que corresponda, es una experiencia muy viva y me lleva a la reflexión de que esculturas que irrumpen en la ciudad, que forman parte de la vida cotidiana durante un tiempo determinado, toman verdadera consistencia en la memoria de las personas con las que ha convivido. Esa masa de libros de aproximadamente 10 metros de altura desaparece y permanece en la memoria, como cuando lees un libro, permanece su lectura según un recuerdo personal, subjetivo.
P.- ¿Qué déficit cree que hay en el actual sistema artístico en España?
R.- Respeto, confianza y apoyo en las propuestas de los artistas españoles. Pensar que dichas propuestas son un patrimonio cultural del que sentirse orgulloso, cuidarlo, cultivarlo, coleccionarlo. Creo que hay que ir a la base, que es la educación y con la transformación de nuestra sociedad en estos últimos años, la falta de derechos y la desigualdad, ese objetivo lo tendremos que alcanzar con nuestro esfuerzo personal.