La enfermedad mental ha sido objeto de atención de todas las formas artísticas a lo largo del tiempo. Del cine a la literatura pasando por la música o la pintura, el misterio de la mente se ha atendido desde diversos puntos de vista en un intento por esclarecer o aportar una nueva visión que ayude a su entendimiento. El cómic no iba a ser menos. Desde Epiléctico (David B., 2007) a Stiches (David Small, 2010) pasando por Arkham Asylum (Grant Morrison, 1989) o Trágame entera (Nate Powell, 2008) los asunto del cerebro han ocupado páginas afortunadas del Noveno Arte. El Nao de Brown viene a completar la insigne lista con uno de los mejores cómics del año, no en vano fue galardonado con el Premio del Jurado del Festival de Angoulème de 2013.
El trastorno obsesivo-compulsivo que afecta a la joven Nao centra el desarrollo de la trama para hacernos entender la complejidad de querer ser “uno más” cuando tu mente no quiere. El conflicto cotidiano por querer llevar una vida normal centra el discurso de esta obra del británico Glynn Dillon que demuestra su saber hacer despachando un cómic de altura, perfilando personajes con maestría mientras nos invita a conocer sus temores más íntimos.
La experiencia se completa con un dibujo embriagante y evocador que captura la atención y envuelve para transportarnos al mundo de la protagonista desde la página inicial. Una obra impactante, que rebusca en el alma para resolver en la vida, con un final brusco y abierto que dejan al lector pidiendo más. El Nao de Brown es una lectura madura, de las que dejan poso y se quedan en la estantería para ser revisada una y otra vez confirmando el poder transformador del arte secuencial.