Robert Duvall y Emilio Aragón en Una noche en el viejo México

El director estrena Una noche en el viejo México, película rodada en inglés y protagonizada por el gran Robert Duvall

Personaje popular donde los haya, Emilio Aragón comenzó siendo Milikito, arrasó después como protagonista de aquella Médico de familia que encandilaba a España para convertirse finalmente en magnate de la televisión (su empresa Globomedia es quizá la mayor factoría de ficción del país) y ahora director de cine. Después de Pájaros de papel (2010), Aragón da el salto a Estados Unidos para rodar Una noche en el viejo México, donde cuenta el peculiar viaje al otro lado de la frontera de un viejo cascarrabias (Robert Duvall, nada menos) amargado por la pérdida de su granja y su nieto (Jeremy Irvine), un joven de Nueva York tímido y apocado. Su, involuntaria, involucración en una rocambolesca trama de mafiosos de poca monta y la aparición de una exuberante mexicana (Angie Cepeda) trastocarán una noche loca que los cambiará para siempre.



Pregunta.- ¿Llevaba mucho tiempo meditando el salto a Estados Unidos?

Respuesta.- Todo fue casi por casualidad. Hubo una proyección en Los Angeles de Pájaros papel, la vieron unos productores, les gustó y me ofrecieron que rodara este guión. Lo leí, sugerí algunos cambios y me convencieron definitivamente cuando supe que Robert Duvall iba a trabajar en el proyecto. Cuando lo conocí y vi que nos entendimos, todo pasó de forma muy fluida.



P.- ¿Qué es lo que más le interesó de la historia?

R.- Me atraía mucho ese triángulo entre el abuelo, el nieto y la mujer. Era un reto que sucediera todo en un solo día, casi en una noche, en la que deciden su destino esos náufragos de la vida. Es un guión muy texano, es una historia muy sureña.



P.- ¿Conocía bien ese mundo fronterizo entre Estados Unidos y México?

R.- Estuve tres meses en Estados Unidos y me lo metí por la vena. Hablé con mucha gente y leí todo lo que caía en mis manos. También me ayudaron mucho las conversaciones con Robert Duvall, él conoce muy bien ese mundo de los vaqueros y los rangers. Hasta cierto punto, los simboliza, como me dijo el último día una americana que trabajaba con nosotros el equipo: "¡Ya has hecho tu primer western, y con Robert Duvall!" me decía.



P.- El conflicto generacional es todo un clásico, aquí vemos a un joven retraído y un viejo aguerrido, lo contrario al tópico.

R.- Hay algo que sucede en el mundo entero y es que apartamos a las personas mayores. Es un hombre mayor que trata de sobrevivir como puede a una serie de fracasos en su vida y se resiste a que nadie decida por él. Es alguien que verbaliza lo que le pasa, incluso con su lenguaje corporal. Poco a poco conocemos su historia y entendemos por qué es así, porque está enfadado con el propio Dios. Es alguien con tanta fuerza que nos creemos que conquiste a una mujer de 42 años.



P.- ¿Tenía miedo de que Duvall se "comiera" la película?

R.- Le da una fuerza al personaje que va más allá del personaje. Después de estrenar la película en Austin el guionista confesaba que era imposible imaginar la película sin Duvall. Él lleva mucho tiempo metido en este proyecto y durante el rodaje se acordaba de frases de versiones anteriores de guion que incorporaba o directamente se ponía a improvisar. Hubo un momento, por ejemplo, que se puso a cantar sin que nadie se lo pidiera porque los antiguos vaquero cantaban. Después quedó muy bien, aportaba esa frescura.



P.- ¿Los otros actores se sentían intimidados por su presencia?

R.- Con Angie (Cepeda) hubo mucha química desde el primer momento. Ella construyó de manera extraordinaria ese personaje muy frágil que al final se acaba ganando su medalla en medio de esa "lucha" entre abuelo y nieto. También hay grandes secundarios. Luis Tosar es muy grande, tiene una gran capacidad para decir mucho con muy poco. El propio Duvall estaba asombrado con su talento.





Una imagen de Robert Duvall en Una noche en el viejo México de Emilio Aragón



P.- Es un personaje "difícil", no solo por lo depresivo del principio, también por lo bocazas.

R.- Esa secuencia del principio del suicidio abortado la rodamos el último día porque así lo pidió Duvall, quería incorporar todo lo que había vivido con el personaje a ese momento. Es un personaje incómodo, políticamente incorrecto, pero inmediatamente te suelta un argumento que te hace reflexionar. Hay una filosofía de vida allí detrás. Es un hombre abandonado por la mujer que amaba, por su hijo, con el corazón destrozado. Todo eso estaba en el guión y nos movíamos en un equilibrio muy delicado porque detrás de esa incorrección hay una gran humanidad. El criterio que seguimos en todo momento fue que hubiera mucha verdad. Existía la tentación de forzar la comedia, lo que quizá hacía la película más divertida pero le restaba ese elemento de verdad tan importante. Jugábamos con fuego.



P.- Sin duda, la idea del viaje en su sentido más amplio es fundamental.

R.- Hay un viaje físico exterior e interior. El final de la historia es el que tiene que ser, no se trata de encontrar una esperanza en la vida sino de que haya una justicia poética con estos personajes. Va más allá de que en Hollywood todo acaba siempre bien, es el final merecido desde el punto de vista narrativo, la película va de eso.



P.- Es también una película de acción, ¿cómo se ha sentido desarrollando esas escenas?

R.- Lo importante de la pelicula no es eso, es una excusa para que lo demas tenga sentido. Ha sido todo muy intenso entre otras cosas por dirigir en inglés, con todo lo que eso significa. La estrategia es que la película me la sabía del derecho y del revés. Le debo mucho al equipo, han sido muchas noches en pie y su apoyo ha sido fundamental. Por otra parte, creo mucho en el trabajo previo. El grueso de la película ya estaba todo hablado. Cuando empezamos a rodar había mucha energía en el ambiente, como unos caballos que están esperando a salir a correr.



P.- ¿Existía la voluntad de hacer un western?

R.-No pensaba en esa idea al principio pero poco a poco sí veía que estábamos haciendo un western del siglo XXI, el propio paisaje te lleva a eso. Hablaba de esa persona del equipo que me comentó que podía estar contento de haber hecho mi primer western con Robert Duvall y es que él en Estados Unidos está muy identificado con ese género. En Europa lo recordamos sobre todo por sus películas con Coppola pero en la televisión americana protagonizó Paloma solitaria, una serie que allí fue muy popular. Y el Oscar se lo dieron por Tender Mercies (1983), que era un western. El propio sombrero de cowboy parece estar pensado para él. En el sur de Estados Unidos se vende un tipo de sombrero vaquero que lleva el nombre de su personaje en la serie.



P.- Debutó como director un poco tarde pero parece que su carrera va en serio...

R.-Bueno, he tardado cuatro años en estrenar otra película, me gustaría darme más prisa a partir de ahora entre otras cosas porque me estoy haciendo viejo. Me apasiona dirigir. Ahora mismo tengo un guión y voy por la página 32. En un mundo ideal, rodaría una película cada año, año y medio.

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