Darío Facal.

El dramaturgo y director lleva de nuevo a Madrid su versión de Las amistades peligrosas. Del 4 de febrero al 8 de marzo en las Naves del Español de Matadero Madrid.

A Darío Facal (Madrid, 1978) no le queda tiempo en el día para cualquier cosa que no tenga que ver con el teatro, sobre todo últimamente. Tras recorrer toda España, vuelve a Madrid su particular versión de Las amistades peligrosas, el clásico de Choderlos de Laclos, con Carmen Conesa, Edu Soto y Cristóbal Suárez. Facal no sólo dirige su propia compañía, Metatarso. Tras impartir clases en la Complutense, en el Instituto Europeo de Diseño y ser el rector durante cuatro años de la Escuela de Cine de Alcorcón, fundó hace tres su propia escuela, el Estudio de Interpretación Work in Progress. Además, en unos días se marcha a Perú invitado por el Teatro Británico, donde dirigirá Lima Laberinto XXI, adaptación de su obra Madrid Laberinto XXI e impartirá una serie de talleres.



Pregunta.- En esta versión de Las amistades peligrosas que ha escrito junto a Javier Patiño podrían haber actualizado el texto o el contexto histórico, pero en lugar de eso lo que han modernizado ha sido la puesta en escena. ¿Por qué?

Respuesta.- Creo que la idea del teatro contemporáneo tiene que ver con experimentar con el lenguaje teatral. Las tramas de Shakespeare o Molière podrían suceder hoy; no hace falta modernizarlas, por eso son clásicos. Además, mi compañía Metatarso está enfocada en la investigación de las posibilidades lingüísticas del teatro y su relación con la instalación artística, la performance y el pop.



P.- En esa puesta en escena se contrapone la estética barroca con música en directo hecha con instrumentos propios de una banda de rock. ¿Cómo funciona este contraste?

R.- El papel fundamental de la música en la obra consiste en solventar el problema de la representación del sexo. Me parecía pueril que dos actores simularan hacer el amor en escena; a través de la música en directo conseguimos una experiencia más sensual, poderosa y turbadora. Utilizamos músicas compuestas por Mariano Estudillo que van del pop al hardcore, pasando por el rock y el jazz.



P.- ¿Cómo se consigue que la mezcla de rococó y hardcore no chirríe?

R.- No sabría explicarlo. Durante los ensayos lo sientes, identificas al instante qué funciona y qué no.



P.- La novela original de Choderlos de Laclos habla de la corrupción moral de la nobleza en la época inmediatamente anterior a la Revolución Francesa. ¿Cree que el mensaje que encierra ha sobrevivido intacto hasta hoy?

R.- Por lo que sabemos de Laclos, su novela podría tener una intención moralista o bien, como pasó con La Celestina, o los Milagros de Nuestra Señora, de Berceo, la moralidad sería un pretexto para poder escribir sobre el libertinaje. En cualquier caso, Las amistades peligrosas es, por una parte, una crítica a la desidia y la despreocupaión de las clases acomodadas y, por otra, un canto fascinado a esos personajes que viven al margen de la ética. Esta es una gran obra precisamente porque se sitúa en el territorio del misterio. Los personajes son magnéticos porque son perversos y detestables y, a la vez, fascinantes seductores que encarnan un parte que existe en todos nosotros. No creo en posturas intelectuales moralistas que demonizan a las personas. Creo que la obra tiene en realidad un discurso social revolucionario, que es una llamada a gozar de la vida. La invitación al goce es algo que necesitamos hoy más que nunca.



P.- Muchos espectadores recordarán la película de Stephen Friers con John Malkovich y Glenn Close de 1988 y la de Milos Forman, Velmont, de 1989. ¿La sombra de estas películas ha sido un obstáculo o una fuente de inspiración?

R.- Me embarqué en este proyecto precisamente porque creo que las películas de Forman y Friers no hacen justicia a la novela. Son románticas y condescendientes, están hechas para gustar a un público masivo. Una parte importante del humor negro de la novela, que es lo que más me fascina de ella, no aparece en las películas. Lo políticamente correcto impera en una trama que es en realidad políticamente incorrecta.



P.- Usted escribe, dirige, enseña y gestiona su compañía y su escuela. ¿Qué se le da mejor?

R.- Llevo muchísimos años en la docencia, es un ámbito que me apasiona. Hace tres años monté mi propia escuela, Work in Progress, y está funcionando de maravilla. Tengo un claustro de profesores involucrados que garantizan la transmisión a nuestros alumnos de lo que nuestros maestros nos enseñaron. Escribir y dirigir es muy satisfactorio, pero con la docencia te mantienes vivo y unido a las nuevas generaciones.



P.- El lema de su escuela es que enseñan a "no actuar". Explíqueme eso.

R.- Bueno, eso es una pirotecnia del marketing, pero lo que significa es que no enseñamos a actuar en el sentido arcaico de la palabra. En España existe una idea de la actuación que hay que modernizar. Nosotros intentamos que los alumnos aprendan a actuar de la manera más verídica y natural posible. Tenemos un porcentaje altísimo de alumnos trabajando en series y películas, no hay trimestre en el que un alumno nuestro no nos dé una alegría.