Álvaro Fernández Armero
El director madrileño regresa con la tragicómica y tierna Las ovejas no pierden el tren.
Pregunta.- Más que una película sobre la crisis, es sobre personajes en crisis.
Respuesta.- Surge en un momento en el que veo a mi alrededor y en mí mismo este desánimo y me pregunto qué podríamos hacer para estar un poco más a gusto, un poco más optimistas. Son personajes a los que la vida no les ha dado lo que esperaba y se obcecan, como nos pasa a todos, en que el camino bueno es el que prediseñamos. Se trata de aceptar cómo son las cosas, aceptar que pueden cambiar.
P.- Los vemos sufrir por su pérdida de estatus.
R.- Hay una presión social enorme para triunfar y la competencia es feroz porque no hay trabajo para todos. Hemos creado una manera de vivir insoportable. Está ese momento en el que la mujer de Raúl (Irene Escolar) le dice aquello de que nosotros no somos así, no puede ser así. Cuando pierden ese estatus social, todo se queda en vilo.
P.- Todo esto lo cuenta de manera amable y utilizando la comedia.
R.- Es el tono que me sale de manera natural, es el instinto que tengo siempre. Yo soy como en mis películas, cuento las cosas en la vida real como en las películas porque soy optimista, tengo mis momentos de tortura, pero acabo siendo optimista. Yo busco que haya un equilibrio, no hay gags elaborados pero sí hay mucho humor.
P.- La crisis, la de todos, está muy presente.
R.- A todos nos ha pasado. Hay un cambio muy grande en el valor que tiene una profesión, eso es impresionante. Todo se ha devaluado. Antes ser director de cine era algo que parecía maravilloso, ahora ya no vale tanto, lo mismo pasa con todas las profesiones. Es un cambio de estructura brutal. El capitalismo se ha salido del carril porque llega un punto en el que no se puede crecer más.
P.- Vemos cómo los lazos familiares siguen siendo fuertes y sólidos.
R.- Eso se hace muy evidente cuando vienen maldades. Es una institución que en España funciona muy bien. Aquí somos muy mediterráneos. Por otra parte es la primera vez que saco a los padres porque siempre sacaba solo a sus hijos. Y hay una cosa curiosa y es que todos tenemos tres familias, la tuya, la que has nacido y la política. Me interesaba ver cómo los personajes lidian con las tres.
P.- Se ha sentido muy identificado con ese Raúl Arévalo en bloqueo creativo.
R.- Totalmente, ese pensar que de ahí no sale nada. Hay muchos paralelismos con mi vida.
P.- Para los no avezados, ¿qué significa ese título tan peculiar de Las ovejas no pierden el tren?
R.- Hay una escena en la película que se explica cuando los dos hermanos hablan y se sienten fracasados. Tenemos esa obsesión de perder trenes y de fracaso continuo. Lo que quiero decir es que solo las ovejas, quienes se dejan llevar por lo establecido, quizá no pierden trenes.
P.- ¿Qué tal su experiencia en televisión?
R.- He hecho muchas series de televisión, ahora estoy con Algo que celebrar, que he creado yo. La televisión es genial. Comencé para evitar estos parones tan infinitos entre peli y peli. De repente te quedabas tres años de brazos cruzados y tanto tiempo libre no es bueno. En la tele eres menos responsable, es todo más oficio, más artesanal, pero me encanta rodar y me he sentido mucho mejor dirigiendo esta película gracias a esa experiencia.