Kiti Mánver
La actriz repone Las heridas del viento en la Sala Off del Teatro Lara junto a Daniel Muriel a partir de este miércoles
Pregunta.- Se repone Las heridas del viento. ¿Qué novedades podemos encontrar?
Respuesta.- Primero la que dirige el propio autor, segundo que se ha versionado a sí mismo y ha quitado adornos teatrales, aunque no había muchos, y lo ha dejado en una síntesis de emociones potentes tanto para los que actuamos como para el público. Luego está el hecho de que el personaje de Juan lo hace una mujer, o sea yo.
P.- La obra trata de que no somos dueños de nuestra vida, de que la casualidad tiene un papel importante. ¿Cómo se aborda esto en la pieza?
R.- Tiene que ver y hay que relacionarlo con el tema más importante de la obra que es el amor, tiene ese intríngulis de cómo nos lo han vendido en la literatura, de una manera tan así. Y yo sigo apostando por eso, el amor es de las cosas más hermosas que una persona puede vivir. Pero el amor tiene muchas trampas, peligros y vericuetos y se viven situaciones extrañas. Una persona que ama profundamente no cuenta con que haya otra persona a la que le pasa lo mismo. Pero a ver cuánto dura, cómo reacciona un hombre o una mujer, porque somos diferentes. A veces produce situaciones extremas.
P.- Las heridas del viento parte de la muerte del padre y cuando su hijo encuentra unas cartas de amor de otro hombre, algo que le sorprende y decide visitar a ese amante. ¿Cómo es ese encuentro?
R.- Es el hijo el que va a buscar a esta persona. El drama del personaje al que da vida Daniel Muriel es el de encontrarse con un padre que no ha sido padre, que tiene una gran falta de afecto y se queda, claro, con el come-come. Todo lo que tu cabeza es capaz de crear lejos de la realidad. No tiene datos ni información y nos quedamos con la primera lectura de un hecho y no profundizamos en ello por lo que juzgamos lo que está pasando. Así que quiere saber, y esa carencia y falta de afecto es el misterio más absoluto. A partir de aquí no puedo contar nada más.
P.- Se mete en el papel de un hombre. ¿Cómo ha preparado el papel y qué dificultades ha tenido?
R.- Ha sido un proceso que al principio me parecía un mundo, vertiginoso. Pensé: 'Dios mío a ver si va a ser un error'. No he tenido grandes tropiezos en mi carrera, alguno sí, nos pasa a todos pero nunca ha sido un error potente. La verdad es que tengo una gran confianza en Juan Carlos Rubio, es el quinto montaje juntos. Soy una mandada con él y la confianza me hace creer en él. Tiene sus dificultades y riesgos, que todo el mundo sepa la transformación porque se hace a vista de público. La obra se centra en los sentimientos, sin trucos teatrales, como se dice no hay ni trampa ni cartón así que o te metes o te metes. Sino la gente lo detecta. Al espectador hay que darle lo mejor de uno porque aunque sea una persona con menos preparación cultural, los sentimientos son sentimientos y le emocionas o no, sepa o no sepa. Para sentir hay que ser simplemente un ser humano.
P.- ¿Cómo se consigue mantener esa delgada línea entre lo trágico y lo cómico?
R.- Eso sí que no lo sé. Es el propio texto que está muy bienes escrito, él [Juan Carlos Rubio] es certero con el público, lo que escribe lo centra en el corazón. He hecho tres textos suyos y noto cómo funciona. Siempre he hecho comedia pura y dura, musical, drama y esto que es una tragicomedia. Tiene ese punto como autor que aunque diga algo hondo y desgarrante siempre busca en algunos de los personajes un contrapunto. En el caso de Juan siente amargura pero habla con una gracia retorcida, de amargura de la vida contada y dicha con humor.
P.- Nos habla de la soledad y sobre las cosas que los padres ocultan a sus hijos.
R.- A veces te la encuentras [la soledad]. Yo creo que elegirla la elige poca gente. No soy yo una experta para decirlo pero por lo que vea alrededor nos damos cuenta de que estamos solos cuando vamos cumpliendo años, aunque tengamos una familia. Se habla de esa soledad por haber elegido una manera de amar.
P.- Es una obra que ha estado en la cartelera de diversos lugares. Se estrenó, de hecho, en Miami. ¿Cómo es interpretar un papel que tiene tan larga andadura?
R.- Prefiero no pensarlo. Ya es suficiente meterme en el pellejo de un hombre, si tengo que pensarlo me pongo nerviosa. Me centro más en cómo hacerlo yo y cómo quieren que lo haga. Y encima sin preguntarme por qué yo. Por una lado me alegro pero por otro me pregunto por qué me ha elegido a mí.
P.- Y, ¿cómo es trabajar con su autor y director, Juan Carlos Rubio?
R.- Es una de las experiencias más hermosas que vivido en al profesión. He tenido una enorme suerte porque me he encontrado con gente impresionante durante mi vida. Vivimos en un país donde hay un talento absoluto tanto en dirección, en actuación, en la pintura. En todo lo que tiene que ver con el arte en general. La verdad es que cuando te toca, recuerdo que cuando era joven buscaba crear un tándem con autores. Leía a autores jóvenes pero la química tiene que surgir y lo hace cuando menos te lo esperas. Un día me llamaron Juan Luis Galiardo y Juan Carlos Rubio para hacer Humo y no le conocía de nada, empezamos sin grandes aspavientos. Tiene una forma de trabajar maravillosa, con un gran entusiasmo y un amor que se nota. No solo quieres trabajar con él sino que quieres tenerlo cerca.
P.- Fue galardonada con el Premio Ceres y el Premio de la Unión da Actores. ¿Qué ha supuesto este premio?
R.- Uau. Unos han sido mis compañeros del alma y eso siempre llega de manera muy especial. Fui finalista en los Premios Max y los Ceres... es muy importante porque lo dan críticos teatrales y me lo concedieron por unanimidad. Es algo que te parte el alma, es maravilloso. Son cosas con las que adornas mucho tu andar diario y sirven para darle vidilla a los bolos, aunque cada vez hay menos y el pastelito a repartir es más pequeño.
P.- Alguna vez ha dicho que siempre ha sido una actriz enclavada en el Método y que con esta obra se ha vuelto "vaga". ¿Cómo se lleva a cabo el cambio y cómo se siente al abandonar el Sistema Stanislavsky?
R.- Mi preparación la básica parte del Método que se llevaba a cabo en laboratorio de William Layton, el pequeño teatro antiguo. Fueron los primeros en España en emplearlo y decían que su base está en el sentido común. Tenían razón. Acercarte y abarcar un poco más la psicología de la pieza en general, no solo tu personaje. Esa es la base, pero cuando eres más joven te obsesionas con esa manera de trabajar y lo que quise decir es que mi estudio era tan hermético que era peligroso y me encontré con directores jóvenes que querían otras cosas. Entonces caes del guindo y te das cuenta de que aunque estudies te puedes equivocar. Si has percibido el personaje mal a ver qué haces. He aprendido a ser más permeable y que la idea del director debe prevalecer. Me he vuelto "vaga" [entre comillas] porque confío tanto en él que no tengo ese celo y le doy más lugar a lo que venga por parte el director.
P.- Esta obra se representa en la Sala Off del Teatro Lara. ¿Cómo es actuar con tanta cercanía al público?
R.- Este teatro se hace tan cerca del público que interactúa y les ves la lágrima, el moquito y la respiración, la mirada huidiza que tienen. Te impresiona más a ti que al espectador. Se vive la catarsis a un nivel súper intenso y no se queda sin nada, queda algo importante en el interior. El hacer teatro con pocos elementos basándose en el sentimiento y la cercanía del público al principio te aterra, es un examen radiológico pero en compensación tiene una potencia que queda mucho. Es una de las cosas que más nos impacta a todos. Y Daniel Muriel es un actor joven pero que tiene un gran bagaje. Es la personificación del teatro de repertorio, tiene ahora mismo seis textos en la cabeza. Y tiene la capacidad de hacer comentarios, etc. Porque hablamos con el público pero lo hacemos desde un personaje que termina siendo cercano. Ahora se empieza cada vez más a grabar los ensayos para ver la evolución. Empiezas desde que no sabes nada y lo vas viendo y también el público. Al principio eres como un bebé, una persona con carencia y es estupendo porque todo lo que sea incómodo es bueno para la creatividad.