Benet Casablancas. Foto: Juan Lucas

El compositor presenta esta tarde su libro El humor en la música (Galaxia Gutenberg) en la librería La Central de Callao, en Madrid.

La música "mal llamada clásica" no es siempre tan solemne como aparenta. El humor está muy presente en ella desde Haydn a Shostakovic, de Mozart a Ligeti, de Verdi a Schönberg. Se manifiesta con notas falsas, silencios inesperados, imitaciones burlonas, transgresiones de la lógica, machaconas repeticiones, exageraciones, amaneramientos y muchos otros mecanismos. Además, en la comicidad musical, como en todos los ámbitos del humor, hay espacio tanto para la brocha gorda como para la ironía más sofisticada. El maestro Benet Casablancas, uno de los compositores españoles contemporáneos más internacionales, ahondó en estas cuestiones hace más de una década en el ensayo El humor en la música, editado entonces por el sello alemán Reichenberger. Ahora que lleva algunos años agotado, Galaxia Gutenberg reedita una versión actualizada de la obra con el objetivo de llevarlo a un público más amplio que en su periplo anterior.



Pregunta.- Su libro destierra la idea errónea que mucha gente tiene de que la música culta siempre es seria y solemne.

Respuesta.- Ya lo preguntó Alfred Brendel -que dedica unas palabras de introducción a esta reedición del libro- en una conferencia: "¿Tiene que ser la música clásica completamente seria?". La respuesta es no. La música responde a la condición humana en todos sus aspectos, por lo tanto es lógico que el humor en todas sus vertientes tenga su reflejo en ella.



P.- En el libro recoge un amplio muestrario de ejemplos que van de la broma evidente a la ironía sutil que suscita "una sonrisa de inteligencia apenas esbozada". ¿Para captar lo segundo hay que ser un melómano muy entendido?

R.- Cuando un chiste es de un ámbito profesional, las personas ajenas a ese contexto, que no manejan los mismos códigos, no entenderán la gracia. En música pasa algo parecido. La vocación primera de este trabajo es ofrecer al melómano y a cualquier aficionado unas pequeñas claves para que aumente el goce que experimentan al escuchar música.



P.- ¿Cuáles son los mecanismos formales del humor en la música?

R.- Es una gradación. La broma más primaria se basa en crear desconcierto, incongruencia, sorpresa. Y en el otro extremo tenemos la ironía, que en el caso de autores como Mahler, puede ser trágica e hiriente. Realmente, lo cómico y lo trágico, en sus máximos ejemplos, van indisolublemente unidos. Dámaso Alonso decía que cuando leía el Quijote, no sabía si reír o llorar. Lo mismo podemos decir del Falstaff de Verdi. Me detengo mucho en esta obra en el libro porque contiene un amplio muestrario de las distintas muestras del humor de las que hablo. Unas se perciben a la primera y otras son más sutiles.



P.- Dos de las formas del humor en la música que usted identifica en el libro son la "transgresión sintáctica" y la "transgresión semántica". ¿En qué se diferencian?

R.- La transgresión sintáctica en música sería como un juego de palabras en el lenguaje verbal, se trata de un cambio incongruente de elementos formales que provoca una sonrisa en el oyente. La transgresión semántica es más sutil, consiste en hacer asociaciones expresivas fuera de lugar, como en Las bodas de Fígaro, de Mozart, que se abre con una escena en la que Fígaro está midiendo el tamaño de la cama con vistas a su noche de bodas, y la música produce un contrapunto porque parece de iglesia.



P.- ¿Quién es el compositor más humorístico?

R.- Haydn es el ejemplo máximo de ese humor inteligente que le guiña el ojo al oyente y le dice: "¡Verás qué sorpresa meto por aquí, mira esta otra por allá!". Mi amigo Eugenio Trías era también muy fan de Haydn, pero estábamos en minoría. Ahora todo el mundo ya se ha dado cuenta de que Haydn es el más grande en términos absolutos y uno de los mayores cultivadores del sentido trascendente del humor en la música.



P.- ¿Qué otros nombres figuran en su lista?

R.- Después de Haydn (y con él los otros dos miembros de la trilogía vienesa, Mozart y Beethoven) está Stravinski, al que me gusta compararlos con dos socios, uno literario, Nabokov, y otro en el cine, Hitchcock. Otros compositores que han cultivado el humor con maestría en sus obras son Rossini, Satie, Saint-Saëns, Schumann, Schubert, Verdi... Y en el siglo XX, Ligeti, por ejemplo. Además, el lector descubrirá el humor en autores que jamás imaginaría, como Wagner. En realidad hay muy pocos compositores que no participen de esta vertiente de la emoción musical.



P.- ¿Qué escuchas recomendaría para iniciarse en la exploración del humor musical?

R.- Una broma musical, de Mozart. Precisamente abro el libro con una guía de audición de esta obra para ir siguiendo, movimiento a movimiento, las notas falsas, las fugas que no llegan a ninguna parte, los cierres extraños que no cierran... También podría recomendar algunas piezas de las suites breves de Stravinski, muy vinculadas al mundo del circo y que contienen peripecias muy divertidas.



P.- Dos ejemplos muy conocidos del siglo XX son la silenciosa 4:33 de John Cage y el Cuarteto de cuerda para helicópteros de Stockhausen. ¿Eso también es humor?

R.- Eso son más bien bromas pesadas...



P.- ¿Cómo lleva la ópera que está componiendo junto al escritor Rafael Argullol para el Liceo?

R.- Ahora es lo que más centra mi trabajo. Es un proyecto de largo alcance, para 2017 o 2018. Ya terminamos la parte literaria y ahora estoy inmerso en la composición. Tengo por delante dos años intensísimos de trabajo y mucha ilusión, porque la idea y el texto de Rafael son maravillosos. Ahora las instituciones viven un momento difícil, esperemos que podamos estrenarla de la forma más razonable posible.