Nativel Preciado

La periodista publica Canta solo para mí, una crónica de los últimos años del franquismo cuando toda la sociedad luchaba por la libertad, a través de la tóxica historia de amor de sus protagonistas

Hay momentos en los que una sociedad se une en torno a un objetivo común. Durante los últimos años del franquismo la población española peleó por lo que más quería: el fin de Franco, el franquismo, la entrada a la libertad y en Europa. Esto es lo que se teje en la última novela de Nativel Preciado (Madrid, 1948), Canta solo para mí, Premio de Novela Fernando Lara 2014, que a través de la rocambolesca historia de amor entre Muriel y Tanis, la escritora ha querido contar que "no hay dictadura que pueda acabar con la pulsión de libertad y las ganas de vivir de la gente". Una crónica que narra todo aquello que sucedía al margen de las prohibiciones. Un redactor y una fotógrafa dan rienda suelta a un episodio que se configura como un homenaje a todos aquellos que lucharon por tener lo que hoy tenemos y una puesta en valor de aquellas fotógrafas como Marisa Flores, Colita o Juana de Arnés.



Pregunta.- Se relata una época complicada en España que son los últimos coletazos del franquismo y ese deseo de recuperar toda libertad posible. En el caso del amor entre Tanis y Muriel, que es enfermizo, ¿podría configurarse como una metáfora de lo que era la sociedad de entonces?

Respuesta.- Sí, creo que me han salido sin quererlo porque una escribe un poco para atar cabos sueltos. Empiezas a contar las cosas y una vez contadas y escritas empiezas a meditar acerca de ellas y sobre todo recapacitas cuando el lector te cuenta lo que ha visto. Sí que hay algo de metafórico en el final del régimen donde hay mucha confusión entre lo que es la libertad, la violencia, la libertad sexual e ideológica. Como ahora, que son finales de época donde hay mucha incertidumbre y uno se deja arrastrar por los cantos de sirena. Se va detallando a lo largo de la novela cómo Muriel quiere desembarazarse de Tanis pero no puede. Es una época de final de un pasado y principio del futuro que no acaba de llegar, exactamente como esta.



P.- Ahora también estamos intentando luchar por lo que nos afecta.

R.- Las situaciones son similares, es curioso porque era una novela que quería escribir hace mucho tiempo y sale ahora. Son momentos de final de una etapa de 40 años, de una larga historia que se desmoronaba. Pero había una característica fundamental, a pesar de la falta de libertad, que lo diferencia de la crisis de ahora, y es que el objetivo era muy cerrado con un enemigo claro: el franquismo y Franco. La lucha estaba unificada ya que todos querían salir de eso y acabar con 40 años de una vida que no era satisfactoria y entrar en Democracia, en Europa, en la libertad. No había grandes fisuras desde la derecha a la izquierda moderada. Se cuenta en el libro que en el periódico hay una derecha que quiere situarse en el futuro y se vuelve aperturista y los revolucionarios querían lo mismo. Era más fácil que ahora que hay una crisis brutal, salimos de 30 años de la generación que hizo la constitución, que ya no da más de sí, que se ha ido estirando y ha dado un rédito estupendo. Ha servido para mucho pero quieren que al igual que rey, abdiquemos todos los de aquella época. Algunos resistiremos. Ahora quieren que sea nuevo todo, que se resetee todo. Hay mucha divergencia social, este momento creo que es más complicado pero hay que estar a la altura de las circunstancias. Los de entonces no éramos mejores ni mucho menos, solo nos pusimos a la altura de la exigencia vital. Ahora va a salir gente que va a merecer la pena.



P.- Además en momentos complicados es el mejor momento para ejercer el periodismo.

R.- Sí, pero ahora hay más complicaciones que antes. Antes solo había censura, ahora hay grandes grupos económicos, autocensura, hay libertad pero es difícil ejercer la profesión, hay paro, no hay puestos de trabajo suficientes, un cambio añadido al resto de las profesiones son las nuevas tecnologías que no sabemos qué va a ser de nuestra profesión. Veo que este es más difícil que el que se vive en la novela.



P.- También se habla en Canta solo para mí de los primeros movimientos de las ideologías radicales. Con tres pinceladas del personaje de Imanol y sabemos de qué pie cojea.

R.- Hay tres momentos que son tres viajes. Muriel se va decepcionando de todo lo que había defendido. En el primer viaje a Argelia es el trato que le dan a las mujeres los revolucionarios que acaban de hacer del Movimiento del Liberación. Resulta que las mujeres habían luchado junto a ellos ahora son relegadas a puestos sin importancia y tratan de devolverlas al hogar. Luego el viaje a Córcega cuando conocen a estos personajes que ella intuye, y que está más o menos claro, que pertenecen a un movimiento terrorista, violento y ella se vuelve a decepcionar. Es lo que le pasaba a la mayor parte de la población pero había un coqueteo con esos movimientos incipientes que servían para la liberación y la gente decía 'bienvenido sea si nos liberan' pero la mayoría no quería que se ejerciera la violencia aunque no estaba tan mal visto como ahora. Se separa de eso y la tercera es París, el movimiento del 68, la revolución sexual, la promiscuidad y de repente hay un episodio donde la ponen a prueba y no lo quiere. Ella va eligiendo y a través de estos viajes simbólicos, va entrando en razón y haciendo más caso a su razón que a su corazón.



P.- El personaje de Malik va describiendo la historia de su madre, Muriel, pero por fuentes ajenas y no por su madre. ¿Cuál es el papel de este personaje?

R.- Malik juega el papel del joven crítico. Todas las personas que hablan con él tienen mitificado e idealizado el pasado, se ponen melancólicas y nostálgicas y él dice que no eran héroes, ni que todo era tan difícil. Malik ejerce la voz crítica para poner las cosas en su sitio. Y luego la madre va contando lo que no quiere contarle a su hijo. García Márquez decía que en toda persona hay tres vidas: la vida pública, la privada y la secreta. La vida secreta casi nadie la contamos, la privada sí pero la secreta, esos sentimientos que se cuentan y que rechaza. No se lo cuento a su hijo porque un hijo tiene que tener una idea un poco idealizada de los padres.



P.- Es una crónica periodística novelada. ¿Se trata de un homenaje a la profesión y a aquella juventud que luchó por tener lo que ahora tenemos?

R.- Sí, es un homenaje a esa pulsión de la juventud que defiende la libertad por encima de todo y que tiene esa vitalidad y energía que se muestra en la novela a través de los personajes jóvenes que se aman en contra de las prohibiciones de una manera completamente heterodoxa, tóxica. Quiero reivindicar la profesión de fotógrafa y la periodística que en aquella época tenía algo de mítica. No por valor de los que estaban sino de la circunstancia histórica. Es una época que se ha novelado poco así como se ha ahondado mucho en el franquismo y en la Transición, de los últimos años del franquismo se ha hablado poco.



P.- A diferencia de la juventud de entonces, ¿cree que la de ahora está un poco perdida, que se deja "embaucar por los cantos de sirena", como dice en los agradecimientos?

R.- Creo que la juventud es siempre similar, recuerdo leyendo una biografía de Bach escrita por su viuda que hablaba de la juventud de la época y era exactamente igual que ahora, que la vuestra, que la mía. Creo que ahora hay más dificultades porque sois muchos más con acceso y a repartir las mismas cosas que teníamos entonces. La lucha es más difusa y los cantos de sirena a los que me refiero son estas cosas con las que se va encontrando Muriel, que son cosas que ella ya sabe, se encuentra amores tóxicos, personajes revolucionarios que son una farsa. Ojalá a través del aprendizaje y de la experiencia de los demás su pudiera incorporar a la propia vida. Cada generación tiene que vivir su momento y espero que les sirva para algo, no como consejo sino para desechar lo malo. Los retos vuestros son más importantes porque son menos concretos que los de antes, lo tenéis difícil pero vais a salir como salimos nosotros.



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