Andrés Jaque y su equipo de la Office for Political Innovation, responsables del diseño de ARCOMadrid 2015
El arquitecto, que acaba de ser reconocido por el PS1 de Nueva York, se encarga de nuevo del diseño de los pabellones 7 y 9 de ARCOMadrid
Pregunta.- ¿Qué significa ARCO arquitectónicamente hablando?
Respuesta.- Es un proyecto interesantísimo porque se trata de construir una ciudad que dura solo unos días con toda la complejidad que tiene un urbanismo. Nuestra misión es articular ese urbanismo para que todos los públicos tengan su sitio pero que además puedan interactuar, los galeristas con los críticos, el público general con el arte contemporáneo, cruces de públicos que hacen que la feria sea un urbanismo y que haya que tratarlo como si fuera un fragmento de ciudad.
P.- ¿Qué ha mantenido con respecto al plano de la feria del año pasado y cuáles son las novedades?
R.- Hemos mantenido la estrategia general que consistía en un "empapelado" en el que galerías y fundaciones atrajesen la mirada de modo que el visitante no "se salga" de la experiencia de la feria; evitar que los accidentes distraigan de la percepción del arte y de los debates. Colocar al fondo de los pabellones las cosas necesarias para la cotidianeidad pero no relacionadas con los contenidos. Conectar bien los dos pabellones, con una iluminación y un "cosido" muy estudiado para que no haya ruptura entre ambos. Rebajar el lenguaje arquitectónico, hacer una feria de tono bajo de diseño en el que se perciba más la calidad de la experiencia arquitectónica, el ambiente, la atmósfera. Todo esto lo hemos mantenido y llevado más lejos. La gran transformación es que los espacios están mucho más medidos, nos hemos asegurado sobre todo en la zona de instituciones medios y revistas, que el paso de un expositor a otro se haga con naturalidad, un trabajo difícil de cosido, medidas y organización, y estamos muy contentos con el resultado. Otra novedad es el mercado de libros en el transito superior entre el pabellón 7 y 9, una especie de salón de lectura porque el arte es visual pero también intelectual. En las ferias siempre hay gente leyendo y creo que darle espacio es importante y hace visible la dimensión literaria del arte. También es nuevo el sistema de información, con esa A de madera en la entrada y asistentes alrededor, lejos de la antigua recepción de hotel. Por último, hemos trasformado el espacio gastronómico de un espacio grande e impersonal a una especie de patios para los distintos modos de relacionarse, comidas informales, comidas servidas..., para potenciar las relaciones entre públicos. Estamos contentos porque al haber repetido hemos podido ajustar pequeñas cosas.
P.- ¿Cómo disponer el espacio para que disfruten todos los públicos, tan diversos, que acoge ARCO? ¿Cómo regular ese tráfico?
R.- Y también para generar oportunidades de visibilidad simétricas entre expositores... Hemos optado por una retícula homogénea, similar a la que tienen ciudades como Manhattan. Se trata de que el público se distribuya por muchas calles que no tienen jerarquía, que sea todo homogéneo. Casi todas las galerías tienen esquina y esto hace que la visibilidad de los stands sea equivalente. Es un trabajo de ajuste permanente pero importante para que todos estén contentos y funcione.
P.- ¿Qué es lo más complicado a la hora de diseñar los pabellones?
R.- Lo más complicado es encontrar un sitio para cada cosa, el público que va a los stands de las fundaciones no es el mismo que el del coleccionista que quiere saber qué galerías quiere visitar. Que cada agente esté optimizado y le permite cumplir sus objetivos, hay evoluciones en el proceso de organización y hay que replantear los recorridos constantemente. No hay que bajar la guardia y cada vez que hay un cambio en el programa comprobamos uno a uno los distintos públicos a los que afecta.
P.- ¿Y cómo se toman este encargo en su oficina?
R.- Es un trabajo divertido y muy celebrado en la oficia. Todo el mucho quiere implicarse porque tiene la complejidad de un gran proyecto pero con límites y fecha de caducidad. La arquitectura es siempre para nosotros una práctica experimental con gran parte de incertidumbre y esto hace que ARCO sea un proyecto interesantísimo. Para nosotros es estupendo ya que la feria es un lugar donde se valora la innovación.
P.- Me consta que visita ARCO desde hace años, ¿cómo ha evolucionado la feria espacialmente?
R.- Creo que ha habido una inteligencia colectiva que ha ido haciendo de la feria algo más accesible. También Ifema ha tenido que ver en esto, reformando los pabellones más fáciles de estructura. Ahora hay un equipo que ha sabido acumular el conocimiento de años de experiencia.
P.- ¿Es usted coleccionista? ¿De quién se compraría una pieza?
R.- Sí, soy coleccionista de manera emocional, de piezas de amigos. Por supuesto compraría en esta feria. El coleccionismo contribuye a hacerte participe de todo un tejido de gente que está pensando el mundo. Compro obras de amigos y las cuido mucho.
P.- Acaba de ganar con la Office for Political Innovation el prestigioso premio de arquitectura efímera (Young Architects Program) del PS1 de Nueva York con una máquina ecológica para purificar el agua. ¿Arte, arquitectura, ciencia, hasta qué punto esta todo relacionado en su trabajo?
R.- Eso es lo que yo creo, sí. La arquitectura contribuye junto a otras fuerzas a construir sociedad. Las sociedades que merecen la pena son políticamente muy activas, promueven el conocimiento, no tienen miedo de innovar, y la arquitectura tiene mucho que hacer por eso. En EEUU hemos recibido un apoyo enorme de la prensa nacional e internacional porque el proyecto es un pequeño manifiesto sobre qué puede ser la arquitectura. No un gran contenedor sino una intervención en el proceso. En este caso es una sensibilidad ecológica que desde hace tiempo está contenida en la sociedad de la Costa Este. Transforma la relación en el edificio con el agua.