Antonio Lucas: "¿Escribir novela? Cuando corres bien los 100 metros, el maratón es peligroso"
Este miércoles es el día del libro y para celebrarlo desde primera hora tenemos a Antonio Lucas (Madrid, 1975) en El Cultural. El poeta, periodista de la sección de Cultura de El Mundo desde hace 20 años, presenta Los desengaños (Visor), un poemario que se alzó el año pasado con el Premio Internacional Loewe de Poesía, uno de los más prestigiosos en su género como atestigua que el jurado lo conformen maestros como Caballero Bonald o Francisco Brines. Los desengaños refleja el final de la juventud en unos versos que se debaten entre la sumisión y la rebeldía con un cuidado exquisito de la escritura.
Pregunta.- ¿De quién o de qué se desengañó para dar a luz a este poemario?
Respuesta.- De mí mismo, el primer desengañado soy yo. Pero realmente el libro se desarrolla en torno a dos vías. La primera es el fin de una relación sentimental de muchos años y el desconcierto que algo así provoca en tu vida, que te deja como si vivieras a la intemperie... La otra vía está relacionada con el desafecto hacia el presente, una realidad que nos han traído y que también nos hemos dejado traer. En la actualidad atravesamos una situación horrible en la que todo aquello que parecía estar bien hace unos años ahora es un espacio muy difícil para el ciudadano. Por eso el libro atraviesa esa vía íntima del yo y ese otro aspecto de la desorientación colectiva.
P.- ¿Solo hay espacio para el desengaño en el libro? ¿No hay rastro de esperanza?
R.- El libro no es estrictamente sobre el fracaso ni es terminal. Puede que exista una gran contradicción ya que lo que sí encontramos es un enorme entusiasmo por la poesía y por la palabra, por el lenguaje como apuntalamiento de la identidad. Existe el entusiasmo de la palabra misma. Por este lado, encontramos una lectura más vital.
P.- Cuando recibió el premio Loewe comentaba que el jurado era un auténtico “Dream Team” de la poesía. Este año, gracias a Los desencantos formará parte de él. ¿Cómo valora esta oportunidad?
R.- Fueron diez o doce los años que cubrí este premio como periodista. Ganarlo fue un auténtico golpe de fortuna. Muchos de los poetas que me precedieron en el Loewe forman parte de mi educación sentimental. Y que el jurado estuviera compuesto el año pasado por maestros como Caballero Bonald, Paco Brines o Pablo García Baena es el mayor estímulo. Yo voy a participar de manera puntual por ser el ganador de la anterior edición. Es todo un reto participar en un jurado como este fundado nada menos que por Octavio Paz. En alguna ocasión me han comentado que las discusiones en su seno son de una altura intelectual enorme. De haberse grabado se habrían generado unos anales de crítica fabulosos.
P.- Lleva 20 años ejerciendo el periodismo en El Mundo ¿Cómo se relacionan ambas facetas, periodismo y poesía, en su vida?
R.- Realmente hay poco vinculo en lo práctico, en el ejercicio. Aunque desde un punto de vista emotivo puede que se rocen de vez en cuando. Es cierto que mi estilo como periodista es muy literario y que a veces puede tener destellos líricos. En el otro sentido, la influencia del periodismo en la poesía, creo que el vinculo es más débil. Quizá el periodista tiene inevitablemente una mayor toma de tierra frente a la avalancha de información. Influye en la forma de mirar. Pero hay que tener cuidado porque el trasvase de la poesía al periodismo genera afectación mientras que a la inversa, cuando el periodismo influye en la poesía, da lugar a la estadística. Lo adecuado es que una y otra convivan no que se abracen.
P.- Solo le falta escribir novela... ¿Es algo que tiene en mente?
R.- Y ensayo, teatro... Pero no tengo nada de eso en mente. No me veo capacitado ni tengo nada que decir. Cuando corres bien los cien metros, el maratón puede ser peligroso. En la carrera corta del poema es donde mejor me anclo a la vida. Es cierto que muchos poetas han tanteado la novela. A mi me seduce exclusivamente como lector.
P.- ¿Qué plan tiene para el día del libro? ¿Alguien tan relacionado con la literatura como usted ha de tener alguna tradición para este día?
R.- Normalmente lo que hago es trabajar. Es una fiesta con interés pero no soy un fanático de estos días que están certificados por decreto. Sin embargo, participo por la tarde en una lectura en la galería de la Fundacion Loewe y más tarde en Diablos Azules invitado por Joaquín Sabina. Es una gran ocasión para encontrarte con amigos.
P.- ¿Qué libro va a regalar en este día?
R.- Estoy leyendo Alexis o el tratado del inútil combate de Margherite Yurcenar. Lo escribió con solo 24 años y es una carta que le escribe un tipo a su ex mujer y en la que hace una espeleología brutal de su interior.
P.- El día del libro es un buen momento para engancharse a la poesía. ¿A quién recomendaría?
R.- La lectura principal desde mi punto de vista es Rimbaud. Representa al poeta total. Tiene esa capacidad de aventura, de romper todos los cánones y alcanzarnos incluso en la actualidad mientras que en su cabeza vivió un infierno. Pero también hay que leer a los poetas españoles contemporáneos como Caballero Bonald, Claudio Rodríguez o Gil de Biedma. Además de todos los poetas de la Generación del 27.
P.- ¿Cómo ve la situación del libro desde tu triple faceta de escritor-lector-periodista?
R.- Lo que veo peor es la situación de los lectores. Cada vez importa menos la lectura. El libro ha pasado a ser un artefacto adaptado a la mediocridad. A mi me interesa la literatura como acción o convulsión.
P.- ¿Se puede vivir de la poesía en la actualidad?
R.- Decía Vicente Aleixandre que de la poesía no se puede ni merendar. Puede que si haces muchos bolos puedas conseguirlo pero requiere mucho tiempo y no es la mejor manera de convivir con la poesía. Pero sería maravilloso vivir de la poesía. El problema es que tiene mucho prestigio pero no tiene tantos lectores. La gente siempre tiene una excusa para no leer poesía.