Eva Yerbabuena. Foto: Daniel Pérez.

La bailaora presenta en las Naves del Español Ay!, una íntima y militante declaración de principios tras más de diez meses alejada de los escenarios.

Pocas bailaoras de nuestra escena han conseguido llevar sus coreografías a tal grado de introspección. Se diría que en cada espectáculo (también lo hizo en Lluvia) Eva Yerbabuena se deja un trozo de sí misma. Radriografía sus emociones y las traslada al escenario con una naturalidad que, ya en movimiento, envuelve y provoca, atrapa y libera, seduce y envenena. Este 11 de febrero lleva a las Naves del Español Ay!, un montaje que puso de largo en el Festival de Londres y que ahora podrá verse en Madrid totalmente remozado. Un habitual, Paco Jarana, firma la dirección y composición musical, y al cante, las voces de José Valencia, Enrique el Extremeño y Juan José Amador. Por primera vez, sonará un violín en una de sus propuestas, el de Vladimir Dmitrienco, sonido fundacional de esta nueva entrega.



Pregunta.- ¿Qué hay de verdad en que Ay! surge directamente de las cuerdas del violín de Dmitrienco?

Respuesta.- Sí, ese fue realmente el comienzo. Lo más novedoso para mí en este espectáculo fue el encuentro con Vladimir y escuchar el sonido largo y agudo de su violín. Ay! surgió después de trece meses inactiva, tiempo suficiente para tener la necesidad de volver a empezar con las mismas o más ganas de antes. Como no podía ser de otra manera, tenía que volver con algo nuevo, especialmente en la manera de contarlo. Surgió por una necesidad de expresarme y de una manera muy natural, tanto en coreografía como en música, técnica, escenografía, iluminación y vestuario.



P.- ¿Qué elementos diferencian al montaje que veremos en las Naves del que presentó en los Veranos de la Villa en 2013?

R.- En el de los Jardines de Sabatini, al aire libre, hubo que adaptarse a sus particularidades. Escénicamente se perdió un porcentaje muy alto de imágenes, ya que ni las luces ni la forma escénica ni algunos elementos de la escenografía aparecieron como debían. Estoy segura de que quien haya visto Ay! en aquella ocasión y vuelva a verlo ahora notará no sólo todas estas particularidades sino también el largo recorrido que ha tenido en estos casi dos años. Verá que ha crecido.



P.- ¿Por qué no ha introducido un cuerpo de baile? ¿Forma parte de la introspección con la que ha dotado la puesta en escena?

R.- -Sí, es por la concepción intimista y minimalista de este espectáculo. Además de llevar desde el año 98 trabajando en todos mis espectáculos o casi todos con cuerpo de baile, me apetecía muchísimo compartir esta reflexión en solitario (con mis músicos pero sin cuerpo de baile).



P.- ¿Considera Ay! una declaración de principios personales sobre el arte y la vida?

R.- La considero una reflexión con la que, a través de mi medio de lenguaje, puedo expresar de la mejor forma mis vivencias a lo largo de estos años y, sobre todo, del tiempo que he estado fuera del escenario, en los que se piensa, se ve y se siente de otra manera. Siempre o casi siempre en mis espectáculos trato de compartir una forma de sentir, lo que vivo y me hace vivir el mundo que me rodea. Pero ahora he querido compartir no sólo mis propios miedos, incertidumbres, preguntas, satisfacciones y despedidas sino también agradecimientos a los seres que me han hecho y que me hacen sentir segura de mí misma.



P.- ¿Cómo ve el baile flamenco en estos momentos?

R.- Creo que estamos padeciendo la pérdida de una generación, tratando de avanzar en una búsqueda artística que tenga cierto equilibrio entre los principios adquiridos y las nuevas tendencias artísticas. ¿En buen momento?... Bueno, dejémoslo en que no es el mejor. Culturalmente estamos huérfanos.



P.- ¿Qué le conmueve y le influye en su creación?

R.- - Cualquier manifestación artística que sea capaz de estimular mis sentidos: una pintura, un bailarín, un bailaor, un cantante, un cantaor, un libro, incluso un acontecimiento... Podríamos decir cualquier momento cotidiano cargado emocionalmente.



P.- ¿Piensa, como otros colegas, que el flamenco se valora más fuera de España que en España? ¿Tiene alguna queja en este sentido?

R.- Sigo teniendo la misma queja que escuché de los maestros y que vivo en primera persona. Lamentablemente se valora más fuera que aquí. Pero nunca pierdo la esperanza de que el flamenco en particular, y la cultura en general, deje de ser reconocida como un simple entretenimiento, porque, aunque nunca he negado que entretenga, lo hace de una manera educativa, reflexiva y estimulante y contribuye al desarrollo de una sociedad sin miedos y con ideas, igualitaria y con las mismas oportunidades y recursos intelectuales. Pero esto es difícil de entender cuando quien tiene el poder para que esto ocurra parece que no tiene un interés por hacer llegar a toda la ciudadanía las manifestaciones culturales de este país, que son muchas. Y tampoco colabora en el mantenimiento y el impulso de una industria cultural potente que no sólo puede mejorar la situación económica sino también la educativa.