Francisco Leiro junto a una de sus esculturas. Foto: Francisco Fernández
Hacía cuatro años que Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957) no exponía en Madrid. Pero este escultor, que lleva casi cuarenta años dando forma a la madera, que utiliza el cuerpo como lenguaje para comunicar, la ironía para pensar y el cincel para gritar, no ha parado de trabajar ni un día. Vuelve ahora para mostrar sus últimas piezas, un conjunto que lleva por título Purgatorio, en el que las figuras sufren y llevan a cuestas grandes penas o penitencias. Se trata, además, de su decimoquinta exposición con la galería Marlborough, "una cifra nada desdeñable", reconoce.
Pregunta.- ¿Qué nos encontramos en esta exposición? ¿Cómo la ha planteado?
Respuesta.- En esta exposición muestra mi último trabajo, inspirado en una cierta idea de purgatorio. Rafael Argullol explica en el interesante texto que ha escrito para el catálogo que Miguel Ángel consideraba que el artista habita necesariamente en el purgatorio. Estoy de acuerdo. La exposición ha sido planteada en familias o grupos de esculturas: Los cargadores de piedras, los Sísifos, Aluger, las Moscas, los Lázaros y Mudis. Este último título inspirado en la agencia calificadora americana...
P.- La piedra se une a la madera en estas últimas piezas, ¿qué le aporta cada material?
R.- La madera es un material vivo y me siento muy cómodo trabajando con ella. Ahora bien, es la obra la que pide un material determinado. En esta ocasión he mezclado los materiales para crear un efecto concreto. Cuando trabajas la escultura quieres que el propio material transmita al espectador una fuerza interior, para ello el artista necesita sacarle partido al material.
P.- La ironía y el absurdo forman parte de la personalidad de sus esculturas desde hace tiempo, ¿diría que en estas últimas se ha acentuado?
R.- Lo irónico fundamentalmente aparece en los dos Sísifos; en las demás esculturas la representación de las figuras es más naturalista, lo irónico no aparece tanto en la forma pero sí en la idea.
P.- Sigue siendo la suya una escultura muy personal, de figuras muy reconocibles en la que los cambios quizá sean más sutiles o cueste más percibirlos pero ¿en qué diría que ha cambiado su escultura o hacia dónde se dirige?
R.- No soy muy consciente de la evolución de mi obra, es un proceso natural que surge por la inercia del proceso creativo.
P.- ¿Qué le queda de la estatuaria clásica?
R.- Es clásica mi manera de enfrentarme a la escultura pero el lenguaje o lo que trato de trasmitir es contemporáneo.
P.- ¿De qué o de quién bebe su trabajo como escultor? ¿A quién le debe qué?
R.- Bebo de muchas fuentes, el proceso de creación es algo muy complejo y a veces el artista no sabe cómo o por qué se produce. Mantengo la sana costumbre del dibujo automático, que funciona como germen de muchas de mis esculturas. Entre los múltiples dibujos que realizo en tamaño casi miniatura escojo los que me parecen más apropiados para desarrollar volumétricamente. En ocasiones me inspiro en la Historia y la Mitología porque siempre se pueden sacar, si no conclusiones, sugerencias.
P.- La escultura es el arte más pesado y más ligero al mismo tiempo, dice Rafael Argullol en el texto del catálogo, ¿cómo la definiría usted?
R.- La escultura es mi vida, la vida es pesada y ligera al mismo tiempo.
P.- ¿Cuál es la penitencia del arte hoy?
R.- La penitencia del arte es el artista y viceversa.
P.- ¿Cómo ha cambiado la crisis el arte?
R.- Las crisis económicas afectan de un modo muy patente a los artistas ya que el objeto artístico se considera algo prescindible. Los artistas de alguna manera reflejamos la sociedad en la que vivimos, un mundo que no es ajeno a mi trabajo como creo queda patente en esta exposición.
P.- ¿Sigue pasando parte del año en Nueva York? ¿Cómo se ve desde allí el arte español?
R.- Sigo pasando temporadas en Nueva York, aunque no tanto como antes. El arte español está totalmente fusionado con el arte internacional y no se aprecian grandes diferencias.
P.- Hacía tiempo que no le veíamos exponer en la capital: ¿cómo la ha encontrado?
R.- Sí, es cierto que hacía tiempo que Madrid no acogía una exposición mía, y esta muestra supone además mi decimoquinta exposición con la galería Marlborough (Nueva York, Madrid, Barcelona...) cifra nada desdeñable. Exponer en Madrid siempre es un reto, es una ciudad que me gusta y además tiene una oferta cultural en constante evolución donde grandes artistas nacionales como internacionales no dejan de estar presentes.
P.- ¿Qué proyectos tiene en marcha?
R.- Después de mi exposición individual en Nueva York, y tras trabajar intensamente en esta exposición de Madrid, lo más inmediato es una participación en la V Bienal de la Fundación Once que acogerá el CentroCentro Cibeles en este mes de mayo. Pero lo más importante para mi es seguir trabajando; mi rumbo vital es seguir investigando en el proceso creativo y en las posibilidades formales de la escultura.