María Hervás caracterizada como Jbara en Confesiones a Alá.

La interprete llega hoy al Teatro Lara con una de las sensaciones del Off madrileño de la temporada pasada, Confesiones a Alá, por la que fue nominada en la pasada edición de los Premios Valle-Inclán.

De ella ha dicho Luis María Anson que es "el alma del teatro sobre la escena madrileña". Y no es el único que ha destacado los méritos de María Hervás (Madrid, 1986) en la adaptación que ha realizado el director debutante Arturo Turón de Confesiones a Alá, la novela de la escritora marroquí Saphia Azzeddine. Sin ir más lejos, en la pasada edición de los Premios Valle-Inclán estuvo nominada junto a la élite del teatro español, donde figuraban nombres como el del actor Carlos Hipólito (que se erigió ganador), la actriz Aitana Sánchez-Gijón o el director Gerardo Vera. Tras el éxito cosechado durante meses en el Teatro del Arte, esta noche desembarca en el Teatro Lara la historia de Jbara, un testimonio implacable sobre la opresión de la mujer en las montañas del Magreb. María Hervás despliega en soledad (pues nos encontramos ante otro ejemplo del género de moda, el monólogo) toda la verdad de un personaje cuya historia sobrecoge de principio a fin. Otra alegría procedente de la cada día más interesante escena alternativa madrileña.



Pregunta.- ¿Cómo afronta este reestreno de Confesiones a Alá?

Respuesta.- Con mucha ilusión. Nos enfrentamos a un nuevo espacio y esto siempre implica modificar parte de lo que traemos. Como interprete es casi una experiencia nueva. Y además llegamos a un espacio emblemático del off madrileño como es el Teatro Lara por lo que estamos muy emocionados.



P.- ¿Cuáles son estos cambios que van a introducir?

R.- Hemos recortado un poco el texto. Antes eran dos horas y ahora pensamos que no excederá los 100 minutos, aunque ya lo veremos esta noche. Las modificaciones después dependen básicamente del espacio, que es el que marca el movimiento escénico, pero también hemos introducido algunos matices personales que yo creo que desde un punto de vista artístico mejoran la tensión.



P.- La historia que adaptan retrata la dura realidad de las mujeres árabes, pobres y oprimidas ¿Cuál era el objetivo a la hora de llevar esta obra a los escenarios?

R.- Realmente pienso que no habla en concreto del mundo árabe. La obra refleja en gran medida la opresión y también la situación que se crea cuando alguien no tiene acceso a cosas básicas. Retrata dogmas ideológicos llevados al extremo pero nuestro objetivo era hacerlo universal. Podría ser cualquier cultura o ideología.



P.- ¿Cómo definiría la relación de la protagonista con Alá? ¿Les daba respeto abordar un tema como el papel de la mujer en la religión musulmana, poder herir sensibilidades?

R.- Por supuesto. Desde el día del casting, desde la primera prueba, era mi mayor miedo pues la obra implicaba entrar en una cultura que desconocía. Nuestra intención era exactamente esa, evitar cualquier aspecto que pudiera herir la sensibilidad de la comunidad árabe. Para ello hemos realizado trabajo de campo para que todas las referencias explícitas a la religión estén estrictamente copiadas de la realidad y sean fieles.



R.- La obra es dura por la temática pero también es un trabajo actoral exigente. ¿Le pasa factura de alguna manera meterse en la piel de la protagonista?

P.- Alguna vez sí lo he sufrido pero más o menos igual que con cualquier otro personaje. Antes, en cuanto acababa la función, normalmente me marchaba sin darle más vueltas. Ahora sí que me doy al menos cinco minutos para soltar la tensión porque es cierto que la carga emocional que implica este personaje es grande. Cuando actúas tu cerebro no tiene porque saber que lo que haces es fingido y dos horas de estados emocionales alterados y diversos es mucha carga. Por un lado te quedas liberado pero por el otro la sensación es de embotamiento. Pero no implica una carga. Al contrario es ligereza.



P.- ¿Qué le ha aportado personalmente este papel?

R.- Pienso que humildad en todos lo niveles, tanto artística como personalmente. Trabajar en una obra como ésta, que te permite experimentar una realidad diferente, te aporta mucha humildad y sobre todo tolerancia. También una apertura hacia la comprensión del ser humano. A nivel profesional me ha dado fuerza para seguir adelante. No sé, a veces me da la impresión de que nos ahogamos en un vaso de agua cuando algo nos va mal mientras que vivimos infinidad de días que son maravillosos.



P.- La obra y sobre todo su actuación han recibido grandes elogios. Por ejemplo, fue nominada al Premio Valle-Inclán en su última edición. ¿Cómo se ha enfrentado a este éxito?

R.- Con una normalidad tremenda. En verdad no noto que haya cambiado nada. Me ha traído alegrías, a mí y sobre todo a la gente que me quiere. Pero a nivel personal, como María, no he notado nada especial. Igual ahora tengo mas seguridad a la hora de enfrentarme a un trabajo pero creo que soy la misma. Además no trabajo para eso.



P.- ¿Cree que este éxito demuestra la pujanza del circuito off en la actualidad?

R.- Sin duda. Madrid es una ciudad excelente para empezar un proyecto alternativo. Voy casi todas las semanas al teatro y pienso que el circuito off tiene una calidad asombrosa. A excepción de Londres y quizá en Argentina, estamos a la vanguardia. Hay una especie de efervescencia, la gente tiene ganas de crear.



P.- ¿Qué papel ha jugado la crisis en esta revitalización del circuito off?

R.- Es el punto de partida. Pero no solo la crisis económica también la crisis de valores e existencial. Hacia falta que nos planteáramos ciertas cosas como qué es lo que nos importa en la vida y la crisis nos ayuda a ello.



P.- El monólogo es un género de moda en la actualidad en los escenarios. La cartelera está plagada de ellos. ¿Cuál cree que es el motivo?

R.- Fundamentalmente el motivo es económico. Mover un monólogo es más sencillo que llevar veinte actores. Además las representaciones del off dan poquísimo dinero y si lo tienes que repartir entre un casting amplio... Es la única manera que tenemos de ganar algo parecido a un sueldo, la única manera de subsistir.



P.- Da el salto a la gran pantalla con Cómo sobrevivir a una despedida. ¿Qué podemos esperar de esta película?

R.- Es un proyecto muy opuesto a Confesiones a Alá. Es una película de gente joven y para gente joven, gamberra, divertida... Una comedia al estilo americano en la que cuatro mujeres y un chico celebran una despedida de soltero en Canarias. Es una comedia hecha para que la gente se divierta y para evadirse que también hace mucha falta. Lo que más ilusión me hace es que es una comedia hecha por mujeres que no es muy habitual en el cine español. Y sobre todo estoy muy feliz de que me hayan abierto las puertas del cine con esta película.

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