Jesús Castejón. Foto: Gonzalo Arroyo

El actor dirige la obra La puta enamorada que se estrena en el Teatro Fernán Gómez

Que los pintores de nuestras épocas esplendorosas siguen suscitando interés no es ninguna novedad. Sus obras y sus vidas, a ratos desconocidas y trepidantes, pueden ser el foco de atención de otras disciplinas, como el teatro. Es el caso de Velázquez y El Greco que han generado dos textos dramatizados que llegan al Teatro Fernán Gómez dentro del ciclo Pintores a escena. En el caso del pintor de la luz el texto, La puta enamorada, fue escrito por Chema Cardeña hace once años y ha sido el actor Jesús Castejón (Barcelona, 1956) el encargado de subirlo a las tablas con los actores Eva Marcial, Javier Collado y Federico Aguado.



P.- Realidad o ficción, resulta interesante llevar a escena a estos artistas

R.- Sí, hay algo en ellas de clásicas en cuanto a las situaciones, las emociones, los sentimientos y los personajes que viven situaciones eternas. Pese a ser un texto contemporáneo, es decir, cercano al público de hoy en día, es un texto escrito en prosa sin olvidar los toques clásicos. Además sabemos que el verso es un ejercicio tanto para el actor como para el espectador.



P.- El hilo conductor es un retrato desnudo de una mujer...

R.- Un encargo del rey a un pintor que vive una época tenebrosa, que está cansado de pintar por encargo y que una vez más tiene que hacerlo para satisfacer a su rey. Ahí, en esa clave está el ejercicio que ejerce siempre el poder político sobre el arte y está muy reflejado por Chema Cardeña. Pero de repente en la vida del pintor de la luz entra una luz mucho más importante de la que él había imaginado y plasmado en ningún cuadro; la de María Calderón. Esto desencadena un conflicto de amor, un triángulo muy peligroso en una época muy peligrosa donde el desacuerdo llevaba a la hoguera.



P.- ¿Qué significa para Velázquez la figura de la mujer?

R.- La figura de la mujer en general en el momento en el que María Calderón entra en su vida, (pinta infantas, enanas, meninas), llega a hastiarle un poco porque ni siquiera con su mujer ni con su hija tiene una gran relación, tanto en el momento histórico como en la ficción de la historia. Entra Calderón y toma un significado de la mujer en todo su esplendor; tanto física, onírica como psíquica y en toda la desnudez tanto física como interior. Él pinta un denudo y plasma la desnudez del alma a través de la belleza que transmite.



P.- ¿Qué le hizo decantarse a dirigir la obra La puta enamorada?

R.- Una fidelidad desmedida porque hace 11 años que Collado y yo albergábamos la ilusión y el sueño, realizado esta vez. También gracias al teatro Calderón de Valladolid que se interesó por el texto. En todos estos años ha sido la fidelidad y la ilusión las que nos han llevado a mantener la ilusión tanto tiempo, que quizá Collado, como productor, o yo solos no hubiéramos podido mantener. Además Cardeña es un autor muy prolífico que después de La puta enamorada ha debido de escribir como 12-14 funciones más.



P.- Cuenta la historia de tres personajes. ¿Qué podemos ver a través de ellos?

R.- Nos podemos reconocer. Lo que nos pasa en la vida, las ansias y los deseos que nos vienen, las necesidades y la pasión forman aparte del ser humano y no nos tiene que dar miedo porque en realidad el teatro es un espejo que enseña la vida, ayuda a ver la vida. Cualquier persona que se siente a ver La puta enamorada puede sentirse identificada con algún momento de su pasado por alguna de las cosas que retratan los personajes. Porque Chema Cardeña es un autor de un vitalismo tremendo y con un conocimiento del ser humano, de los sentimientos y pasiones tremendas. No solo es actor sino autor y director así que conoce el medio perfectamente.



P.- Estamos hablando de la época de la Inquisición. Se repasa la vida y obra de Velázquez. ¿Hasta qué punto se vio coartada y mermada su producción por el poder?

R.- No solo era el pintor de la corte lo cual ya es una obligación de pintar y dejar a un lado cualquier otra cosa que uno tenga en mente. O si la hace hacerla es las horas libres y pintar exclusivamente a capricho de la corte y el rey. Eso es suficiente motivo para que un artista se sienta constreñido porque el arte tiene que volar cada día y si alguien te dice lo que tienes que hacer dejas de ser un artista y te conviertes en un técnico que hace algo muy bien. Ese es el momento histórico en el que Cardeña sitúa a Velázquez dentro de la historia para que esa ventana de aire fresco y luz que se abre con María Calderón le descoloque y le haga ser aún más consciente de su realidad y se enamore perdidamente de algo que es imposible, porque ella es la amante de Felipe IV. Es complicado, nosotros nos quejamos ahora de tema amoríos pero entonces lo tenían bastante crudo. Es para plantearse muchas cosas.



P.- En cuanto a estar limitado por el poder está a la orden del día...

R.- Absolutamente. El poder político trata de controlarlo todo, trata de hacer que todo sean sus plataformas y usar cualquier modo de expresión como lenguaje utilizable y manipulable.



P.- Siendo Velázquez el pintor de la luz, ¿qué papel juega este elemento en la obra?

R.- La luz es el cuarto personaje. Se propuso a un iluminador y no podría haber sido mejor. Juanjo Llorens es un mago de la luz, entendió el espacio, el tiempo y el momento y la luz se convierte en un personaje más. Es fundamental el modo de retratar, es luz y sombras. Esto puede parecer como no decir nada pero la luz de Juanjo es tan habitable que los actores hay un momento que se olvidan de dónde están y empiezan a transitar por la luz y las sombras de una manera natural y benéfica para ellos. El espectador tiene la sensación de estar en un cuadro de Velázquez sin saber cuál es.



P.- ¿Cómo ha sido la labor de dirección de la pieza?

R.- He tenido el regalo inmenso de tener a tres actores entregados que no se han puesto en mis manos porque eso sería terrible, no habría intercambio, sería ordeno y mando. Dirigir significa ayudar, no mandar. En este caso se han entregado absolutamente confiados al trabajo y ha habido una comunión bastante agradable, útil. Las comuniones siempre son útiles porque son personas trabajando en lo mismo para algo. Marisa Lahoz ha estado a mi lado como asistente de producción y dirección y su labor ha sido importante. Era la mano derecha del director y, sobre todo, la que calmaba mis paranoias.



P.- Siendo también actor, ¿en qué terreno se desenvuelve mejor o se siente más cómodo?

R.- Es difícil de decir pero quizá por mi carácter perezoso me siento más cómodo actuando, sobre todo en comedia. Ahora mismo estoy con Jugadores de Pau Miró de gira. Pero la dirección me atrae mucho porque hay cosas que uno ve en los escenarios con las que no está de acuerdo y está uno en permanente conflicto con las formas de trabajar. Y no se puede protestar solamente desde el juicio, que eso es muy fácil, porque opinión tiene todo el mundo una pero criterio muy poca gente. Uno puede protestar y tratar de hacer las cosas o de manera distinta o bien a su manera y que esa manera sea buena.



P.- Esta obra acerca el teatro clásico a un público actual

R.- Es una buena forma de entrar porque, a veces, el teatro clásico nos parece algo lejano. Creo que es una manera para la gente joven de empezar a ver un teatro donde se cuentan historias con personajes del Barroco sin tener que pasar por ese ejercicio tremendo que no siempre el público es capaz de hacer, porque el teatro no forma parte de nuestra educación en este país. Es urgente, será la única forma de crear una tradición, que la gente se eduque en el teatro y esté al alcance de todos.